lunes, 23 de diciembre de 2019

ACEPTAR EL SACRIFICIO DE SER INTERRUMPIDA (CARIDAD FRATERNA)

«Cuando os halléis en el momento de morir... »
Yo deseaba que los detalles de mi vida se engranasen como en el mecanismo de un juego de paciencia! ¡Ay de quien los alterase! Si una circunstancia imprevista rompía esta combinación y trastornaba el mecanismo, me mostraba descontenta. Un día, durante la última enfermedad de mi querida Hermanita, había contado con disponer de toda una tarde para concluir una labor, y fui llamada inopinadamente al locutorio. Yo le dije: «¡Oh, cuánto me ha contrariado verme interrumpida! ¡Sin eso, hubiera terminado mí labor! ... Ella me miró: 
«Cuando os halléis en el momento de morir, ¡cuánto desearéis haber sido interrumpida!». 


Dedicar tiempo a ser interrumpida
Yo tenía verdadero interés en hacer tranquilamente mi retiro mensual, y era difícil problema hallar un domingo en que no se me tendiese alguna trampa a causa de mi oficio o por cualquiera otra razón. Sor Teresa del Niño Jesús me dijo:        
«Luego, ¿vos entráis en retiro para disponer de más tiempo libre, para buscar vuestra propia satisfacción? Yo voy por fidelidad, para dar más a Dios... Si tengo mucho que escribir ese día, para despegar mi corazón me pongo en la disposición de espíritu de querer verme interrumpida, y me digo: «Dedico tal o cual hora libre a ser interrumpida; y si no me interrumpen, doy gracias a Dios, como si me concediese un favor con el que no contaba». 
De esta forma, nada me coge desprevenida, estoy dispuesta a ser interrumpida, lo quiero, cuento con ello. Por eso, estoy siempre contenta».        

En efecto, observé que siendo sacristana, y habiendo acabado su tarea personal, pasaba expresamente, los días de fiesta, por delante de la sacristía a fin de que se la llamase. Se hacía la encontradiza con su primera de oficio a fin de que ésta pudiese reclamarla para algún servicio, lo cual no fallaba nunca. Sabiendo que, en el fondo, esto le costaba mucho, yo le hacía señas de que no pasase por allí y le proporcionaba los medios para que no lo hiciese, pero era inútil.  

Sacrificio, alegría y amor puro
En los últimos meses de destierro de mi angelical Hermanita me acontecía llegar tarde a la recreación, y no poner el mismo celo en servir a las otras enfermas, mucho menos graves, por emplear más tiempo en cuidarla a ella. 
Y me dijo:        
«En vuestro lugar, aunque no estéis estrictamente obligada a ello, haría todo lo posible para ir a las recreaciones y servir a las otras enfermas. Me daría maña en hacer mil sacrificios, me privaría de todo para obteneros gracias. No hay que buscarse a sí misma en nada, sea lo que sea, pues desde el momento en que una empieza a buscarse a sí misma, se deja de amar» (Imitación, lib. III, cap. y, 7), 
Al final de mi vida religiosa he llevado la existencia más feliz que se puede imaginar, porque no me buscaba nunca a mí misma. Cuando una se renuncia a sí misma, se alcanza la recompensa en la tierra. Me preguntáis muchas veces el medio para llegar al puro amor; ese medio es: olvidaros de vos misma y no buscaros en nada». 


Fuente: Consejos y recuerdos (Recogidos por Sor Genoveva de la Santa Faz, Celina)

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