lunes, 25 de noviembre de 2019

EL DIVINO MENDIGO DE NAVIDAD (Recreación piadosa)



PIEZA TEATRAL ESCRITA POR SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS

(Un ángel aparece, llevando al Niño Jesús en sus brazos, y canta lo que sigue):

En el nombre del que adoro os tiendo , hermanas, la mano, y canto por este niño que todavía no habla.
Para este Niño Jesús, el desterrado del cielo, sólo he encontrado en el mundo indiferencia profunda. Por eso vengo al Carmelo.

Que todas vuestras caricias, alabanzas y ternuras sean para el Niño Dios. ¡Almas, que el amor os queme viendo que el Dios inmortal se hace mortal por vosotras!
¡Oh , conmovedor misterio! ¡Viene a pediros limosna el que es Dios, el Verbo eterno!

Venid acá, mis hermanas, acercaos sin temor; a Jesús, una y otra, ofrecedle vuestro amor; todas sabréis lo que quiere. Yo mismo os iré diciendo los deseos de este Niño escondido entre pañales ; os lo diré, porque sois  como los ángeles, puras, y además podéis sufrir.

Que siempre  para este Niño sean vuestros sufrimientos, vuestras penas y alegrías. ¡Almas, que el amor os queme viendo que el Dios inmortal se hace mortal por vosotras! 
¡Oh , conmovedor misterio! ¡Viene a pediros limosna el que es Dios, el Verbo eterno!

(El ángel, depositando al Niño Jesús en el pesebre, presenta a la Madre Priora, y luego a las demás carmelitas, una cestita llenas de papeletas, cada religiosa toma una al alzar, y sin abrirla, se las entrega al ángel, que canta la limosna pedida por el Niño).

UN TRONO DE ORO 

De Jesús, que es su tesoro, escucha el deseo amable: te pide un trono de oro, no lo tiene en el establo. En el establo Jesús - lo mismo en el pecador - nada ver que alegrar pueda su divino corazón; nunca encuentra en él descanso.
Salva tú, hermanita mía el alma de pecador. Pero escucha todavía: para su trono de oro él desea tu alma pura.

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LECHE  

Aquel que los elegidos alimenta de su santa y divinísima esencia por ti se hace un débil niño  y reclama tu asistencia. Su dicha y felicidad son en el cielo perfectas, pero por ti se hace pobre, pobre y humilde en la tierra...Dale un poquito de leche a tu hermanito Jesús.
Él te sonríe, hermanita, para decirte muy bajo: "Me encanta la sencillez. ¡Navidad! ¡Bajo del cielo! Tú misma serás mi leche, mi leche de amor serás!".

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PAJARILLOS  


¡Oh, hermana, tú estás ansiosa de saber lo que desea el Niño Jesús; pues bien, yo te indicaré esta noche cómo le harás sonreir. Coge lindos pajarillos y en el establo a volar échalos, y tú verás...Son imagen de los niños, a los que tanto ama el Verbo.
Con sus cantos jubilosos y sus alegres gorjeos, la carita de Jesús irradia alegría y gozo. Ruega, hermanita, por ellos, pues tu corona serán los niños allá en el cielo.

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UNA ESTRELLA  


Cuando el cielo se hace noche o negra nube le cubre, el Niño Jesús está muy triste y solo en la sombra, sin ver sus ojos la luz. Para alegrar al Niñito, como una estrella brillante brilla tú, hermanita mía, con la luz de las virtudes.
Y tu lumbre rasgará el denso velo que cubre los ojos del pecador, y le llevarás al cielo. Este Niñito divino, que es Astro de la mañana, te escoge a ti por su estrella.

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UNA LIRA  


Escucha, hermanita mía, lo que el Niño Jesús quiere: Te pide tu corazón para que sea tu lira. Tiene en el cielo, es verdad, la armonía de los ángeles y su aromático incienso. Mas quiere que en el Carmelo tú cantes como los ángeles sus divinas alabanzas.
Jesús quiere, amable hermana, de tu puro corazón la agradable melodía. No lo olvides: que tu vida en dulces cantos de amor se consuma noche y día.

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ROSAS  


Tu alma es un lirio aromado que encanta a Jesús, y encanta a su santísima Madre. Escucha lo que te dice  el Amado de tu alma "Si te gusta la blancura del lirio, que es de inocencia bello y acabado símbolo, me gusta también el vivo color rojo de las rosas, las rosas de penitencia.
¡Cuánto placer tú me causas cuando derramas tus lágrimas, cual refrescante rocío, sobre la flor de las almas! Así podré yo coger cuando quiera a manos llenas esas bellas rosas rojas.

