martes, 17 de diciembre de 2019

ROSAS PARA EL CRUCIFIJO (PIEDAD)

Teresita Sentía mucha devoción en echar flores al gran Cristo del patio y, más tarde, durante su enfermedad, cubría su crucifijo de rosas, separando con cuidado los pétalos marchitos. 



Un día que la vi tocando dulcemente la corona de espinas y los clavos de su Jesús con la punta de los dedos, le dije: «¿Qué hacéis?». 
Entonces, con un suave gesto de admiración ante mi sorpresa, me confesó: 
«Le estoy desclavando y quitándole la corona de espinas».        
No quería dar a las criaturas el testimonio de amor de echarles flores. Un día, le había yo puesto en la mano unas rosas pidiéndole que se las arrojase a alguna Hermana en señal de afecto; ella rehusó.  




Fuente: Consejos y recuerdos (Recogidos por Sor Genoveva de la Santa Faz, Celina)

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