miércoles, 31 de octubre de 2018

AL NIÑO JESÚS


 


Tú, Jesús, me conoces, 

tú mi nombre conoces, y me llamas 
con la dulce mirada de tus ojos…
 Ellos me comunican tu palabra: 
«Simple abandono, 
conducir yo quiero, mi amada, 
tu barquilla».


Y con tu voz de niño, ¡oh maravilla!, 

sólo con tu voz débil, 
calmas el mar rugiente, 
pones paz en el viento.


Si mientras brama la tormenta, 

¡oh Niño!, tú te quieres dormir, 
posa tu linda cabecita blanda 
sobre mi corazón.
 

¡Qué encantador sonríes 
cuando duermes!  
Con mi canto más dulce 
yo meceré tu cuna tiernamente, 
¡Oh hermoso Niño mío!





NOTAS 

Fecha: diciembre de 1896. - Compuesta para: sor María de San José, a petición suya. - Publicación: HA 98 (con el título de «Al Niño Jesús»), tres versos corregidos. - Melodía: Où vas-tu quand tout est noir?


Una vez más, una poesía hecha por encargo, en la que Teresa juega al equilibrio entre el «niño» y la «tormenta», y luego Jesús que calma la tempestad... El niño que duerme (o, mejor, que no duerme...) durante la tormenta forma parte de los arquetipos de la infancia. Mientras tanto, Jesús quiere dormir, como más tarde en la barca... Un juego sutil. 


Este dulce encantamiento es especialmente apropiado para la destinataria, una compañera de carácter tormentoso que Teresa se ha propuesto domesticar. Pues esta mujer tan dura es a la vez como la manteca, y unas pocas palabras infantiles logran desarmarla mejor que mil razonamientos. Y unas coplillas como éstas podían transformar un mar tempestuoso... en madre mimosa que meza «tiernamente» la «cabecita rubia» del Niño que se entrega a ella para llevarla a entregarse a él.


 Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, poesías




 

LAS SACRISTANAS DEL CARMELO

TERESITA A LA DERECHA, HACIENDO EL OFICIO DE SACRISTANA CON SUS
HERMANAS CELINA, PAULINA Y MARÍA (DE DERECHA A IZQUIERDA) 
Y SENTADA DELANTE CON VELO BLANCO ESTÁ SU PRIMA MARÍA

Es nuestro dulce oficio aquí en la tierra

preparar las ofrendas del altar: 
del santo sacrificio el pan y el vino 
que el «cielo» aquí abajo encarnarán.


El cielo, ¡oh misterio soberano!, 

se nos oculta en el humilde pan; 
porque el cielo es Jesús, que, 
íntegro y vivo, cada día nos viene a visitar.

Ni las reinas de nuestro pobre mundo 
nos son iguales en felicidad, 
porque es una oración nuestro trabajo 
que a Dios nos une en honda intimidad.

Los más grandes honores de este mundo 
no se le pueden a éste comparar: 
la paz celeste y el dulzor profundo 
que nos hace Jesús saborear.

Pero sentimos una santa envidia
de esa humilde labor de nuestras manos: 
de cada pequeñita y blanca hostia 
que velará a Jesús, Cordero manso.

Mas su divino amor nos ha elegido, 
quiere ser nuestro Amigo y nuestro Esposo.
También somos nosotras hostias vivas
que quiere convertir en Sí, amoroso.

¡Oh, sublime misión del sacerdote, 
también en misión nuestra te conviertes! 
Por el divino Maestro transformadas, 
Jesús en nuestros pasos anda siempre.

Debemos ayudar a los apóstoles 
con nuestras oraciones, nuestro amor. 
Sus campos de combate son los nuestros, 
y debemos luchar de sol a sol.

¡Que el buen Dios escondido en el sagrario,
también latente en nuestros corazones, 
a nuestra voz -¡grandísimo milagro!- 
su perdón dé a los pobres pecadores!

Nuestra felicidad y nuestra gloria 
es por Jesús sufrir y trabajar. 
El copón es su cielo, ¡que nosotras 
queremos de elegidos acumular...!


NOTAS


Fecha: principios de noviembre de 1896. - Compuesta para: sor María Filomena de Jesús, a petición suya, y las demás sacristanas. - Publicación: HA 98, cinco versos corregidos. - Melodía: ninguna indicación.


Evocaríamos aquí gustosos algo parecido a la escala de Jacob, para expresar ese intercambio misterioso entre el cielo y la tierra, cuyos agentes incansables son las sacristanas, y que viene expresado en unas estrofas llenas de ternura.

Ternura callada de la «mujer de su casa», por así decirlo: esposa «más feliz que una reina», cuyo corazón está siempre atento a su esposo, mientras sus manos trabajan diligentemente por él. Ternura callada también la de la carmelita, asociada al apóstol desde el lugar que a ella le corresponde, el de acompañante escondida. En uno y otro caso, compañera que se ha hecho semejante al hombre a quien ayuda.

A estas señas responde perfectamente la primera destinataria de la poesía, sor María Filomena, que ha pedido a su antigua compañera de noviciado que le componga unas coplillas para cantarlas en la soledad.

En un tono sumamente sencillo, la segunda parte (estr. 7-10) ofrece una respuesta al aparente desafío del Manuscrito B. Allí Teresa proclamaba, entre otros ardientes anhelos, su deseo de ser sacerdote, deseo irrealizable debido a las circunstancias. Aquí canta su forma concreta de tomar parte sin demora en la «sublime misión del sacerdote». «Transformada» en Jesús por la eucaristía, «convertida» en él, ¿no acaba siendo «otro Cristo», como entonces les gustaba definir al sacerdote? Y va describiendo la parte que ella tiene en la misión, en la penitencia, en la eucaristía. 