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UN VALLE 


Como la lumbre del sol embellece el universo y dora con suaves rayos los valles y las praderas, así Jesús, Sol divino, lo que está cerca dora. Resplandece en la mañana más que una brillante aurora.
En su blando despertar, cada mañana este Sol derrama sobre tu alma, que aquí vive, en el destierro, sus dulces rayos de amor. Procura que tu alma sea siempre su plácido valle.

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SEGADORES  


Allá lejos, bajo el sol de apartados horizontes, no obstante escarchas y nieves, se van dorando las mieses que este Niño Dios protege. Mas ¡ay! para recogerlas tiene que haber almas fuertes, segadores con deseos de trabajar y sufrir, que se rían de las llamas, de la espada y de la muerte.
¡Navidad! Vengo al Carmelo , sabiendo que mis deseos son tus deseos también. 
Para el dulce Salvador engendra, mi amada hermana, un gran número de apóstoles.

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UN RACIMO DE UVAS  


Quisiera un fruto sabroso, un racimito dorado , para refrescar la boca del Reyecito del cielo. ¡Oh, hermana, dulce es tu suerte! Tú serás este racimo: el Niño te apretará muy fuerte con su manita , pequeña y linda manita.
Esta noche es muy pequeño para comer el racimo. Él se contenta tan sólo con su jugo azucarado.

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UNA HOSTIA PEQUEÑA 


Jesús, el divino Niño, para entregarte su vida, transforma en él cada día una hostia pequeñita, toda blanca y pequeñita. Con más amor todavía, ¡oh, hermanita afortunada!, quiere transformarte a ti en su misma carne y sangre. Tu corazón es su dicha, su placer y su tesoro.
¡Navidad! Bajo del cielo para decirle a tu alma: el dulcísimo Cordero se abaja hasta ti, procura ser su hostia blanca y pura.

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UNA SONRISA 


El mundo ignora o desprecia los encantos de Jesús, y veo brillar las lágrimas en sus ojitos tan dulces. Consuela, hermana querida, al Niñito que te tiende sus brazos para abrazarte. Para alegrarle te pido que sonrías siempre, siempre...Mira su carita y ve que parece que te dice: "Cada vez que tú sonríes a tus hermanas, entiende que con tu sonrisa secas las lágrimas de mis ojos".

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UN JUGUETE 


¿Quieres ser aquí en la tierra el juguete de este Niño? ¿Quieres, hermana, agradarle? Estate siempre en su mano. Ya sea que te acaricie, o que te acerque a su pecho, o que a veces te abandone, muéstrate siempre contenta. Buscándole los caprichos, alegrarás sus ojitos. Sus deseos infantiles han de formar tus delicias.

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UNA ALMOHADA 


En este duro pesebre donde descansa Jesús, yo le veo despertarse muchas veces, ¿y por qué? porque no tiene una almohada. Sé que tu alma sólo aspira a dar consuelo a este Niño, a dárselo noche y día. Pues bien, la almohada que quiere es tu mismo corazón en su amor todo encendido. Sé siempre dulce y humilde, y Jesús podrá decirte: "Adorada esposa mía, en ti duermo dulcemente".

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UNA FLOR 


La nieve cubre la tierra y son duras las escarchas. El invierno y su cortejo han marchitado las flores.
Pero para ti se ha abierto la Flor pura de los campos. Flor de primavera eterna, que es la que reina en el cielo. Escóndete, hermana mía, entre la hierba y muy cerca de la blanquísima Rosa, Rosa de la Navidad. Procura ser florecilla de tu Esposo, el Rey del cielo.

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PAN 


Cada día en la oración, cuando hablas al Padre Eterno, tú repites: Padre mío. dame el pan de cada día. El Dios que se hace tu hermano hambre sufre como tú. No desoigas su plegaria, te pide un poco de pan. Hermana, ten por seguro que sólo quiere su amor. Se nutre del alma pura, que es su pan de cada día.

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UN ESPEJO  


A todo niño le gusta que le pongan al espejo, y entonces graciosamente sonríe al niño que ve. Acércate al pobre establo, tu alma es un limpio cristal; debes reflejar al Verbo, debes reflejar las gracias de este Dios que se ha hecho niño. Sé siempre la imagen viva, puro espejo, de tu Esposo; Él quiere en ti contemplar el resplandor de su rostro.

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UN PALACIO 


Viven los grandes aquí en palacios suntuosos, mientras que los desgraciados viven en pobres casuchas. Mira en ese pobre establo al Pobre de Navidad. Vela su gloria inefable, abandonando el palacio que tiene arriba en el cielo. Yo se que amas la pobreza, en ella hallarás la paz. Por eso, tu corazón quiere Jesús por palacio.

UNA CORONA DE LIRIOS 


A Jesús los pecadores le coronan la cabeza con la corona de espinas. Admira tú las divinas gracias que la tierra ignora, y que tu alma virginal le haga olvidar sus dolores. Ofrécele por corona a tus Hermanas, las vírgenes. Ven muy cerca de su trono...Para encantar sus ojitos, trenza delante de Él su hermosa y bella corona de lirios resplandecientes.

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BOMBONES 


Llena, hermanita querida, de Jesús la blanca mano de dulcísimos bombones, que a los niñitos les gustan, y ese Niño te los pide con su divina mirada. Las almendras del Carmelo , que encantan al Rey del cielo, son tus propios sacrificios. Tu austeridad y pobreza son el placer de Jesús.

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UNA CARICIA 


A ti el pequeño Jesús no te pide nada más que una muy dulce caricia, Dale tu amor, y verás el amor que él te devuelve, su infinita caridad. Si alguna de tus hermanas viene a llorar a tu lado, enseguida con ternura suplica al Niño divino que con su pequeña mano dulcemente la acaricie.

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UN CUNA 


Pocos corazones hay que no quieran recibir los favores de Jesús. Pero si él quiere dormir, le dejan ya de servir y no creen más en él. Si supieras qué placer siente el Niño cuando duerme sin miedo a que le despierten, harías de cuna tú, sonriendo cunado duerme el dulce Cordero en ti.

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PAÑALES 


Mira, el amable Niñito te indica la paja seca con su encantador dedito. Comprende su inmenso amor, y provee de pañales el establo pobre y duro. Excusando a tus Hermanas te ganarás los favores de Jesús, Rey de los ángeles. Es la ardiente caridad y la amable sencillez lo que él quiere por pañales.

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FUEGO 


Hermana, el Niño Jesús, el dulce fuego del cielo, temblando está en el establo...Sin embargo, allá en el cielo, los ángeles, hechos llamas, sirven al Verbo adorable. Mas en la tierra eres tú el hogar donde tu Esposo halla calor, y por eso pide el fuego de tu amor. Para calentar, hermana, al divino Salvador, tienes que abrasar las almas.

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UN PASTEL 



Tú sabes que todo Niño prefiere un dulce pastel a la gloria de un imperio. Ofrécele, pues, al Rey de los cielos un pastel, y le verás sonreir. ¿Sabes, hermana, el pastel que prefiere el Rey de reyes? Es la rápida obediencia. Encantarás a tu Esposo si obedeces prontamente, como él lo hizo en su infancia.

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MIEL  


En la luz de la mañana, formando un rico botín, se ve a la pequeña abeja volando de flor en flor y visitando, dichosa, las corolas que despierta. Forma tú un botín de amor y acércate cada día junto al establo sagrado, y ofrece al Señor divino las mieles de tu fervor, pequeña abeja dorada.

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UN CORDERO 


Para agradar al Cordero no guardes ya más ganado, y abandonándolo todo, empléate en su servicio. Procura servirle bien todo el tiempo que él descanse. Hermanita, desde hoy abandónate en Jesús, y dormiréis los dos juntos. Y cuando vaya María a la cuna, allí verá, junto a su dulce Cordero, a otro que se le parece. 

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(El ángel, tomando de nuevo a Niño en sus brazos, canta lo que sigue):

Os da las gracias el Niño; va encantado de los bellos regalos que le habéis hecho, y en el libro de la Vida los pondrá con vuestros nombres. 
Ha encontrado sus delicias Jesús en vuestro Carmelo. Para pagar sacrificios este Niño tiene un cielo.
Si fieles permanecéis en contentar a este Niño, alas os dará el amor para el más sublime vuelo.
Un día en la santa Patria, transcurrido ya el destierro, a María y a Jesús veréis; así lo deseo.

Navidad de 1895


Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, poesías.






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