¡Cuánto me hubiera gustado ser sacerdote para predicar sobre la Santísima Virgen! Un solo sermón me habría bastado para decir todo lo que pienso al respecto.
Ante todo, hubiera hecho ver qué poco se conoce su vida.
No habría que decir de ella cosas inverosímiles o que no sabemos; por ejemplo que de muy pequeñita, a los tres años, la Santísima Virgen fue al templo para ofrecerse a Dios con ardientes sentimientos de amor, totalmente extraordinarios, cuando tal vez fue allá sencillamente por obedecer a sus padres.
¿Y por qué decir también, al hablar de las palabras proféticas del anciano Simeón, que la Santísima Virgen, a partir de ese momento, tuvo constantemente ante los ojos la pasión del Señor? "Una espada te atravesará el alma", le dijo el anciano. Por lo tanto, no se trataba del presente, ¿te das cuenta, Madrecita?; era una predicción genérica para el futuro.
Nos la presentan inaccesible, habría que presentarla imitable, hacer resaltar sus virtudes, decir que ella vivía de fe igual que nosotros, probarlo por el Evangelio, donde leemos. «No comprendieron lo que quería decir». Y esta otra frase, no menos misteriosa: «Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño». Esta admiración supone una cierta extrañeza, ¿no te parece, Madrecita?
Sabemos muy bien que la Santísima Virgen es la Reina del cielo y de la tierra, pero es más madre que reina; y no se debe decir que a causa de sus prerrogativas eclipsa la gloria de todos los santos, como el sol al amanecer hace que desaparezcan las estrellas. ¡Dios mío, que cosa más extraña! ¡Una madre que hace desaparecer la gloria de sus hijos...!Yo pienso todo lo contrario, yo creo que ella aumentará con mucho el esplendor de los elegidos.
Lo que la Santísima Virgen tiene sobre nosotros es que ella no podía pecar y que estaba exenta del pecado original. Pero por otra parte, tuvo menos suerte que nosotros, porque ella no tuvo una Santísima Virgen a quien amar, y eso es una dulzura más para nosotros y una dulzura menos para ella.
Finalmente, en mi cántico «Por qué te amo, María» he dicho todo lo que predicaría sobre ella.
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, últimas conversaciones con la Madre Inés
No hay comentarios:
Publicar un comentario