Le llevaron una rosa. La deshojó sobre su crucifijo con una gran piedad y amor, cogiendo uno a uno los pétalos y acariciando con ellos las llagas de Nuestro Señor.
Entonces dijo:
-En el mes de septiembre, Teresita sigue deshojando «la rosa primavera»:
Quiero... deshojarte mi rosa,
mi rosa primavera;
y enjugar con sus pétalos
tu llanto, mi Señor.
Y como los pétalos se caían de la cama al suelo de la enfermería, dijo con gran seriedad:
-Recoged cuidadosamente esos pétalos, hermanitas, más tarde os servirán para hacer obsequios... No perdáis ni uno...
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, últimas conversaciones con la Madre Inés (Paulina)
No hay comentarios:
Publicar un comentario