miércoles, 25 de diciembre de 2019

AMPLITUD DE MIRAS EN LA MORTIFICACIÓN



Por el contrario, tuve ocasión de experimentar su amplitud de miras para no impedir a una postulante una distracción que podía causarle provecho. 
Cuando yo entré, me hizo observar que desde la ventana de nuestra celda se divisaba, a lo lejos, entre dos casas, la vía del ferrocarril, y me dijo: «Estaréis contenta de ver pasar el tren... ».  
No me hizo ninguna alusión a la mortificación que habría consistido en privarme de este inocente placer. ¡Pero Dios tuvo a bien imponérmela, pues la construcción de un nuevo edificio me ocultó, casi en seguida, la vía del ferrocarril!        

Sor Teresa no buscaba para mortificarse cosas extraordinarias, ni era de un rigorismo absoluto respecto a las satisfacciones permitidas. 
En esto, como en todo lo demás, procedía con sencillez y no rehusaba bendecir a Dios en sus obras. Así, gustaba de tocar los frutos, el melocotón en particular admirando su piel velluda; igualmente, de distinguir, unos de otros, los perfumes de las flores. Pero si hubiese sentido un placer natural, aun en estas cosas inocentes, ella se hubiera privado en seguida, lo cual hacía fielmente, puesto que en el momento de morir no tenía que reprocharse en su vida sino el haberse permitido, una vez y por un instante, el placer de respirar un frasco de agua de Colonia que le habían dado en un viaje.     


Fuente: Consejos y recuerdos (Recogidos por Sor Genoveva de la Santa Faz, Celina)
  

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