Jesús + 14-15 y 17 de octubre de 1895
Querida Juana:
Al leer tu carta, me parecía estar viéndote y oyéndote. Me ha producido una enorme alegría comprobar la agradable enfermedad que mis tíos fueron a llevarte de Lisieux; espero que aún no te hayas curado de tu crisis de alegría...; lo cual es muy probable, ya que el célebre miembro de la Facultad (1), a pesar de toda su ciencia universal, no puede encontrar ningún remedio para su querida Juanita. Si por casualidad descubriese alguno, por favor, que no se olvide de nuestro Carmelo: desde que entró «el duendecillo que abrió las arrugas y encaneció el cabello» de su querida Fifine (2), todo el noviciado sufre ese contagio. Es un gran consuelo para mí, la vieja decana del noviciado (3), ver mis últimos días rodeados de tanta alegría; eso me rejuvenece, y, a pesar de mis siete años y medio de vida religiosa, muchas veces me falta la gravedad en presencia de ese gracioso diablillo que alegra a toda la comunidad. ¡Si la hubieras visto el otro día con tu fotografía y la de Francis, te habrías divertido mucho...! Nuestra Madre las había traído a la recreación y las hacía pasar de mano en mano; cuando le llegó el turno a sor María de la Eucaristía, tomó las fotografías una después de otra, dirigiéndoles sus más graciosas sonrisas y diciéndoles por turno: «Buenos días, Fifine... Buenos días, Serafín». Estas expresiones de cariño hicieron reír a todas las carmelitas, que están muy contentas de tener una postulante tan simpática. Su hermosa voz constituye nuestra dicha y el encanto de nuestras recreaciones. Pero, sobre todo, lo que alegra mi corazón mucho más que todos los talentos y las cualidades exteriores de nuestro ángel querido, son sus buenas disposiciones para la virtud.
DE PIE, DE IZQUIERDA A DERECHA, LEONIA Y MARÍA GUÉRIN.
SENTADAS: CELINA PINTANDO Y JUANA
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¿Y no has recibido tú ya ese céntuplo que Jesús prometió...? Sí, la paz y la felicidad de tu Mariíta han traspasado las rejas de la clausura para ir a derramarse en tu alma... Y tengo la íntima convicción de que pronto recibirás un céntuplo más abundante: de que un angelito vendrá a alegrar tu hogar y a recibir tus besos de madre...
Temo pecar de indelicadeza. Si es así, no hagas caso a mi petición y recibiré muy agradecida el pescado que me regales, sobre todo si quieres añadirle las perlas de que me hablaste el otro día...
Ya ves, querida Juana, cómo he cambiado y que, lejos de guardar silencio, hablo como una cotorra y soy demasiado atrevida al pedir... ¡Es tan difícil guardar el justo medio...! Por suerte, una hermana lo perdona todo, incluso las inoportunidades del pequeño benjamín...
He interrumpido tantas veces la carta, que no tiene ilación. Había pensado muchas cosas hermosas acerca del ciento por uno de que te hablaba al principio, pero me veo obligada a guardar esas cosas hermosas en lo hondo de mi corazón y a pedir a Dios que las haga realidad en ti, pues no tengo tiempo de enumerártelas. Tengo que ir «al lavado», a escuchar, mientras froto la ropa, a mi querido diablillo que seguramente cantará que «Este lavado nos llevará a la ribera sin tempestad...» (6).
LAVADERO DEL CONVENTO DE LISIEUX |
Nuestras dos Madres y todas tus hermanitas te mandan un millón de recuerdos cariñosos, lo mismo que a Francis. No me olvido que mañana se celebra la fiesta de san Lucas, uno de sus patronos (7), así que ofreceré por él la sagrada comunión y pediré a Jesús que lo recompense por las molestias que se tomó en encontrarme las medicinas...
FRANCIS, ESPOSO DE JUANA |
Un abrazo de corazón, querida Juanita, y cuenta con el afecto y la gratitud de tu más pequeña hermanita
Teresa del Niño Jesús rel. carm. ind.
NOTAS
1 Francis, médico.
2 El «duendecillo» es María Guérin, convertida ahora en sor María de la Eucaristía; Fifine, Juana; y más abajo, Serafín es Francis.
3 Teresa tendría que haber dejado el noviciado el 8 de septiembre de 1893.
4 Con vistas a los trabajos de pintura, que se vendían en beneficio de la comunidad.
5 Cf CA 31.8.5.
6 Copla compuesta por sor María de la Eucaristía.
7 Patrono de los médicos.
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas.
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