«Os quejáis de no hacer vuestra propia voluntad, me dijo, esto no es justo. Admito que no la hacéis en los detalles de cada jornada, pero ¿la vida en sí, no es la que habéis escogido? Luego hacéis vuestra voluntad no haciéndola, pues sabíais muy bien lo que abrazábais viniendo al Carmelo.
Os confieso que yo no me quedaría aquí ni un minuto a la fuerza. Si se me forzase a vivir esta vida, no podría vivirla; pero soy yo quien la quiere... Quiero todo aquello que me contraría. Sí, soy yo quien quiere todo lo que es contra mi voluntad, pues dije muy alto el día de mi Profesión: «que quería ser carmelita de grado y de libre voluntad»
En el mes de marzo de 1895, estando en el jardín con las novicias, descubrí una campanilla blanca. Me eché a cogerla, pero Sor Teresa del Niño Jesús me retuvo diciéndome: «Eso no está permitido». El pensar que ya no podría ni coger una flor me pareció tan duro que las lágrimas brillaron en mis ojos. Era un domingo. Al volver a nuestra celda, quise consolarme componiendo un cántico que expresase todo lo que había yo abandonado por hallar a Jesús, pero sólo me salió este final: «La flor que cojo, ¡oh, Rey mío!, Eres «Tú»
CELINA LE PIDIÓ A TERESITA QUE HICIESE UNA POESÍA DONDE
CONTARA LO QUE ELLA HABÍA HECHO POR JESÚS,
PERO TERESITA HIZO UNA POESÍA DONDE CONTABA
LO QUE HABÍA HECHO JESÚS POR CELINA.
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Teresa, a quien fui a confiar mi pena, no dijo nada, pero algunos días después me trajo una poesía titulada: «El cántico de Celina», que fue publicado más tarde con el titulo de «Lo que yo amaba».
En cada línea brilla, junto con su esperanza, su desprendimiento de las cosas de este mundo.
NOTA:
Esta poesía está en este blog, en la pestaña poesías, en el título "El cántico de Celina"
Fuente: Consejos y recuerdos (Recogidos por Sor Genoveva de la Santa Faz, Celina)
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