lunes, 25 de noviembre de 2019

LA HUIDA A EGIPTO (Recreación piadosa)


FRAGMENTO

(El Ángel advierte a José)

Hay que huir rápidamente hacia Egipto, ¡oh buen José! Huye durante la noche secreta y calladamente.
Herodes en su furor busca al nuevo Rey de reyes. A este divino Cordero quiere quitarle la vida. Toma al Niño y a la Madre y escapa rápidamente.

CANTO DE LOS ÁNGELES
acompañando a la Sagrada Familia


¡ Oh, qué inefable misterio! ¡Jesús el Rey de los cielos, que se desterró a la tierra, huye de un pobre mortal!.
A este Dios entre pañales ofrecemos nuestro amor. Que nuestras blancas falanges formen su corte de honor.
Cubrámosle con las alas y con las más bellas flores. Con nuestros cantos gozosos vamos a mecer a nuestro Rey.
Por consolar a la Madre cantemos muy callandito las gracias del Salvador, sus encantos y dulzuras.
¡Ah, dejemos esta tierra, huyamos de la tormenta! Huyamos en esta noche lejos de todo rumor.
La Virgen bajo su manto lleva escondida una estrella, astro de los elegidos: al Niño Jesús, que es nuestro Dios.
Jesús, el Rey de los cielos huye de un pobre mortal.


EL ÁNGEL DEL DESIERTO

Vengo del cielo a cantar de la Sagrada Familia los divinos resplandores , que a estos lugares me traen. Esta estrellita que brilla en el oscuro desierto me encanta más que la gloria de los mismísimos cielos.
¡Oh quién podrá comprender este difícil misterio! Jesús se ve entre los suyos perseguido y rechazado. Es un errante viajero. Nadie sabe descubrir su bondad y su belleza.


Pero si temen los grandes tu mando y tu dulce imperio, hace tiempo que os desean otros muchos corazones , porque eres tú la esperanza de todos los desgraciados.
¡Oh Verbo y Sabiduría eterna del Dios eterno: Tú distribuyes tus dones y tus inefables gracias entre los pobres y débiles y los pequeños el mundo. En el cielo, en letras de oro, sus nombres escribes Tú.

Si comunicas tu ciencia al que es ignorante y débil y humilde de corazón, es porque toda alma humana es tu hechura y es tu imagen . Tú llamas, Jesús, tú salvas a los que son pecadores.
En la celeste pradera, un día el cordero manso pacerá junto al león. Hoy el desierto es tu patria; más de una vez Él oirá que se pronuncia tu nombre.

¡Oh, Dios, que estás escondido! Almas vírgenes y santas, ardiendo en celo y amor, seguirán tus huellas reales, y un día, no muy lejano, se poblarán los desiertos.

Y estos pechos encendidos, y estas seráficas almas serán el gozo y la gloria de los ángeles del cielo; y con el humilde acento de sus cánticos divinos harán temblar las tinieblas de los malditos abismos.

En su furor  y en su envidia Satán querrá despoblar los desiertos florecidos. Desconoce el infinito poder de este débil Niño, que hoy el mundo desconoce.
Ignora el demonio, ignora que la Virgen fervorosa en el corazón del Niño halla su gozo y descanso. Ignora el poder que tiene esta alma a su Dios unida.

Para poder ser un día vuestras amadas esposas, os darán su compañía en el destierro, Señor. Si un día los pecadores de sus claustros las destierran, ni con eso lograrán apagar su vivo fuego de fidelísimo amor.
Nunca el sacrilegio, odio del mundo impuro podrá apagar la clara luz de tus vírgenes, Señor; ni manchar la pura nieve de sus almas y vestidos.

¡Oh, mundo ingrato, tu imperio se derrumba, porque el Niño va recogiendo gozoso la palma de los martirios, las frescas rosas de oro y los lirios brillantes de blancura.
¿Pero no ves, mundo ingrato, que le son fieles su vírgenes, y que llevan en sus manos la lámpara del amor? No ves las puertas del cielo, que un día para los santos se abrirán  de par en par?

¡Oh, dichosísimo instante! ¡Oh purísima alegría! Aparecerán gloriosos los elegidos del cielo; y en cambio de su amor fiel recibirán, para amar, una eternidad sin fin.
Terminado ya el destierro, no habrá ya más sufrimiento, sino el descanso inefable de la celeste mansión. Ni la fe ni la esperanza, sino la paz y la gloria  y el éxtasis del amor.



21 de enero 1896


Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, poesías.




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