J.M.J.T.
Jesús + El Carmelo, 16 de julio de 1894
Querida Celina:
Tu carta me ha producido verdadera alegría; me admiro de cómo la Santísima Virgen se ha dignado escuchar todos tus deseos.
Aun antes de tu matrimonio, ella quiso que el alma a la que vas a unirte no forme sino una sola con la tuya por la igualdad de sentimientos. ¡Qué gracia tan grande para ti el sentirte tan bien comprendida, y, sobre todo, el saber que vuestra unión será eterna, que después de esta vida podrás seguir amando al esposo a quien tanto quieres...!
Ya han pasado, para nosotras dos, los días benditos de nuestra infancia. Ahora estamos en lo serio de la vida. El camino que seguimos es muy distinto, pero nuestro destino es el mismo.
No debemos tener ambas sino una misma meta: santificarnos en el camino que Dios nos ha trazado.
Me parece, querida amiga, que contigo puedo hablar con libertad, pues tú entiendes el lenguaje de la fe mejor que el del mundo y el Jesús de tu primera comunión sigue siendo el dueño de tu corazón; en él amas a esa hermosa alma que ya no forma sino una con la tuya, y a él se debe el que vuestro amor sea tan tierno y tan fuerte. ¡Qué hermosa es nuestra religión! En vez de encoger nuestros corazones (como cree el mundo), los eleva y los hace capaces de amar, de amar con un amor casi infinito, ya que está llamado a continuar después de esta vida mortal, que no se nos ha dado sino para alcanzar la patria del cielo, donde volveremos a encontrar a los seres queridos a los que hemos amado en la tierra.
Yo ya había pedido para ti, querida Celina, a Nuestra Señora la Virgen del Carmen la gracia que obtuviste en Lourdes. ¡Cuánto me alegro de que te hayas impuesto el santo escapulario! Es una señal segura de predestinación, y además ¿no estás así por él más íntimamente unida a tus hermanitas del Carmelo...?
Me encomiendas, querida primita, que rece por tu querido esposo, ¿piensas que podría dejar de hacerlo...? No, ya no os puedo separar en mis pobres oraciones. Pido a Nuestro Señor que se muestre tan generoso con vosotros como se mostró en otro tiempo con los esposos de las bodas de Caná. Que él convierta siempre el agua en vino..., es decir, que continúe haciéndote feliz y que suavice, en la medida de lo posible, las adversidades que encontréis en la vida.
Las adversidades. ¿Cómo he podido poner esta palabra en mi carta, cuando sé que para ti todo es felicidad...? Perdóname, querida amiga, goza en paz de la alegría que Dios te concede, sin inquietarte por el porvenir. El porvenir te reserva, estoy segura, nuevas gracias y muchas alegrías.
La madre María de Gonzaga aprecia mucho el que la recuerdes con cariño, y tampoco ella olvida a su Celinita. Nuestra Madre y sor María del Sagrado Corazón comparten también tu felicidad y me encargan que te salude cariñosamente.
Me atrevo a pedirte, querida primita (1), que presentes mis respetuosos saludos al Sr. Pottier, a quien no puedo dejar ya de considerar también como primo mío.
Te dejo, querida prima, quedando siempre muy unida a ti de corazón, y toda mi vida me sentiré dichosa de llamarme
Tu hermanita en Jesús,
Teresa del Niño Jesús rel. carm. ind.
NOTAS Cta 166
1 Celina Maudelonde no es prima de Teresita, es una amiga de la infancia, pero ella la llama cariñosamente "prima"
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas.
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