viernes, 26 de octubre de 2018

JESÚS NOS DEVOLVERÁ LAS ALEGRÍAS, CARTA 130

A Celina    J.M.J.T. 
Jesús + 23 de julio de 1891 

Querida Celina: 
Una vez más soy yo la encargada de contestarte... A la madre Genoveva le emocionó mucho tu carta y ha pedido mucho por su Celinita. ¡Qué gracia tan grande contar con las oraciones de un alma tan santa y ser amada por ella...! 

La fiesta de ayer (1) fue preciosa, fue realmente un preludio del cielo... Todos los regalos nos gustaron mucho: el pescado, las cerezas, los pasteles. Dale muchas gracias a nuestra tía y dile todo lo mejor que se te ocurra... 
 

Celina querida, tus dos cartas han hablado muy hondo a mi alma y me han hecho derramar lágrimas... Lo de la declaración (2) me hizo reír mucho; hay que reconocer que no se quedó corto [el galán] al ir a buscar a la prometida del rey del cielo.
Sin duda que el pobre no vio «la señal que el Esposo ha puesto sobre tu frente» (3), esa señal misteriosa que sólo Jesús puede contemplar y con él los ángeles que forman su corte real...  


Celina, ¿por qué este privilegio extraordinario? ¿Por qué...? ¡Qué gracia más grande ser virgen, ser la esposa de Jesús! Tiene que ser algo muy bello, muy sublime, cuando la más pura y la más inteligente de todas las criaturas prefería permanecer virgen a ser Madre de todo un Dios... Y ésta es precisamente la gracia que Jesús nos otorga a nosotras; quiere que seamos sus esposas, y luego nos promete también que seremos su madre y sus hermanos. 
Así lo dice en su Evangelio: «El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo ése es mi madre y mi hermano y mi hermana». Sí, quien ama a Jesús es toda su familia y encuentra en ese corazón único, que no tiene IGUAL, todo lo que desea. ¡Encuentra allí su cielo...!  



Celina querida, seamos siempre los lirios de Jesús. La gracia que yo le pido es que los saque de este mundo antes que el viento pernicioso de la tierra haga desprenderse uno solo de los polvillos de sus estambres, polvillo que podría amarillear un poco el brillo y la blancura del lirio. Jesús tiene que poder encontrar en sus lirios todo lo que desea encontrar en ellos, la pureza que no busca nada fuera de él y que no descansa más que en él...  


¡Ay, nada más fácil de manchar que un lirio...! Pues bien, yo digo que si Jesús dijo a la Magdalena que a quien más se le perdona más ama, esto puede decirse con mucha más razón cuando Jesús ha perdonado de antemano los pecados... ¿Comprendes, Celina...? Y además, cuando las lágrimas de Jesús son la sonrisa de un alma, ¿qué puede temer? Pienso que esas perlas misteriosas tienen el poder de blanquear los lirios y de hacer que su brillo se conserve. 

Celina querida, la apariencia de este mundo pasa, las sombras declinan, pronto estaremos en nuestra tierra natal, pronto las alegrías de nuestra infancia, las veladas del domingo, las charlas íntimas..., pronto todo eso nos será devuelto para siempre y con creces. Jesús nos devolverá las alegrías de las que nos privó por un instante... ¡y entonces, de la cabeza radiante de nuestro padre querido veremos salir oleadas de luz, y cada uno de sus blancos cabellos será como un sol que nos colmará de alegría y de felicidad...!  

TERESITA Y SU FAMILIA 

¿Es, pues, un sueño la vida (4)...? ¡Y pensar que con este sueño podemos salvar a las almas...! Sí, Celina, no olvidemos a las almas, sino olvidémonos de nosotras por ellas, y un día Jesús, mirándonos, nos dirá: «¡Qué hermosa es la casta generación de las almas vírgenes!» (5)

Un abrazo muy fuerte a mi Mariíta, a Leonia y a todos. En cuanto a ti, Celina, ¡ya sabes el lugar que ocupas en mi corazón...! 


Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz rel. carm. ind. 

 
NOTAS

1 Los sesenta años de profesión religiosa de la madre Genoveva. 

2 La de Enrique Maudelonde, un pretendiente de Celina.

3 Oficio litúrgico de santa Inés, antífona 3ª de Maitines. Cf PN 26, 7. 

4 SANTA TERESA DE JESÚS, Exclamaciones, 13,2. 

 5 Texto de oficio de Vírgenes.  

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas


 

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