Jesús + 19 de agosto de 1894
Mi querida hermanita:
Esta será la última vez que te escribo al mundo... No podía decir mayor verdad en la carta que te envié a La Musse cuando te prometía que pronto estarías en el Carmelo.
No me extraña la tormenta que ruge en Caen. F. y J. han escogido un camino tan distinto del nuestro, que no pueden comprender la sublimidad de nuestra vocación (1)... Pero el que ríe el último ríe mejor... Después de esta vida de un día, comprenderán quiénes fueron los más privilegiados, si nosotras o ellos...
¡Cómo nos emocionó tu pesca milagrosa!(2)... ¡Cómo nos hacen sentir esas pequeñas delicadezas que nuestro padre está cerca de nosotras! Tras una muerte de cinco años, ¡qué alegría volver a encontrarle el mismo de siempre, buscando como antes la forma de complacernos! ¡Y cómo va a devolverle a su Celina los cuidados que ella le prodigó...! Él es quien ha logrado en tan poco tiempo que se aclarase tu vocación (3). Ahora que es un puro espíritu, le es fácil ir a estar con los sacerdotes y con los obispos, y así ¡no ha tenido que tomarse tantas molestias por su Celina querida como por su pobre reinecita...!
Pero, a fin de cuentas, no somos nosotras las primeras: el único crimen que Herodes echó en cara a Jesús fue el de estar loco (4), ¡y yo pienso como él...! Sí, fue una verdadera locura venir a buscar a los pobres corazoncitos de los mortales para convertirlos en sus tronos. Él, el Rey de la gloria, que se sienta sobre los querubines... Él, cuya presencia no pueden contener los cielos... Nuestro Amado tenía que estar loco para venir a la tierra a buscar a los pecadores para hacer de ellos sus amigos, sus íntimos, sus semejantes. ¡Él, que era perfectamente feliz con las otras dos personas de la Trinidad, dignas de adoración...! Nosotras no podremos nunca hacer por él las locuras que él hizo por nosotras, y nuestras acciones no merecerán nunca ese nombre, porque no son sino hechos muy razonables y muy por debajo de lo que nuestro amor quisiera realizar. Es, pues, el mundo el insensato, pues ignora lo que Jesús hizo por salvarlo; es Él el acaparador que seduce a las almas y las lleva a fuentes de agua...
No somos tampoco ni holgazanas ni pródigas. Jesús nos defendió en la persona de la Magdalena. Él estaba a la mesa, Marta servía, Lázaro comía con él y con los discípulos. ¿Y María? María no pensaba en tomar alimento, sino en agradar al que amaba; por eso, tomó un vaso lleno de un perfume muy costoso y, rompiendo el vaso, lo derramó sobre la cabeza de Jesús, y toda la casa se llenó del perfume del ungüento; pero los APOSTOLES murmuraban contra la Magdalena...
Lo mismo ocurre con nosotras: los cristianos más fervorosos, los sacerdotes piensan que exageramos, que deberíamos servir con Marta en vez de consagrar a Jesús los vasos de nuestras vidas con los perfumes que en ellos se encierran... Y sin embargo, ¿qué importa que se rompan nuestros vasos, si Jesús recibe consuelo y el mundo, aun a pesar suyo, se ve obligado a sentir el perfume que de ellos se desprende y que sirve para purificar el aire envenenado que respira sin cesar?
La enfermera quiere que busques en Caen medio frasco de agua antihemorrágica de Tisserand, de 2'50 francos. Si no hay más que frascos enteros, no lo compres, pues también los hay aquí en Lisieux. COMUNIDAD DEL CARMELO DE LISIEUX |
Sor María del Sagrado Corazón querría siete u ocho cascanueces.
NOTAS:
1 Desde Caen, donde estaba pasando unos días con la familia Guérin en casa de sus primos La Néele, Celina escribía a Teresa: «Juana y Francis están de uñas contra mí y usan un lenguaje lleno de amargura. Me reprochan un montón de cosas, y cuando María les tapa la boca encuentran otro motivo de reproche. Lo primero que dicen es que no tengo vocación, que mi destino es ser madre de familia, que tendría que haber hablado mucho antes sobre mi inclinación a la vida religiosa, que soy una alocada al decidirme tan deprisa, que si se me presentase un buen partido lo aprovecharía, que es por una cabezonada y por desesperación por lo que entro en un convento, etc. Luego se meten con vosotras: que sois unas acaparadoras y que vosotras y yo hemos perdido muchos puntos en su estima, etc. Después, que soy una ingrata, ¡irme tan rápido tras la muerte de papá!, que tendría que terminar el luto en el mundo, madurar en él mi vocación y dedicar al menos un año a mis tíos por sentido de gratitud, etc., etc. Es el nunca acabar..., y no alcanzo a decirte lo enfadados que están. Nunca pensé que mi vocación, tan probada ya, fuese a encontrar tan violenta oposición. Tengo 25 años, ya sé lo que hago, y nunca di señales de inclinarme hacia el matrimonio. Hubieran debido adivinar que, inmediatamente después de la muerte de nuestro padre querido, mi primera preocupación sería la de orientar mi vida, en vez de reprochármelo. En fin, ¡tendrá que ser así! ¡Pero son despiadados con las almas que se consagran a Dios! Es como si para ellas todos los sufrimientos y todos los desprecios fueran pocos. Por eso Juana preferiría verme en Jerusalén que en Lisieux» (LC 160, 19/8/1894).
2 Los Guérin llevaban todos los días a Celina de excursión a la orilla del mar: Luc, Saint-Aubin, Lion, etc. En esa misma carta a Teresa leemos: «Todos los días voy al mar. Ayer pescamos cangrejos de mar; yo no veía ni uno solo, le recé a papá y apareció una enorme cantidad de ellos. Fue una verdadera pesca milagrosa, más de 100» (LC 160).
3 Cf Ms A 82vº.
4 Cf Récréations, p. 336 (21rº, 25-27).
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas.
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