Recuerdo del 8 de septiembre de 1890
Ahora su rostro está como escondido a los ojos de los mortales; pero a nosotras, que comprendemos sus lágrimas en este valle de destierro, pronto se nos mostrará en la patria su Faz resplandeciente, y entonces llegará el éxtasis, la eterna unión gloriosa con nuestro esposo...
Pídele que yo, a quien tú iniciaste en los caminos de la virtud, pueda estar un día muy cerca de ti en la patria.
Tu hijita.
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas
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