martes, 18 de diciembre de 2018

CARTA DE TERESITA A SU HERMANA LEONIA POR SU PRÓXIMA TOMA DE HÁBITO, CARTA 158

A Leonia    Marzo (?) de 1894 
J.M.J.T. 

 
Querida Leonia: 
¡No puedo expresar la alegría que sentí al saber que has sido aprobada para la toma de hábito...! Comprendo lo feliz que debes de sentirte y comparto enormemente tu alegría.  

LEONIA

Querida hermanita, ¡qué bien ha sabido Dios recompensar tus esfuerzos! Me acuerdo de lo que me decías en el locutorio antes de tu entrada en el arca santa. No te importaba ser siempre la última, tomar el hábito sin solemnidad... No buscabas más que a Jesús, y por él renunciabas a todo consuelo. Pero, como nos repetía a menudo nuestro padre querido: «Dios nunca se deja ganar en generosidad». Por eso no ha querido que te vieras privada de la dicha de convertirte públicamente en su prometida, en espera de que seas su esposa. Creo que los años de destierro que has pasado en el mundo han servido para adornar tu alma con una vestidura preciosa para el día de tus esponsales. A los tristes días del invierno han seguido para ti los días radiantes de la primavera, y Jesús te dice, como a la esposa del Cantar de los Cantares: «Ya ha pasado el invierno, han cesado las lluvias y se han ido. Levántate, amada mía, paloma mía, y ven... Estoy a la puerta, ábreme, hermana mía, amada mía, que tengo la cabeza cubierta de rocío, mis rizos del relente de la noche». Hacía mucho tiempo que suspirabas por la visita de Jesús y le decías, como la esposa: «¿Quién me dará, amado mío, poderte encontrar a solas allá afuera?. Te podría besar sin que ya nunca me criticara la gente...» 


Al fin llegó ese día tan deseado... Tú, hermanita querida, aún no habías encontrado a Jesús ante los ojos del mundo; pero después de haberlo buscado con mil desvelos, he aquí que él mismo viene hacia ti... Tú te conformabas con encontrarle fuera a solas, pero él desea besarte delante de todo el mundo, para que ya nadie ignore «que él ha puesto su sello sobre tu frente y que nunca tendrás otro amador que él» (1)... 

Querida Leonia, me olvidaba de darte las gracias por tu carta. Debería haber empezado por ahí, pero ¿verdad que entiendes que la alegría que siento por tu inmensa felicidad es lo que me ha hecho cometer este olvido? 

Espero que tus deseos se vean pronto cumplidos y que vuestro capellán se cure rápidamente. Te ruego, querida hermanita, que des mis respetuosos saludos a tu buena y venerada Madre (2). Me alegro, como tú, de que sea ella quien te dé el santo hábito. 

Te dejo, pero siguiendo unida a ti en el divino Corazón de Jesús. 


Tu indigna hermanita, 


Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz rel. carm. ind. 
 


 
NOTAS

1 Cf Oficio litúrgico de santa Inés, antífona 3ª de Maitines; y PN 26. 

2 Madre María de Sales; cf Cta 148, n. 3. 
 

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