J.M.J.T. El Carmelo, 4 de abril de 1889
¡Jesús...!
Celinita querida:
Tu carta me ha dejado una gran tristeza en el alma... ¡Pobre papaíto!(1) No, los pensamientos de Jesús no son nuestros pensamientos, ni sus caminos son nuestros caminos...
SANTA TERESITA CON SUS PADRES, CELIA Y LUIS |
Confieso que esta palabra «paz» me parecía un poco fuerte; pero el otro día, reflexionando sobre ello, encontré el secreto para sufrir en paz...
Quien dice paz no dice alegría, o al menos alegría sensible... Para sufrir en paz, basta con querer todo lo que Jesús quiere... Para ser la esposa de Jesús, es necesario parecerse a Jesús. ¡Y Jesús está todo él sangrante (2), está coronado de espinas...!
¡Mil años en tu presencia, Señor, son un ayer que PASÓ...!
Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión... En los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras... Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar: «Cantadnos un cantar de Sión...» ¿Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera...? (Salmo de David).
No, no cantemos a las criaturas los cánticos del cielo..., sino, como Cecilia, cantemos en nuestro corazón un canto melodioso para nuestro amado.
El canto del sufrimiento unido a sus sufrimientos es lo que más cautiva su corazón...
Jesús arde de amor por nosotras... ¡Mira su Faz adorable...! ¡Mira esos ojos apagados y bajos...! Mira esas llagas... Mira a Jesús en su Faz (3)... Allí verás cómo nos ama.
NOTAS
(1) El padre de Teresita, el sr Martin, estaba muy enfermo.
(3) Son muchas las cartas de este período en que Teresa evoca la Faz de Cristo.
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas.
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