viernes, 26 de octubre de 2018

SANTA TERESITA ESTÁ PREOCUPADA POR EL ALMA DEL EX-CARMELITA JACINTO LOYSON, CARTA 129

A Celina    J.M.J.T. 
Jesús + El Carmelo, 23 de julio de 1891 

Querida Celina: 
Tus letras dijeron muchas cosas a mi alma; fueron para mí como un eco fiel que repitiera todos mis pensamientos... 

Nuestra querida Madre está todavía sufriendo mucho. Es muy triste ver sufrir así a los que se ama. Sin embargo, no te preocupes demasiado, que aunque Jesús tenga muchas ganas de gozar en el cielo de la presencia de nuestra Madre querida, no podrá negarse a dejarnos aún en la tierra a aquella cuya mano maternal sabe guiarnos tan bien y consolarnos en el destierro de la vida... 

¡Y qué triste destierro es el destierro de este mundo, sobre todo en esas horas en que todo parece faltarnos...! Pero entonces precisamente es cuando ese destierro es precioso, entonces es cuando brillan los días de la salvación. Sí, Celina querida, sólo el sufrimiento puede engendrar almas para Jesús... ¿Qué tiene de extraño que nademos en sufrimientos, nosotras, cuyo único deseo es salvar un alma que parece perdida para siempre (1)...? 
 

Los detalles me interesaron mucho, aunque hicieron latir muy fuertemente mi corazón... Pero voy a darte yo también algunos otros que no son más consoladores. 
El desdichado pródigo ha ido a Coutances, donde ha repetido las conferencias de Caen. Parece que tiene idea de recorrer así toda Francia... Celina... Además dicen también que es fácil observar que los remordimientos lo roen por dentro: recorre las iglesias con un gran crucifijo y parece hacer grandes gestos de adoración... Su mujer le sigue a todas partes.  

P. JACINTO LOYSON

Celina querida, él es muy culpable, más culpable tal vez de lo que lo ha sido nunca un pecador que se haya convertido; ¿pero no puede hacer Jesús lo que todavía no ha hecho nunca? Y si no desease hacerlo, ¿habría puesto en el corazón de sus pobres esposas un deseo que no pudiese convertir en realidad...? No, una cosa es cierta: que él desea todavía más que nosotras volver al redil a esta pobre oveja descarriada. 

Llegará un día en que Jesús le abrirá los ojos, y entonces ¡quién sabe si no recorrerá toda Francia con un fin completamente distinto del que hoy se propone! No nos cansemos de orar. La confianza hace milagros, y Jesús dijo a la beata Margarita María:
«Un alma justa tiene tanto poder sobre mi corazón, que puede alcanzar de él el perdón para miles de criminales» (2). 
Nadie sabe si es justo o pecador. Pero, Celina, a nosotras Jesús nos concede la gracia de sentir en lo hondo del corazón que preferiríamos morir antes que ofenderle. Y además, no son nuestros méritos, sino los de nuestro esposo, que son nuestros, los que ofrecemos a nuestro Padre del cielo, para que nuestro hermano, un hijo de la Santísima Virgen, vuelva, vencido, a arrojarse bajo el manto de la más misericordiosa de todas las madres... 

Celina querida, tengo que terminar, adivina tú el resto, ¡hay volúmenes enteros para adivinar...! 

Salúdalos a todos en mi nombre, y todo lo que quieras decirles de mi parte yo lo hago mío. 

Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz rel. carm. ind. 



NOTAS 

1 El P. Jacinto Loyson, ex-carmelita; cf CG p. 641s. 

2 Vie et Oeuvres de la Bienheureuse Marguerite-Marie Alacoque, t. I., p. 159.

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas
 

 

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