martes, 24 de diciembre de 2019

NO PACTAR CON EL MUNDO (RENUNCIAMIENTO)


Cuando, desterrada en el mundo, me veía obligada a seguir la corriente del ambiente en que vivía, mi querida Teresita probaba una pena profunda; sobre todo un día en que había de asistir a una velada de baile.        
Lloró, me dijo, como nunca había llorado, y me rogó que la visitase para hacerme sus recomendaciones. Como me pareciese que exageraba un poco y que era demasiado severa, pues no hay que ponerse en ridículo, ella se mostró indignada y me dijo con energía: 
«¡Oh, Celina! Considera la conducta de los tres jóvenes Hebreos, que prefirieron ser arrojados en un horno ardiente antes que doblar la rodilla delante de la estatua de oro; y tú, la esposa de Jesús, ¿quieres pactar con el mundo, adorar su ídolo entregándote a placeres peligrosos? Acuérdate de lo que te digo de parte de Dios; mira cómo recompensó la fidelidad de sus servidores y trata de imitarles».       
Después de tomar la firme resolución de no bailar, y no sabiendo cómo arreglármelas para poner en práctica mis designios, me metí en el bolsillo un gran crucifijo y recé una fervorosa plegaria.       Estaba la velada casi terminada y había resistido todo el tiempo a las apremiantes. solicitaciones que se me habían hecho, hasta el punto de disgustar a ciertas personas, cuando, yo no sé cómo, me vi arrastrada por un joven. Pero me fue imposible ejecutar un sólo paso de baile. Era verdaderamente extraño. Cada vez que la música se reanudaba, el pobre señor trataba de lanzarse, y yo hacía verdaderamente lo posible; ¡trabajo inútil! Por fin, después de pasearse conmigo muy religiosamente, se esquivó, rojo de confusión.       En cuanto a mí, no me hallaba en manera alguna turbada, y me volví muy contenta entre las señoras que estaban de mironas y a quienes divertí mucho contándoles mi aventura.  



Fuente: Consejos y recuerdos (Recogidos por Sor Genoveva de la Santa Faz, Celina)

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