MADRE MARÍA GONZAGA |
Nuestra maestra de novicias era una verdadera santa, el tipo acabado de las primitivas carmelitas. Yo pasaba todo el día a su lado, pues era la que me enseñaba a trabajar.
Su bondad para conmigo no tenía límites, y, sin embargo, mi alma no lograba expansionarse con ella... Me suponía un gran esfuerzo hacer con ella la conferencia espiritual. Como no estaba acostumbrada a hablar de mi alma, no sabía cómo expresar lo que sucedía en mi interior. Una Madre ya mayor intuyó un día lo que me pasaba y me dijo, sonriendo, en la recreación:
-«Hijita, me parece que tú no debes de tener gran cosa que decir a las superioras».
«¿Por qué dice eso, Madre...?»
-«Porque tu alma es extremadamente sencilla ; y cuando seas perfecta, serás más sencilla todavía, pues cuanto uno más se acerca a Dios, más se simplifica».
Aquella anciana Madre tenía razón. No obstante, la dificultad que yo tenía para abrir mi alma, aun cuando proviniese de mi sencillez, era un auténtico problema para mí. Lo reconozco hoy que, sin dejar de ser sencilla, expreso con gran facilidad lo que pienso.
He dicho que Jesús había sido «mi director espiritual». Cuando entré en el Carmelo, conocí al que podía haberlo sido. Pero apenas me había admitido entre el número de sus hijas, tuvo que partir para el exilio... Así que sólo lo conocí para perderle enseguida... Reducida a no recibir de él más que una carta al año, por doce que yo le escribía, pronto mi corazón se volvió hacia el Director de los directores, y él fue quien me instruyó en esa ciencia escondida a los sabios y a los prudentes, que él quiere revelar a los más pequeños...
NOTAS
(1) Es difícil evaluar con precisión las relaciones de Teresa con la madre María de Gonzaga, debido a las verdaderas requisitorias que contra ella dirigieron en los Procesos la madre Inés y varias religiosas más. Los textos de Teresa manifiestan una gran admiración, una cierta confianza, y una reserva ante los excesos de afecto; en definitiva, un juicio sumamente agudo, moderado por la caridad.
(2) Subrayado por tres veces. El estilo duro era propio de la época; en las circulares de otros Carmelos, uno se queda también asombrado de las «pruebas del noviciado», que casi se parecen a novatadas.
(2) Subrayado por tres veces. El estilo duro era propio de la época; en las circulares de otros Carmelos, uno se queda también asombrado de las «pruebas del noviciado», que casi se parecen a novatadas.
Besar el suelo era un gesto de humildad que se practicaba en varias comunidades.
Fuente: Historia de un alma, Santa Teresa de Lisieux
Fuente: Historia de un alma, Santa Teresa de Lisieux
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