Por lo tanto, ningún complejo de inferioridad frente a los «hombres», frente a los sacerdotes. Pero tampoco la más mínima presunción: para Teresa, quien actúa es Jesús, con la colaboración de los hombres... Y de las mujeres.
Una bella imagen para concluir este hermoso poema: el copón se dilata hasta alcanzar las dimensiones infinitas del cielo, que no solamente está «poblado» de elegidos (p 15,16, sino incluso «lleno». No hay «sitios vacíos» (cta 135). Teresa va a «luchar por ello sin tregua ni descanso» (p 29,6). Ni siquiera en el cielo habrá reposo hasta que esté «completo el número de los elegidos» (CA 17.7). 

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, poesías.

lunes, 29 de octubre de 2018

CARTA DE TERESITA A SU PRIMA JUANA, CARTA 131

A la señora de La Néele (Juana Guérin)
J.M.J.T. 
Jesús + El Carmelo, 17 de octubre de 1891 

Querida Juanita: 
No sé cómo agradecerte tu delicadeza. 


Me ha emocionado mucho el ver que el nombre de Francis (1) acompañaba al de Juana para felicitarme; por eso, os envío a los dos mi agradecimiento. 

Y le encargo a mi divino Esposo que pague él mi deuda. Puesto que yo soy pobre por su causa, es muy justo que él no me niegue lo que le pido para los que amo.  

JUANA ES LA QUE ESTÁ SENTADA A LA IZQUIERDA

Te aseguro, mi querida Juana, que si tú no olvidas a la más pequeña de tus hermanas, ella también se acuerda mucho de ti, y tú sabes bien que para una carmelita acordarse, y sobre todo amar, es rezar. Mis pobres oraciones no valen, ciertamente, gran cosa; espero, sin embargo, que Jesús las escuche, y que en vez de mirar a quien se las dirige, pose su mirada sobre quienes son objeto de las mismas. De esta manera, se verá obligado a acceder a todas mis peticiones. 

Espero que Dios os mande pronto un Isidorito tan perfecto como su papá, o una Juanita que se parezca en todo a su mamá... También pido que pueda venderse, por fin, la farmacia (2). Quisiera que no faltase nada a la plena felicidad de mi querida hermanita y a la de mi primo. Pero en la tierra siempre habrá alguna nubecilla, ya que la vida no puede transcurrir sin algo de eso y solamente en el cielo será perfecta la alegría. Sin embargo, deseo que, en cuanto sea posible, Dios ahorre a los que amo los sufrimientos inevitables de la vida, aun a costa de tomar sobre mí, si fuere necesario, las pruebas que a ellos les tiene reservadas.  

SANTA TERESITA EN EL CONVENTO, ES LA DE ENMEDIO

Sor María del Sagrado Corazón me encarga que te dé muchas gracias por lo que has enviado para el joyero. 
Ha sido muy amable de tu parte, tanto más cuanto que nuestra Madre tenía ilusión de regalarte ese trabajito. No me queda espacio más que para decirte una vez más gracias en mi nombre y en el de mis hermanas, y enviarte, lo mismo que a nuestro querido primo, la seguridad del cariño de la última de tus hermanas, que no es la más pequeña en la ternura que siente por ti... 

Sor Teresa del Niño Jesús rel. carm. ind. 


NOTAS 

1 Francis es el marido de Juana 

2 La farmacia del Dr. Le Néele, en Caen.  

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas


 

viernes, 26 de octubre de 2018

JESÚS NOS DEVOLVERÁ LAS ALEGRÍAS, CARTA 130

A Celina    J.M.J.T. 
Jesús + 23 de julio de 1891 

Querida Celina: 
Una vez más soy yo la encargada de contestarte... A la madre Genoveva le emocionó mucho tu carta y ha pedido mucho por su Celinita. ¡Qué gracia tan grande contar con las oraciones de un alma tan santa y ser amada por ella...! 

La fiesta de ayer (1) fue preciosa, fue realmente un preludio del cielo... Todos los regalos nos gustaron mucho: el pescado, las cerezas, los pasteles. Dale muchas gracias a nuestra tía y dile todo lo mejor que se te ocurra... 
 

Celina querida, tus dos cartas han hablado muy hondo a mi alma y me han hecho derramar lágrimas... Lo de la declaración (2) me hizo reír mucho; hay que reconocer que no se quedó corto [el galán] al ir a buscar a la prometida del rey del cielo.
Sin duda que el pobre no vio «la señal que el Esposo ha puesto sobre tu frente» (3), esa señal misteriosa que sólo Jesús puede contemplar y con él los ángeles que forman su corte real...  


Celina, ¿por qué este privilegio extraordinario? ¿Por qué...? ¡Qué gracia más grande ser virgen, ser la esposa de Jesús! Tiene que ser algo muy bello, muy sublime, cuando la más pura y la más inteligente de todas las criaturas prefería permanecer virgen a ser Madre de todo un Dios... Y ésta es precisamente la gracia que Jesús nos otorga a nosotras; quiere que seamos sus esposas, y luego nos promete también que seremos su madre y sus hermanos. 
Así lo dice en su Evangelio: «El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo ése es mi madre y mi hermano y mi hermana». Sí, quien ama a Jesús es toda su familia y encuentra en ese corazón único, que no tiene IGUAL, todo lo que desea. ¡Encuentra allí su cielo...!  



