domingo, 8 de diciembre de 2019

AGRADAR A DIOS (AMOR DE DIOS)

Al contrario de otros místicos que se ejercitan en la perfección para alcanzar el amor, Sor Teresa del Niño Jesús tomaba como camino de la perfección el amor mismo.        
El amor fue el objetivo de toda su vida, el móvil de todas sus acciones.  


   Agradar a Dios
«Los grandes santos han trabajado por la gloria de Dios, pero yo, que no soy más que un alma pequeñita, trabajo por agradarle, por satisfacer sus «fantasías», y me sentiría dichosa de soportar los más grandes sufrimientos, aun sin que él lo supiera, si fuese posible, no para procurarle una gloria pasajera - ¡ aun esto sería ya demasiado hermoso!- sino sólo para hacer florecer una sonrisa en sus labios... ¡Hay ya bastantes que quieren ser útiles! Mi sueño es el de ser un juguetito inútil en las manos del Niño Jesús...; 
soy un «capricho» de Jesusín. . .».    

Durante su enfermedad, me hizo esta confidencia:        
«No he deseado otra cosa que agradar a Dios. 
Si hubiese procurado amontonar méritos, en este momento estaría desesperada».        
Sí, porque sabiendo que «todas nuestras justicias tienen mancha a los ojos de Dios», (Isaías 64, 5), ella, en su humildad, tenía en nada las obras que había realizado, y sólo estimaba el amor que las había inspirado.     

«A Dios, decía ella, que tanto nos ama, bastante le cuesta ya verse obligado a dejarnos en la tierra para cumplir nuestro tiempo de prueba, sin que tengamos que ir constantemente a decirle que aquí estamos mal; ¡es necesario hacer como que no nos damos cuenta!».        

Si sudaba en los grandes calores, o si sentía demasiado frío en invierno, tenía la exquisita delicadeza de no enjugarse el rostro y de no frotarse las manos «sino a hurtadillas, como para no dar a Dios tiempo de verlo...».        
Igualmente, cuando se entregaba a un ejercicio de penitencia prescrito por la Regla: «Me esforzaba por sonreír, confidenciaba, a fin de que Dios, como engañado por la expresión de mi rostro, no supiese que yo sufría».        
En su ingenuo lenguaje, decía: «¡Si al llegar al cielo no tengo todo lo que he deseado, me guardaré mucho de demostrarlo, y Dios no se dará cuenta de mi desilusión!


Fuente: Consejos y recuerdos (Recogidos por Sor Genoveva de la Santa Faz, Celina)

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