J.M.J.T.
El Carmelo, 12 de marzo de 1889
«¡Viva Jesús...! ¡Qué bueno es entregarse a él y sacrificarse por su amor...!».
¡Celina...! Este nombre querido resuena dulcemente en el fondo de mi corazón... ¿No sintonizan a la perfección nuestros dos corazones...?
CELINA Y TERESITA |
Esta noche necesito ir a hundirme con mi Celina en el infinito... Necesito olvidar la tierra... Todo me cansa aquí abajo, todo me pesa... Sólo encuentro una alegría: la de sufrir por Jesús. Pero esta alegría no gustada supera a toda alegría...
La vida pasa... La eternidad se acerca a grandes pasos... Pronto viviremos de la vida misma de Jesús... Después de haber sido abrevadas en la fuente de todas las amarguras, seremos deificadas en la fuente misma de todas las alegrías y de todas las delicias... Pronto, hermanita, con una sola mirada podremos comprender lo que pasa en lo más íntimo de nuestro ser...
La representación de este mundo PASA... Pronto veremos unos cielos nuevos, y un sol más radiante iluminará con sus esplendores mares celestiales y horizontes infinitos... La inmensidad será nuestra heredad..., ya no estaremos prisioneros en esta tierra de destierro... ¡todo habrá PASADO...! Bogaremos con nuestro esposo celestial sobre lagos sin riberas... ¡El infinito no tiene límites, ni fondo, ni orillas...!
«Animo, Jesús escucha hasta el último eco de nuestro dolor». Nuestras arpas, en este momento, están colgadas en los sauces que bordean el río de Babilonia..., pero el día de nuestra liberación ¡qué armonías haremos escuchar..., con qué gozo haremos vibrar todas las cuerdas de nuestros instrumentos...!
El amor de Jesús a Celina sólo Jesús puede comprenderlo... Jesús ha hecho locuras por Celina... Que Celina haga locuras por Jesús... El amor sólo con amor se paga y las heridas de amor sólo con amor se curan (cita de san Juan de la Cruz).
La campana está tocando y todavía no he escrito a mi pobre Leonia. Dale mis recuerdos y un abrazo y dile que la quiero... Que sea muy fiel a la gracia, y Jesús la bendecirá. Que pregunte a Jesús lo que quiero decirle, le doy a él mis encargos...
¡Hasta pronto...! ¡El cielo, el cielo! ¿Cuándo estaremos ya en él?
El granito de arena de Jesús
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas.
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