Celina querida, seamos siempre los lirios de Jesús. La gracia que yo le pido es que los saque de este mundo antes que el viento pernicioso de la tierra haga desprenderse uno solo de los polvillos de sus estambres, polvillo que podría amarillear un poco el brillo y la blancura del lirio. Jesús tiene que poder encontrar en sus lirios todo lo que desea encontrar en ellos, la pureza que no busca nada fuera de él y que no descansa más que en él...  


¡Ay, nada más fácil de manchar que un lirio...! Pues bien, yo digo que si Jesús dijo a la Magdalena que a quien más se le perdona más ama, esto puede decirse con mucha más razón cuando Jesús ha perdonado de antemano los pecados... ¿Comprendes, Celina...? Y además, cuando las lágrimas de Jesús son la sonrisa de un alma, ¿qué puede temer? Pienso que esas perlas misteriosas tienen el poder de blanquear los lirios y de hacer que su brillo se conserve. 

Celina querida, la apariencia de este mundo pasa, las sombras declinan, pronto estaremos en nuestra tierra natal, pronto las alegrías de nuestra infancia, las veladas del domingo, las charlas íntimas..., pronto todo eso nos será devuelto para siempre y con creces. Jesús nos devolverá las alegrías de las que nos privó por un instante... ¡y entonces, de la cabeza radiante de nuestro padre querido veremos salir oleadas de luz, y cada uno de sus blancos cabellos será como un sol que nos colmará de alegría y de felicidad...!  

TERESITA Y SU FAMILIA 

¿Es, pues, un sueño la vida (4)...? ¡Y pensar que con este sueño podemos salvar a las almas...! Sí, Celina, no olvidemos a las almas, sino olvidémonos de nosotras por ellas, y un día Jesús, mirándonos, nos dirá: «¡Qué hermosa es la casta generación de las almas vírgenes!» (5)

Un abrazo muy fuerte a mi Mariíta, a Leonia y a todos. En cuanto a ti, Celina, ¡ya sabes el lugar que ocupas en mi corazón...! 


Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz rel. carm. ind. 

 
NOTAS

1 Los sesenta años de profesión religiosa de la madre Genoveva. 

2 La de Enrique Maudelonde, un pretendiente de Celina.

3 Oficio litúrgico de santa Inés, antífona 3ª de Maitines. Cf PN 26, 7. 

4 SANTA TERESA DE JESÚS, Exclamaciones, 13,2. 

 5 Texto de oficio de Vírgenes.  

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas


 

SANTA TERESITA ESTÁ PREOCUPADA POR EL ALMA DEL EX-CARMELITA JACINTO LOYSON, CARTA 129

A Celina    J.M.J.T. 
Jesús + El Carmelo, 23 de julio de 1891 

Querida Celina: 
Tus letras dijeron muchas cosas a mi alma; fueron para mí como un eco fiel que repitiera todos mis pensamientos... 

Nuestra querida Madre está todavía sufriendo mucho. Es muy triste ver sufrir así a los que se ama. Sin embargo, no te preocupes demasiado, que aunque Jesús tenga muchas ganas de gozar en el cielo de la presencia de nuestra Madre querida, no podrá negarse a dejarnos aún en la tierra a aquella cuya mano maternal sabe guiarnos tan bien y consolarnos en el destierro de la vida... 

¡Y qué triste destierro es el destierro de este mundo, sobre todo en esas horas en que todo parece faltarnos...! Pero entonces precisamente es cuando ese destierro es precioso, entonces es cuando brillan los días de la salvación. Sí, Celina querida, sólo el sufrimiento puede engendrar almas para Jesús... ¿Qué tiene de extraño que nademos en sufrimientos, nosotras, cuyo único deseo es salvar un alma que parece perdida para siempre (1)...? 
 

Los detalles me interesaron mucho, aunque hicieron latir muy fuertemente mi corazón... Pero voy a darte yo también algunos otros que no son más consoladores. 
El desdichado pródigo ha ido a Coutances, donde ha repetido las conferencias de Caen. Parece que tiene idea de recorrer así toda Francia... Celina... Además dicen también que es fácil observar que los remordimientos lo roen por dentro: recorre las iglesias con un gran crucifijo y parece hacer grandes gestos de adoración... Su mujer le sigue a todas partes.  

P. JACINTO LOYSON

Celina querida, él es muy culpable, más culpable tal vez de lo que lo ha sido nunca un pecador que se haya convertido; ¿pero no puede hacer Jesús lo que todavía no ha hecho nunca? Y si no desease hacerlo, ¿habría puesto en el corazón de sus pobres esposas un deseo que no pudiese convertir en realidad...? No, una cosa es cierta: que él desea todavía más que nosotras volver al redil a esta pobre oveja descarriada. 

Llegará un día en que Jesús le abrirá los ojos, y entonces ¡quién sabe si no recorrerá toda Francia con un fin completamente distinto del que hoy se propone! No nos cansemos de orar. La confianza hace milagros, y Jesús dijo a la beata Margarita María:
«Un alma justa tiene tanto poder sobre mi corazón, que puede alcanzar de él el perdón para miles de criminales» (2). 
Nadie sabe si es justo o pecador. Pero, Celina, a nosotras Jesús nos concede la gracia de sentir en lo hondo del corazón que preferiríamos morir antes que ofenderle. Y además, no son nuestros méritos, sino los de nuestro esposo, que son nuestros, los que ofrecemos a nuestro Padre del cielo, para que nuestro hermano, un hijo de la Santísima Virgen, vuelva, vencido, a arrojarse bajo el manto de la más misericordiosa de todas las madres... 

Celina querida, tengo que terminar, adivina tú el resto, ¡hay volúmenes enteros para adivinar...! 

Salúdalos a todos en mi nombre, y todo lo que quieras decirles de mi parte yo lo hago mío. 

Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz rel. carm. ind. 



NOTAS 

1 El P. Jacinto Loyson, ex-carmelita; cf CG p. 641s. 

2 Vie et Oeuvres de la Bienheureuse Marguerite-Marie Alacoque, t. I., p. 159.

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas
 

 

viernes, 19 de octubre de 2018

TERESITA FELICITA A CELINA POR SU CUMPLEAÑOS, CARTA 127

A Celina  J.M.J.T. 
Jesús + El Carmelo, 26 de abril de 1891 
Querida Celina: 

Por cuarta vez tu Teresa te felicita el cumpleaños desde la soledad del Carmelo... ¡Y qué poco se parecen estas felicitaciones a las del mundo...! Lo que Teresa le desea a su Celina no es la salud, la felicidad, la fortuna, la gloria, etc. ¡No, no es nada de eso...! 

 

Nuestro pensamiento no está puesto en la tierra del destierro, nuestro corazón está donde está nuestro tesoro, y nuestro tesoro está allá arriba, en la patria, donde Jesús nos prepara un sitio junto a él. 


Y digo un sitio, y no unos sitios, porque no me cabe la menor duda de que, a quienes en la tierra no han sido más que un alma, les está reservado un mismo trono en el cielo... 

Juntas crecimos, juntas nos instruyó Jesús en sus secretos, en esos secretos sublimes que oculta a los poderosos y revela a los humildes, juntas también sufrimos en Roma; nuestros corazones estaban entonces estrechamente unidos, y la vida hubiera sido en la tierra el ideal de la felicidad si Jesús no hubiera venido de nuevo a estrechar más aún nuestros lazos. Sí, al separarnos, él nos unió de una manera que hasta entonces mi alma no conocía, pues desde aquel momento no puedo desear nada para mí sola sino todo para las dos... 


CELINA Y TERESITA

¡Ay, Celina...!, hace tres años nuestras almas no habían sido rotas todavía, aún era posible para nosotras la felicidad en la tierra. Pero Jesús nos dirigió una mirada de amor, una mirada velada por las lágrimas, y esa mirada se convirtió para nosotras en un océano de sufrimiento, pero también en un océano de gracias y de amor. 

Nos arrebató a aquel a quien amábamos con tanta ternura, de una manera aún más dolorosa que cuando nos llevó a nuestra madre querida en la primavera de nuestra vida. ¿Pero no fue para que pudiéramos decir con verdad: «Padre nuestro, que estás en el cielo»? ¡Qué consoladoras son estas palabras! ¡Y qué horizontes infinitos abren ante nuestros ojos...!

LUIS MARTIN, PADRE DE TERESITA

Celina, la tierra extranjera no tiene para nosotras más que plantas silvestres y espinas, ¿pero no es eso mismo lo que ofreció a nuestro divino Esposo? Por eso, ¡qué hermosa es también para nosotras la parte que nos ha tocado! ¿Y quién podrá decirnos lo nos reserva la eternidad...? 


Celina querida, tú que me hacías tantas preguntas cuando éramos pequeñas, me pregunto cómo es posible que nunca me hayas hecho ésta: 
«¿Y por qué Dios no me ha creado ángel?» Celina, voy a decirte lo que pienso: si Jesús no te ha creado ángel del cielo, es que quiere que seas un ángel en la tierra. 
¡Sí, Jesús quiere tener su corte celestial aquí en la tierra, como la tiene allá en el cielo! Quiere tener ángeles-mártires, quiere tener ángelesapóstoles, y con esa misma intención ha creado también una florecita que se llama Celina. Quiere que su florecita le salve almas, y para eso no quiere más que una cosa: que su flor le mire mientras sufre su martirio... Y ese misterioso intercambio de miradas entre Jesús y su florecita hará maravillas y dará a Jesús una multitud de otras flores (sobre todo un cierto Lirio marchito y ajado (1), que habrá que cambiar en rosa de amor y de arrepentimiento...)  



Celina querida, no te enfades porque te haya dicho que allá arriba en el cielo ocuparemos un mismo sitio las dos, pues, ¿sabes una cosa?, pienso que una pobre margarita puede brotar en la misma tierra que un lirio resplandeciente de blancura, y que una perlecita puede ser engastada al lado de un diamante y pedirle prestado su brillo... 


¡Celina, amemos a Jesús hasta el infinito, y de nuestros dos corazones hagamos uno solo para que sea más grande en amor...! 


Celina, contigo no terminaría nunca. ¡Ojalá comprendas todo lo que quisiera decirte para tus 22 años...! 


Tu hermanita, que no es más que una sola cosa contigo... 


(¿Sabes que, entre las dos, tenemos ahora 40 años? No es extraño que tengamos ya experiencia de tantas cosas, ¿no te parece?) 


Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz nov. carm. ind. (2)

NOTAS 


1 El P. Jacinto Loyson, célebre ex carmelita que había apostatado de la fe, Teresita y Celina nunca dejaron de orar por él.


2 Teresa firma, por distracción, «novicia» en vez de religiosa. 

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas

 

jueves, 18 de octubre de 2018

TERESITA QUIERE CONTAR CON CELINA PARA AYUDAR A UNA MUJER QUE TIENE DUDAS DE FE, ELLA ESTÁ CASADA CON UN ATEO, CARTA 126

 A Celina   J.M.J.T.   Jesús + 3 de abril de 1891 
Querida Celinita: 

 

Esta tarde hemos visto a Margarita M. (1).
No tengo tiempo para hablarte detalladamente de esta visita, pero no puedo decirte el bien que ha hecho a mi alma... ¡Felices nosotras que hemos sido escogidas por el esposo de las vírgenes...! Marg. nos ha confiado secretos íntimos que no cuenta a nadie. 
Tenemos que rezar mucho por ella, pues se halla muy expuesta... Dice que ningún libro la ayuda. He pensado que los «Misterios de la vida futura» (1) podrían tal vez ayudarla y afianzar su fe que está en mucho peligro... Nos dijo que puede leer libros sin que lo sepa su marido.  


