«Vos sois delicada con Dios y yo no lo soy, pero ¡cuánto desearía serlo! ... ¿Suple, acaso, mi deseo?
- Precisamente, sobre todo si aceptáis esa humillación. Y si llegáis a alegraros, eso agradará más a Jesús que si nunca hubieseis cometido falta de delicadeza;
decid: «Dios mío, os doy gracias por no tener nunca un sentimiento delicado, y me alegro de que las otras los tengan... Me llenáis de alegría, ¡oh, Señor!, con todo lo que hacéis» (Salmo 91)
Sentirse pesarosa de haber leído
«¡Oh, qué pesarosa estaría si hubiese leído todos esos libros!
-¿Pues, por qué?, repliqué yo. Después de haberlos leído se trataría de un bien adquirido; yo comprendería lo de estar pesarosa de tener que leerlos, pero no de haberlos leído.
- Si los hubiese leído, me hubiera roto la cabeza, habría perdido un tiempo precioso que he empleado sencillamente en amar a Dios».
Fuente: Consejos y recuerdos (Recogidos por Sor Genoveva de la Santa Faz, Celina)
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