J.M.J.T. ¡Jesús y su cruz...!
Hermana querida: Sí, querida de mi corazón, ¡Jesús está ahí con su cruz (1)!
Al privilegiarte con su amor, quiere hacerte semejante a él. ¿Por qué te vas a asustar de no poder llevar esa cruz sin desfallecer?
Jesús cayó hasta tres veces camino del Calvario, y tú, pobre niñita, ¿no vas a parecerte a tu esposo, no querrás caer 100 veces, si es necesario, para demostrarle tu amor levantándote con más fuerzas que antes de la caída...?
CELINA, HERMANA DE TERESITA |
Pero tú no sientes tu amor hacia TU ESPOSO; quisieras que tu corazón fuese una llama que subiese hacia él sin el más ligero humo (3).
Ten muy presente que el humo que te rodea es humo sólo para ti, para quitarte por completo la visión de tu amor a Jesús; la llama sólo Jesús la ve, al menos se la reserva toda entera para sí, pues, si nos la mostrase un poco, vendría enseguida el amor propio como un viento fatal que todo lo apaga...
En estos momentos me das la impresión de una persona que está rodeada de inmensas riquezas... cuya vista se pierde en el horizonte... Esta persona quiere volverles la espalda porque, dice, las excesivas riquezas le estorban, no sabe qué hacer con ellas, vale más dejar que se pierdan, ¡o bien dejar que algún otro se las lleve...! Ese otro no vendrá, pues esas riquezas están preparadas para la prometida de Jesús..., ¡y sólo para ella...!
Dios daría la vuelta al mundo para encontrar el sufrimiento, a fin de dárselo a un alma sobre la que su DIVINA mirada se ha posado con un amor indecible (4)...
¿Qué nos importan a nosotras... las cosas de la tierra...? ¿Podrá ser nuestra patria ese lodo, tan poco digno de un alma inmortal? ¿Y qué nos importa que hombres mezquinos corten el moho que crece en ese lodo? Cuanto más en el cielo esté nuestro corazón, tanto menos sentiremos esos alfilerazos (5)...
Pero no creas que no es una gracia, y de las grandes, el sentirlos, pues así nuestra vida es un martirio y un día Jesús nos entregará la palma.
¡Padecer y ser despreciado (6)! ¡Qué amargura, pero qué gloria también! He aquí la divisa del lirio siempreviva... Ninguna otra le sentaría bien.
Mi corazón te sigue en la noble tarea que Jesús te ha encomendado. ¡Tú no eres un soldado, sino un general...! Sufrir ahora y siempre... Pero todo pasa (7).
NOTAS:
1 La enfermedad del señor Martin.
2 TERESA DE JESÚS, Camino de perfección,
3 Cf Im III, 49, 2.
4 Pensamiento del P. Pichon.
5 Palabras humillantes relativas a la enfermedad de su padre.
6 Palabras de san Juan de la Cruz. Cf Ms A 48rº, 73vº; Cta 183, 185 y 188. Nótese que, mucho antes del verano de 1887, Teresa había podido leer en la Imitación (que muy pronto aprendió de memoria): «Jesucristo quiso sufrir y ser despreciado» (Im II, 1, 5).
7 Cf registro del breviario de santa Teresa de Jesús.
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux
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