Sería bueno que le dieses ese libro, diciéndole que hemos pensado que podría interesarle; pero que lo comience por el capítulo tercero, donde hay una estampita, pues los tres primeros no creo que tengan interés para ella. Creo que sería mejor que hicieses como si no conocieras este libro y que simplemente cumples nuestro encargo, pues se molestaría si supiese que hemos dicho una sola palabra de sus confidencias. Preferiríamos que ni la señora Maudelonde ni nuestra tía supiesen que prestamos este libro a Marg. 
En fin, hazlo lo mejor que puedas, y dile que lo tenga todo el tiempo que quiera... Si no puedes dárselo sin ser vista, tal vez sería mejor no hacer nada. En fin, procura al menos hablarle de él. Yo, por mi parte, tengo unos deseos [enormes] de que lea algún libro en el que pueda encontrar respuesta a muchas de sus dudas... Creo que ésta podría ser una obra muy agradable a Dios. Él me ha dado a mí la idea, pero ya sabes que Teresa nada puede sin Celina, se necesitan las dos para hacer un trabajo completo. Por eso, ¡ahora le toca a Celina acabar lo que Teresa ha comenzado...! Celina, ¡si supieras cuánto te quiero, y cuán puro es el amor que te tengo...! 


Celina querida, tu Teresita está siempre contigo, porque tú estás en su corazón y eres la mitad de su corazón...  




Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz rel. carm. ind. 



NOTAS 


1 Margarita María Maudelonde, sobrina de la señora de Guérin, casada con René Tostain, un magistrado ateo, cf CA 2.9.7. 


2 La obra de Arminjon. 

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas
 

 

QUÉ MISTERIOSA ES LA VIDA, CARTA 124

 A Celina   J.M.J.T. 
20 de octubre de 1890    Jesús + 

Querida Celina: 
Tu Teresa quiere felicitarte tu santo... Hace ya mucho tiempo que está pensando en él, así que este año no va a ser la última en hacerlo. 
Celina, quizás ésta sea la última vez que se festeje tu santo en la tierra (1)... ¡Quizás...! ¡Qué esperanza tan dulce...! Tal vez el año que viene la humilde flor Celina, desconocida en la tierra, esté ya colocada sobre el corazón del Cordero divino; y entonces los ojos extasiados de los ángeles contemplarán, en vez de una pobre florecilla sin belleza, un lirio de una blancura deslumbrante...

CELINA, HERMANA DE TERESITA
  
Celina, ¡qué misteriosa es la vida!, no sabemos nada... no vemos nada... Y sin embargo, Jesús ha revelado ya a nuestras almas lo que el ojo del hombre no vio... Sí, nuestro corazón intuye lo que el corazón no puede comprender, pues a veces carecemos de pensamientos para expresar un no sé qué que sentimos dentro de nuestra alma... 

Celina, te mando dos Celinas (2) para tu santo. Tú sabrás comprender su lenguaje... Un mismo tallo las sostiene, un mismo sol las ha hecho crecer juntas, el mismo rayo hizo que se abrieran, y sin duda alguna ¡un mismo día las verá morir...!  


Los ojos de las criaturas no se dignan fijarse en una humilde flor Celina, y sin embargo su blanca corola está llena de misterio: en su corazón lleva encerrado un gran número de otras flores, los hijos de su alma (las almas), y además su cáliz blanco es rojo por dentro, ¡cual si estuviese empurpurado por su propia sangre...! 

Celina, el sol y la lluvia pueden caer sobre esa florecilla ignorada, sin ajarla. Nadie se preocupa por cogerla... Pero ¿acaso no es virgen también ella...? Sí, porque sólo Jesús la ha mirado, porque él la ha creado sólo para él... ¡Por eso es más feliz que la rosa brillante, que no es sólo para Jesús...! 


Celina, te estoy felicitando tu santo de una manera poco común, se puede decir. Pero sé que comprenderás las palabras incoherentes de tu Teresa... 


Celina, me parece que Dios no tiene necesidad de muchos años para realizar su obra de amor en un alma. Un rayo de su corazón puede, en un instante, hacer que su flor se abra para la eternidad...  




Tu Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz rel. carm. ind. (religiosa carmelita indigna)



NOTAS 


1 Celina tiene problemas cardíacos. Cf Cta 104. 


2 Dos flores de áster común (cf Cta 98) sostenidas por un mismo tallo. Aun se conservan prendidas encima de la palabra «Jesús» en el encabezamiento del autógrafo. 

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas


 

miércoles, 17 de octubre de 2018

OREMOS POR LOS SACERDOTES, CARTA 122

A Celina   J.M.J.T. 
Jesús + 14 de octubre de 1890 


Querida Celina: 
No quiero dejar que salga la carta de María sin añadir yo unas letras para ti. Nuestra querida Madre me da permiso para hacer la oración contigo... Celina, ¿no es eso lo que hacemos siempre juntas...? 

Celina querida, lo que tengo que decirte es siempre lo mismo: ¡oremos por los sacerdotes! Cada nuevo día nos muestra cuán raros son los amigos de Jesús... Me parece que lo que más debe de dolerle es precisamente eso: la ingratitud. 

