domingo, 15 de diciembre de 2019

SU AMOR A LA SANTÍSIMA TRINIDAD, PADRE NUESTRO Y FAMILIARIDAD CON JESÚS (PIEDAD)

Su amor a la Santísima Trinidad
Santa Teresa del Niño Jesús tenía una gran devoción a la Santísima Trinidad. Hubiera deseado que su fiesta fuese elevada a un rito superior.        
Cuando yo estaba todavía en el mundo, ella había pensado en un principio llamarme María de la Trinidad, antes de escogerme el nombre de María de la Santa Faz, que llevé, de hecho, algunos meses en el Carmelo. 
Pero se consoló mucho cuando el primer apellido le fue dado a otra novicia.        
Fue el día de la fiesta de la Santísima Trinidad, el 9 de junio de 1895, cuando, durante la Misa, se sintió inspirada a ofrecerse como víctima de holocausto al Amor misericordioso de Dios.



Llamar a Dios «Padre Nuestro»
Un día, entré en la celda de nuestra querida Hermanita y quedé sobrecogida ante su expresión de gran recogimiento. Cosía con gran actividad y, sin embargo, parecía perdida en una contemplación profunda:        - «¿En qué pensáis?, le pregunté.        
- Medito el Pater, me respondió. ¡Es tan dulce llamar a Dios: Padre nuestro! ...».        
Y las lágrimas brillaron en sus ojos.     
Amó a Dios como un niño querido ama a su padre, con demostraciones de ternura increíbles. Durante su enfermedad llegó a no hablar más que de él, tomó una palabra por otra y le llamó: «Papá». Nos echamos a reir, pero ella replicó toda emocionada: «¡Oh, sí, él es en verdad mi «Papá»! Y qué dulce es para mí darle este nombre!».   


La familiaridad con Jesús
Jesús lo era todo para su corazón. Cuando escribía y trataba de Nuestro Señor Jesucristo, ponía siempre con mayúscula «El», por respeto hacia su persona adorable.        
Me preguntó: «Cuando oráis, ¿cómo preferís tratar a Jesús, de tú o de vos?». Yo le contesté que prefería tratarle de tú. Toda complacida, replicó: «Yo también, prefiero mucho más trabar a Jesús de tú. Esto expresa mejor mi amor, y no dejo nunca de hacerlo cuando hablo con Él a solas; pero en mis poesías y en las oraciones que han de ser leídas por otros no me atrevo».   


Fuente: Consejos y recuerdos (Recogidos por Sor Genoveva de la Santa Faz, Celina)

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