El Carmelo, 26 de abril de 1889
¡Jesús...! +
Jesús mismo se va a encargar de decir FELIZ CUMPLEAÑOS a su prometida al cumplir los 20 años (1).
¡Qué vigésimo año tan fecundo en sufrimientos, en gracias de elección...! Veinte años, edad llena de ilusión, dime: ¿qué ilusión dejas en el corazón de mi Celina...?
¡Cuántos recuerdos entre nosotras...! ¡Todo un mundo de ellos...! Sí, Jesús tiene sus preferencias; en su jardín hay frutos que el Sol de su amor hace madurar casi casi en un abrir y cerrar de ojos... ¿Por qué somos nosotras de ese número...? Pregunta llena de misterios... ¿Qué razón puede darnos Jesús?
¡Su razón es que no hay ninguna...! ¡Celina...!, aprovechémonos de esa predilección de Jesús que en tan pocos años nos ha enseñado tantas cosas, no descuidemos nada que pueda agradarle... Dejémonos dorar por el sol de su amor..., ese sol abrasador..., ¡consumámonos de amor...!
Dice san Francisco de Sales: «Cuando el fuego del amor anida en un corazón, todos los muebles vuelan por las ventanas». ¡No, no dejemos nada..., nada en nuestro corazón, más que a Jesús...!
Y no pensemos que podremos amar sin sufrir, sin sufrir mucho... Nuestra pobre naturaleza está ahí, ¡y está para algo...! Ella es nuestra riqueza, nuestro medio de ganarnos la vida... Y es tan preciosa, que Jesús vino a la tierra expresamente para poseerla.
¡Suframos con amargura, sin ánimos...! «Jesús sufrió con tristeza. Sin tristeza, ¿cómo iba a sufrir el alma?» ¡Y nosotras quisiéramos sufrir generosamente, grandiosamente...! ¡Celina, qué ilusión...! ¿Quisiéramos no caer nunca...? ¡Qué importa, Jesús mío, que yo caiga a cada instante! En ello veo mi debilidad, y eso constituye para mí una gran ganancia... Tú ves ahí lo que yo soy capaz de hacer, y por eso te vas a sentir más inclinado a llevarme en tus brazos... Si no lo haces, señal de que te gusta verme por el suelo..., y entonces no tengo por qué inquietarme sino que tenderé siempre hacia ti mis brazos suplicantes y llenos de amor... ¡No puedo creer que me abandones...!
«Los santos encontraban la cruz precisamente cuando estaban a los pies de Nuestro Señor» (4).
¡Celina querida, dulce eco de mi alma...! ¡Si conocieras mi miseria...! ¡Si supieras...! La santidad no consiste en decir cosas hermosas, ni consiste siquiera en pensarlas o en sentirlas... Consiste en sufrir, y en sufrir toda clase de sufrimientos. «¡La santidad hay que conquistarla a punta de espada! ¡Hay que sufrir..., hay que agonizar...!»
Vendrá un día en que las sombras desaparecerán, y entonces no quedará ya nada más que la alegría, la embriaguez...
¡Aprovechémonos de nuestro único momento de sufrir...! No miremos más que al instante presente... Un instante es un tesoro... Un solo acto de amor nos hará conocer mejor a Jesús..., nos acercará a él por toda la eternidad...
Sor Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
NOTAS:
(1) Celina iba a cumplir 20 años el 28 de abril.
(1) Celina iba a cumplir 20 años el 28 de abril.
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas.
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