Sobre todo el ver que las almas que se han consagrado a él dan a otros el corazón que le pertenece a él de una manera tan absoluta... 


Celina, hagamos de nuestro corazón un pequeño jardín de delicias donde Jesús pueda venir a descansar... No plantemos más que lirios en nuestro jardín. Sí, lirios. Y no admitamos en él otras flores, pues éstas pueden ser cultivadas por otros, mientras que los lirios sólo las vírgenes pueden ofrecérselos a Jesús... 

«La virginidad es un silencio profundo de todas las preocupaciones de la tierra». No sólo de las preocupaciones inútiles, sino de todas las preocupaciones. Para ser virgen, no hay que pensar más que en el Esposo, que no admite a su lado nada que no sea virgen, «pues quiso nacer de una madre virgen, tener un precursor virgen, un tutor virgen, un amigo predilecto virgen, y finalmente un sepulcro virgen». Él quiere también una esposa virgen, ¡su CELINA...!  


Alguien ha dicho también que «cada uno ama lógicamente a su tierra natal; y como la tierra natal de Jesús es la Virgen de las vírgenes, y él nació por su voluntad de un Lirio, le gusta encontrarse entre corazones vírgenes».

¿Y tu viaje (2)? Parece que lo olvido..., pero no, mi corazón te está siguiendo hasta allá y comprendo todo lo que sientes... ¡lo comprendo todo...! Todo pasa: el viaje a Roma, con sus desgarrones, ha pasado..., nuestra vida de antes ha pasado... También la muerte pasará, y entonces gozaremos de la vida, no por siglos, sino que millones de años serán para nosotras como un día, y otros millones de años les sucederán llenos de descanso y de felicidad (3)... ¡Celina...! 

Rézale mucho al Sagrado Corazón. Tú bien sabes que yo no veo al Sagrado Corazón como todo el mundo. Yo pienso que el corazón de mi Esposo es sólo para mí, como el mío es sólo para él, y por eso le hablo en la soledad de este delicioso corazón a corazón, a la espera de llegar a contemplarlo un día cara a cara... 

No te olvides allí de tu Teresa. Simplemente susurra su nombre, y Jesús comprenderá. ¡Hay tantas gracias vinculadas a ese santuario, sobre todo para los corazones que sufren...! 

Me gustaría escribir a Leonia, pero me es imposible, ni siquiera tengo tiempo para repasar esta carta. Dile que me acuerdo mucho de ella, etc. etc. Estoy segura de que el Corazón de Jesús va a concederle muchas gracias, etc. etc. Dile todo eso, ¿me entiendes...? 

Tu Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz, rel. carm. ind. 

 
NOTAS


1 Santa Teresita siempre mostró una vocación especial de orar por los sacerdotes. 

2 Peregrinación a Paray-le-Monial, acompañada de Leonia, con ocasión del segundo centenario de la muerte de la beata Margarita María (ahora santa Margarita María de Alacoque) , el 17 de octubre de 1890. 


3 Una vez más toca el tema del cielo.


4 Cf PN 23, introducción.  


Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas


miércoles, 10 de octubre de 2018

CARTA DE SANTA TERESITA A UNA SIRVIENTA SUYA QUE SE HIZO RELIGIOSA, CARTA 121

A María Josefa de la Cruz (1)
J.M.J.T.   Jesús +   Monasterio del Carmelo, 
28 de septiembre de 1890 

Querida Hermana: 

Su carta me ha llegado muy a lo hondo, y le agradezco las oraciones que ha hecho por mí. Yo tampoco la he olvidado a usted y he encomendado a Dios todas sus intenciones.  


Por fin ya soy toda de Jesús. A pesar de mi indignidad, él ha querido tomarme por esposa. Ahora tengo yo que darle pruebas de mi amor, y cuento con usted, querida Hermana, para ayudarme a dar gracias a Nuestro Señor. 

Las dos hemos recibido grandes gracias, y espero que pronto un mismo lazo nos una a Jesús para siempre. 

He tenido la dicha de recibir la bendición del Santo Padre para el día de mi profesión. El religioso que me la consiguió me escribía cuán numerosos son los enemigos de la Iglesia. En Roma, la lucha contra nuestro Santo Padre el Papa no cesa un instante. ¡Es desolador...!  


¡Qué bueno es ser religiosas para orar y aplacar la justicia de Dios! Sí, la misión que se nos ha confiado es muy hermosa, y la eternidad no será lo suficientemente larga para agradecer a Nuestro Señor la porción que nos ha asignado. 


Querida Hermana, encomiendo a sus oraciones a mi querido padre, tan probado por la cruz y tan admirable en su resignación. Me atrevo también a encomendarme a las oraciones de su santa comunidad. 


Reciba, querida Hermana, el religioso afecto de quien se siente extremadamente feliz de llamarse 

Su menor hermana, 


Teresa del Niño Jesús rel. carm. ind.(2)


 
NOTAS

(1) Marcelina Husé, sirvienta de los Guérin, que había entrado en las benedictinas de Bayeux en julio de 1889.  

(2) rel. carm. ind. abreviatura de "religiosa, carmelita, indigna)

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas
 

viernes, 5 de octubre de 2018

SÓLO JESÚS , poesía de santa Teresita



Mi corazón ardiente quiere darse sin tregua,

 siente necesidad de mostrar su ternura. 
Mas ¿quién comprenderá mi amor, 
qué corazón querrá corresponderme? 
En vano espero y pido que nadie 
pague con amor mi amor. 
Sólo tú, mi Jesús, eres capaz 
de contentar mi alma. 
Nada puede encantarme aquí en la tierra, 
no se halla aquí la verdadera dicha.

