Querida Celina:
Mi alma no te abandona..., ¡sufre el destierro (1) contigo...! ¡Ay, cómo cuesta vivir, seguir en esta tierra de amarguras y de angustias...! Pero mañana..., dentro de nada, estaremos en el puerto, ¡qué felicidad! ¡Qué maravilloso será contemplar a Jesús cara a cara por toda la eternidad! ¡Siempre, siempre más amor, siempre alegrías cada vez más más embriagadoras..., una felicidad sin nubes...!
¡Es gran amor amar a Jesús sin sentir la dulzura de este amor...! ¡Es un verdadero martirio...! Pues bien, ¡muramos mártires! Celina, Celina mía, dulce eco de mi alma, ¿entiendes? Es el martirio ignorado, sólo conocido por Dios, que el ojo de la criatura no puede descubrir, martirio sin honor, sin triunfos...
He ahí el amor llevado hasta el heroísmo... Pero un día Dios, agradecido, exclamará: «Ahora me toca a mí»¿Y qué veremos entonces...? ¿Qué será esa vida que nunca tendrá fin...? Dios será el alma de nuestra alma..., ¡misterio insondable...! El ojo del hombre no ha visto la luz increada, su oído no ha escuchado las incomparables armonías, y su corazón no puede soñar lo que Dios tiene reservado a los que ama.
Y todo esto llegará pronto, sí, pronto.
Démonos prisa en tejer nuestra corona, tendamos la mano para recoger la palma, y si amamos mucho, si amamos a Jesús con pasión, no será lo bastante cruel como para dejarnos mucho tiempo en esta tierra de destierro...
Celina, durante los CORTOS INSTANTES QUE nos quedan, no perdamos el tiempo..., salvemos almas... Las almas se pierden como copos de nieve, y Jesús llora, y nosotras pensamos en nuestro dolor sin consolar a nuestro prometido... Sí, Celina, vivamos para las almas..., seamos apóstoles..., salvemos sobre todo las almas de los sacerdotes (2). Esas almas debieran ser más transparentes que el cristal... Pero, ¡ay!, ¡cuántos malos sacerdotes, cuántos sacerdotes que no son lo bastante santos...! Oremos y suframos por ellos, y en el último día Jesús estará agradecido. ¡Nosotras le daremos almas...!
¿Comprendes, Celina, el grito de mi corazón...? Juntas..., siempre juntas.
Celina y Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz.
Sor María del Sagrado Corazón no te puede escribir porque la carta pesaría demasiado.
NOTAS
(1) Celina y Leonia se encuentran en La Musse.
(2) Es la primera vez que aparece en los escritos de Teresa la preocupación por los sacerdotes; en la correspondencia de 1889-1890 con Celina vuelve a aparecer el «leitmotiv»: «Oremos por los sacerdotes»
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario