Jueves 30 de mayo de 1889
Jesús +
Querida hermanita: Has hecho bien en escribirme. Lo he comprendido todo... todo, todo, todo (1)...
No has cometido ni sombra de pecado. Conozco tan bien lo que son esa clase de tentaciones, que puedo asegurártelo sin temor a equivocarme. Además, Jesús me lo dice en el fondo del corazón... Hay que despreciar todas esas tentaciones y no hacerles ningún caso.
MARÍA GUERIN, PRIMA DE SANTA TERESITA |
Muy astuto tiene que ser el demonio para engañar así a un alma (3)... ¿Pero no ves, cariño, que ésa es la meta que persigue? Sabe muy bien el pérfido que no puede hacer pecar a un alma que quiere ser toda de Jesús, y por
eso sólo intenta hacérselo creer.
Ya es mucho para él llevar la turbación a esa alma; pero su rabia necesita algo más: quiere privar a Jesús de un tabernáculo amado; y al no poder entrar él en ese santuario, quiere al menos que se quede vacío y sin dueño... ¿Y qué será de ese pobre corazón...? Cuando el diablo consigue alejar a un alma de la sagrada comunión, lo ha ganado todo... ¡Y Jesús llora...!
¡Cariño!, piensa, pues, que Jesús está allí en el sagrario expresamente para ti, para ti sola, y que arde en deseos de entrar en tu corazón... ¡Anda, no escuches al demonio, búrlate de él y vete a recibir sin miedo al Jesús de la paz y del amor...!
Pero ya te estoy oyendo decir: «Teresa dice esto porque no sabe..., no sabe que lo hago muy adrede..., que eso me divierte..., y además no puedo comulgar porque creo que cometo un sacrilegio, etc. etc. etc.».
Sí, tu pobre Teresita lo sabe muy bien, te digo que lo adivina todo, y te asegura que puedes ir sin temor a recibir a tu único amigo verdadero... También ella ha pasado por el martirio de los escrúpulos (4), pero Jesús le concedió la gracia de comulgar incluso cuando ella creía haber cometido grandes pecados... Pues bien, te aseguro que ella se convenció de que ése era el único medio para desembarazarse del demonio, pues cuando él ve que está perdiendo el tiempo nos deja tranquilos...
No, es IMPOSIBLE que un corazón «que sólo encuentra descanso mirando a un sagrario» ofenda a Jesús hasta el punto de no poderle recibir. Lo que ofende a Jesús, lo que hiere su corazón ¡es la falta de confianza...!
Hermanita, ya antes de recibir tu carta presentía tus angustias. Mi corazón estaba unido a tu corazón. Anoche, en sueños, intentaba consolarte, pero no podía conseguirlo..., y no seré hoy más afortunada a no ser que Jesús y la Virgen Santísima vengan a ayudarme. Espero que mi deseo se convierta en realidad y que la Santísima Virgen, el último día de su mes, cure a mi hermanita querida. Pero para eso, es necesario orar, orar mucho. Si pudieras ponerle una vela a Nuestra Señora de las Victorias..., ¡tengo tanta confianza en ella...!
NUESTRA SEÑORA DE LAS VICTORIAS |
No tenemos más que los breves instantes de nuestra vida para amar a Jesús. El diablo lo sabe muy bien, y por eso procura consumirla en trabajos inútiles...
Hermanita querida, comulga con frecuencia, con mucha frecuencia... Este es el único remedio si quieres curarte. No en vano ha puesto Jesús esos deseos en tu alma. (Yo creo que a él le gustaría que pudieses recuperar las dos comuniones que dejaste, pues así la victoria del demonio sería menor al no haber logrado alejar a Jesús de tu corazón).
No temas amar demasiado a la Santísima Virgen, nunca la amarás lo suficiente, y Jesús estará muy contento pues la Virgen es su Madre.
Adiós, hermanita, y perdona este rompecabezas que es mi carta; no puedo volverla a leer por falta de tiempo. Da un abrazo de mi parte a todos los míos,
Sor Teresa del Niño Jesús
NOTAS
(1) He aquí un extracto de la carta de María, que por esas fechas se encontraba en la Exposición de París: «Vengo a molestarte una vez más, y sé de antemano que no vas a estar contenta de mí. Pero ¿qué quieres?, sufro tanto que me hace bien volcar todas mis penas en tu corazón. París no está hecho para curar los escrúpulos, ya no sé adónde volver la mirada: si huyo de una desnudez, me encuentro con otra, y así de continuo todo el día. Es para morirse de pena. Me parece que lo hago por curiosidad, tengo que mirarlo todo, me parece que es por ver el mal. No sé si me vas a entender: tengo tal lío en la cabeza, que no acierto a desenredarlo. El demonio no cesa tampoco de recordarme todas esas cosas feas que he visto durante el día, y ése es otro motivo de tormento. ¿Cómo quieres que comulgue mañana y el viernes? Me veo obligada a abstenerme, y ésta es la prueba más dura, nunca había sentido tanto amor a la comunión; pienso que estaría inundada de consuelos, que me sentiría fortalecida si pudiese tener a Dios dentro de mi corazón; de otro modo, está tan vacío mi pobre corazón, está lleno de tristeza, nada puede distraerme. ¡Qué ciudad, París! ¡Cuánto más feliz es uno en nuestra casita de la calle Condorcet! ¿Sabes cuándo me siento más feliz? Cuando estoy en la iglesia. Al menos allí puedo posar mis ojos en el sagrario, y entonces siento que estoy en mi centro, todo lo demás no está hecho para mí. Yo no sé cómo la gente puede vivir aquí; para mí esto es un verdadero infierno» (A Teresa, LC 113, 29 de mayo de 1889).
(2) Ese mismo día, 30 de mayo.
(3) Cf la documentación sobre el demonio; TrH, pp. 128ss.
(4) La misma Teresita pasó por la enfermedad de los escrúpulos cuando era casi una niña.
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas
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