Jesús + 3 de abril de 1894
Muy querida Hermana:
Me resulta imposible decirle cómo me ha llegado al corazón su atenta carta. Ya fue para mí una gran alegría saber que le había gustado el cuadro del Niño Jesús (1). Me sentía recompensada por encima de todas mis esperanzas... Querida tía (2), permítame seguir dándole este nombre, en usted precisamente pensaba yo al tratar de imaginarme qué podría regalar a nuestra Reverenda Madre para la celebración de su primer santo como priora.
Sabía que a ella le gustaría mucho enviarle a usted un pequeño recuerdo; por eso, puse toda mi alma en la composición de «El sueño del Niño Jesús». Pero, ¡ay!, al no saber reproducir mi inhábil pincel lo que mi alma había soñado, regué con mis lágrimas el vestido blanco de mi Niño Jesús, ¡lo cual, sin embargo, no hizo bajar un rayo del cielo sobre su carita...! Entonces, en mi pena, me prometí a mí misma no decir nada acerca de la intención que tenía al emprender mi trabajo.
Y, en efecto, sólo al ver la indulgencia de nuestra Madre, le confié mi secreto. Ella tuvo a bien mirar el corazón y la intención, más que el arte de su hija, y, con gran alegría de mi parte, mi Niño Jesús ha ido, en mi lugar, a trabar conocimiento con mi santa tía de Le Mans.
He pintado al divino Niño de manera que represente cómo se comporta él conmigo... En efecto, él casi siempre está dormido... El Jesús de la pobre Teresa no la acaricia como acariciaba a su Santísima Madre (3). Eso es completamente natural, ¡pues la hija es tan indigna de la Madre...! Sin embargo, los ojitos cerrados de Jesús hablan mucho a mi alma, y, ya que él no me acaricia, yo trato de agradarle. Yo sé muy bien que su corazón está siempre en vela, y que en la patria de los cielos se dignará abrir sus divinos ojos... Y entonces, al mirar a Jesús, tendré también la dicha de contemplar junto a él a mis santas Madres de la Visitación. Espero que ellas querrán reconocerme como hija. ¿No son ellas, de hecho, mis madres, las que formaron el corazón de los dos ángeles visibles que me hicieron de verdaderas madres (4)...?
CUADRO PINTADO POR SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS |
Le ruego, querida tía, que pague la deuda de gratitud de su sobrinita, dando las gracias en su nombre a su Reverenda Madre y a todas las Hermanas, en especial a sor Josefa de Sales (6), cuyo afectuoso recuerdo me ha conmovido mucho.
QUERIDÍSIMA TÍA, me gustaría seguir hablando mucho más tiempo con usted, pero estoy al final del papel y me veo precisada a dejarla, pidiéndole perdón...
Sor Teresa del Niño Jesús su indigna sobrinita
NOTAS Cta 160
1 Cf Cta 156. La madre Inés de Jesús obsequió a su antigua profesora de la Visitación el cuadro pintado por Teresa.
2 Paulina llamaba «tía» a su antigua profesora en recuerdo de su tía salesa, sor María Dositea. Teresa hace otro tanto, por deseo de Paulina.
3 Cf Cta 162, n. 1.
4 María y Paulina, las dos educadoras de Teresa, conservaron una fuerte impronta de sus años de internado en la Visitación de Le Mans.
5 El 29 de marzo de 1875; cf Ms A 7vº.
6 Luisa Gasse, compañera y amiga de Paulina en el internado.
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