¡Mi única paz, mi amor, 
mi sola dicha eres tú, mi Señor!


Tú supiste crear un corazón de madre, 
por eso encuentro en ti al más tierno 
y amable de los padres. 
¡Oh, Jesús, mi único amor, Verbo eterno!, 
tu corazón es para mí más dulce 
que el corazón más dulce de una madre. 
A cada instante y paso me sigues 
en mis pasos y me guardas. 
Cuando te llamo, acudes prontamente. 
Y si, tal vez, parece que te escondes, 
tú mismo vienes en mi ayuda 
luego para poder buscarte.


En ti solo, Jesús, mi afición pongo, 
corro a tus brazos, a esconderme en ellos. 
Como un niño pequeño quiero amarte, 
como un bravo soldado luchar quiero. 
Como un niño, te colmo de caricias, 
y de mi apostolado en la palestra 
como un guerrero a combatir me lanzo...


Tu corazón divino, que guarda 
y que devuelve la inocencia, 
no es capaz de frustrar mis esperanzas. 
En ti, Señor, reposan mis deseos: 
después de este destierro, al cielo a verte iré.
 Cuando la tempestad se alza en mi alma, 
levanto a ti mis ojos, y en tu tierna mirada
 compasiva yo leo tu respuesta: 
«¡Hija mía, por ti creé los cielos!» 


Yo sé que mis suspiros y mis lágrimas 
ante ti están y te encantan, mi Señor. 
Los serafines forman en el cielo tu corte, 
y sin embargo tú vienes a buscar mi pobre amor...
Quieres mi corazón, aquí lo tienes,
te entrego enteros todos mis deseos. 
Y por ti, ¡oh mi Rey y Esposo mío!, 
a los que amo seguiré yo amando.


NOTAS 

Fecha: 15 de agosto de 1896. - Compuesta para: sor María de la Eucaristía, a petición suya, para su cumpleaños y para el primer aniversario de su entrada en el Carmelo. - Publicación: HA 98, dos versos corregidos. - Melodía: Près d'un berceau.

Teresa descuella por su capacidad de ponerse en el lugar de los demás, sin dejar de ser, cuando habla, plenamente ella misma. En Sólo Jesús es fácil, ciertamente, reconocer a la gran enamorada de Jesús en ese verano de 1896; pero se puede leer también ahí, con la misma facilidad, una biografía espiritual de María de la Eucaristía.

En esa época, Teresa está viviendo unas semanas de un extraordinaria densidad espiritual. Su «noche», sin ser tan oscura como llegará a serlo en 1897, la lanza con mayor fuerza que nunca hacia la persona de Jesús. El 6 de agosto, se había consagrado a la Santa Faz (junto con dos novicias) en una plegaria totalmente impregnada de amor (Or 12). Combatiente con el P. Roulland, que acaba de partir para China, descubre en Isaías, con nuevas tonalidades, los hermosos textos de la infancia espiritual (cf Cta 196). Aspira cada vez más a «amar como un niñito». En su interior bulle un número incalculable de deseos vehementes y bien probados que logra integrar en la sencillez de una única vocación (cf Ms B). 

El poema habla el lenguaje del amor humano, al estilo del Cantar de los Cantares. Por uno de esos cambios bruscos de dirección, tan propios de Teresa, la última estrofa incita a una actitud completamente distinta a la del punto de partida. Al comienzo, la criatura proponía su amor como para la galería: «¿Quién comprenderá?», «¿Qué corazón querrá?». Ahora descubre un corazón de una ternura mucho más desbordante aún que el suyo: un amor que se hace pobre, pedigüeño, que «mendiga» los suspiros y las lágrimas de su criatura. A un amor así no se puede resistir, hay que entregarse por entero.

El amor a «Jesús solo» es el programa que Teresa propone a la generosidad de María de la Eucaristía, a medio camino entre el «descanso» del primer cántico que compone para su prima (P 13) y el violento «combate» del de su profesión (P 32). La antítesis «niño-guerrero» queda por la grafía cursiva que Teresa reserva para las palabras importantes. El vocabulario es el del Ms B 2vº y el de Cta 194.
 

 

PRENDAS DE AMOR DEL DIVINO ESPOSO, CARTA 120

 A Celina      23 de septiembre de 1890 
J.M.J.T.    Jesús + 
 

¿Cómo decirte, Celina, lo que está pasando dentro de mi alma...? Se siente desgarrada, pero sé que esta herida está hecha por una mano amiga, ¡por una mano divinamente celosa...!  


Todo estaba dispuesto para mis bodas, ¿pero no te parece que le faltaba algo a la fiesta? Es cierto que Jesús había puesto ya muchas joyas en mi canastilla, pero faltaba todavía una de belleza incomparable, y ese diamante precioso Jesús me lo ha regalado hoy... Celina..., mis lágrimas han corrido al recibirlo..., y siguen todavía corriendo, y casi me las reprocharía si no supiera «que existe un amor cuya única prenda son las lágrimas» (1). 

Sólo Jesús ha dirigido este asunto, sólo él, y yo he reconocido su toque de amor... 

Tú sabes muy bien cómo deseaba volver a ver esta mañana a nuestro papá querido (2). Pues bien, ahora veo claramente que la voluntad de Dios es que no esté aquí. Él lo ha permitido sencillamente para probar nuestro amor... Jesús me quiere huérfana, quiere que yo esté sola con él solo para unirse mas íntimamente a mí; y quiere también darme en la Patria las alegrías tan legítimas que me negó en el destierro... 

Consuélate, Celina, nuestro esposo es un esposo de lágrimas y no de sonrisas. Démosle nuestras lágrimas para consolarle, y un día esas lágrimas se cambiarán en sonrisas de una dulzura inefable...  


 Celina, no sé si conseguirás entender mi carta, apenas puedo sostener la pluma... Cualquiera otra te daría muchas explicaciones sobre la visita de nuestro tío en el locutorio, pero tu Teresa tan sólo sabe hablarte el lenguaje del cielo. Celina, ¡comprende a tu Teresa...! 

La prueba de hoy es un dolor difícil de entender. Ves que se te ofrece una alegría, que es una alegría posible, una alegría natural, adelantas la mano... y no puedes coger ese consuelo tan deseado... Pero, Celina, ¡qué misterioso es todo esto...! No tenemos ya asilo aquí en la tierra, o por lo menos tú puedes decir como la Santísima Virgen: «¡Qué asilo!». Sí, ¡qué asilo...! Pero no es una mano humana la que ha hecho esto. Ha sido Jesús. ¡Es su «mirada velada» la que ha caído sobre nosotras...!  



He recibido una carta del Padre desterrado (3), 
y te copio un pasaje: 
«Mi aleluya está impregnado de lágrimas. Ninguno de tus padres estará ahí para ofrecerte a Jesús. ¿Habrá que compadecerte aquí abajo, cuando allá arriba los ángeles te felicitan y los santos te envidian? Tu corona de espinas los vuelve celosos. Ama, pues, esos pinchazos como prendas de amor de tu divino esposo». 

Celina, aceptemos de buen grado la espina que Jesús nos ofrece. La fiesta de mañana será una fiesta de lágrimas para nosotras, ¡pero estoy segura de que Jesús se va a sentir tan consolado...! 


Quisiera decirte muchas más cosas, pero me faltan las palabras... Me encargaron que te escribiera para consolarte, pero seguro que he cumplido muy mal el encargo... ¡Si al menos pudiese comunicarte la paz que Jesús ha infundido en mi alma en lo más recio de mis lágrimas! ¡Eso es lo que le pido para ti, que eres yo misma...! 


Celina... Las sombras declinan y la apariencia de este mundo pasa. Pronto, sí, pronto contemplaremos ese rostro desconocido y amado que nos fascina con sus lágrimas. 

 Sor Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz, rel. carm. ind.(religiosa carmelita indigna) 


 NOTAS 

1 Cita de una poesía de Celina. Cf Cta 108. 


2 Para su toma de velo. Cf Ms A 75rº/vº. 


3 El P. Pichon. 

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas






 











262

A.M.D.G.


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jueves, 4 de octubre de 2018

CARTA DE INVITACIÓN A LAS BODAS DE SOR TERESA DEL NIÑO JESÚS Y DE LA SANTA FAZ, CARTA 118


 8-20 de septiembre (?) de 1890 
J.M.J.T. 

El Dios todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, Dueño y Soberano del mundo, y la gloriosísima Virgen María, Reina y Princesa de la Corte Celestial, tienen a bien participar a Vd. el matrimonio de su hijo Jesús, Rey de reyes y Señor de señores, con la señorita Teresa Martin, ahora Señora y Princesa de los reinos aportados en dote por su esposo, a saber: la Infancia de Jesús y su Pasión, siendo sus títulos de nobleza: del Niño Jesús y de la Santa Faz. 


El señor Luis Martin, Propietario y Dueño de los Señoríos del sufrimiento y de la humillación, y la señora de Martin, Princesa y Dama de honor de la Corte Celestial, tienen a bien participarle a Vd. el matrimonio de su hija Teresa con Jesús, el Verbo de Dios, segunda Persona de la Santísima Trinidad, que, por obra del Espíritu Santo, al hacerse hombre nació de la Virgen María. 
 

No habiendo podido invitarle a Vd. a la bendición nupcial que se les dio en la montaña del Carmelo (sólo fue admitida la corte celestial), le pedimos que acuda a la tornaboda, que tendrá lugar mañana, día de la Eternidad, en que Jesús, el Hijo de Dios, vendrá sobre las nubes del cielo para juzgar a los vivos y a los muertos. (Por ser la hora todavía desconocida, le invitamos a Vd. a estar preparado y a velar).  




NOTAS 

Tenemos tres versiones de esta participación simbólica: a) el borrador que transcribimos a continuación; b) una copia de sor Inés, muy semejante, entregada a Celina (cf CG p. 581ss); c) el texto del Ms A 77vº, casi idéntico a la copia de sor Inés. 

 
Fuente: Obras Completas, santa Teresa de Lisieux, cartas.





CARTA DE TERESITA A SU HERMANA MARÍA, RECORDANDO EL DÍA DE SU PROFESIÓN RELIGIOSA, CARTA 117

 A María del Sdo. Corazón 

 Recuerdo del 8 de septiembre de 1890 

Día de eterno recuerdo, en el que tu hijita se ha convertido como tú en la esposa de aquel que dijo: «Mi reino no es de este mundo», y en otro lugar: «Además, pronto veréis al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo a la derecha de Dios». Ese es el día que nosotras esperamos... Día de las bodas eternas, en que nuestro Jesús enjugará todas las lágrimas de nuestros ojos y en que nos sentará con él en su trono... 


Ahora su rostro está como escondido a los ojos de los mortales; pero a nosotras, que comprendemos sus lágrimas en este valle de destierro, pronto se nos mostrará en la patria su Faz resplandeciente, y entonces llegará el éxtasis, la eterna unión gloriosa con nuestro esposo... 


Pídele que yo, a quien tú iniciaste en los caminos de la virtud, pueda estar un día muy cerca de ti en la patria. 


Tu hijita.  

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas