Jesús +
16 de julio de 1895
¡Oh Dios escondido en la prisión del sagrario!, todas las noches vengo feliz a tu lado para darte gracias por todos los beneficios que me has concedido y para pedirte perdón por las faltas que he cometido en esta jornada, que acaba de pasar como un sueño...
¡Qué feliz sería, Jesús, si hubiese sido enteramente fiel! Pero, ¡ay!, muchas veces por la noche estoy triste porque veo que hubiera podido responder mejor a tus gracias... Si hubiese estado más unida a ti, si hubiera sido más caritativa con mis hermanas, más humilde y más mortificada, me costaría menos hablar contigo en la oración <1>.
Sin embargo, Dios mío, lejos de desalentarme a la vista de mis miserias, vengo a ti confiada, acordándome de que «no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos». Te pido, pues, que me cures, que me perdones, y yo, Señor, recordaré que «el alma a la que más has perdonado debe amarte también más que las otras...» Te ofrezco todos los latidos de mi corazón como otros tantos actos de amor y de reparación, y los uno a tus méritos infinitos.
Y te pido, divino Esposo mío, que seas tú mismo el Reparador <2> de mi alma y que actúes en mí sin hacer caso de mis resistencias; en una palabra, ya no quiero tener más voluntad que la tuya.
Y mañana, con la ayuda de tu gracia, volveré a comenzar una vida nueva, cada uno de cuyos instantes será un acto de amor y de renuncia <3>.
Después de haber venido así, cada noche, al pie de tu altar, llegaré por fin a la última noche de mi vida, y entonces comenzará para mí el día sin ocaso de la eternidad, en el que descansaré sobre tu divino Corazón de las luchas del destierro... Amén.
Doc.: CE II, 180rº/vº. - Fecha: 16 de julio de 1895. - Compuesta para: sor Marta. - Publ.: HA 53, p. 261.
Esta oración fue compuesta para sor Marta, a petición suya, para sus treinta años. Como es hermana conversa, su jornada se termina con una visita al Santísimo durante el silencio nocturno que manda la Regla. En esa visita sor Marta hace el examen de conciencia, una práctica con frecuencia poco agradable, sobre todo para un temperamento proclive a la tristeza y al desaliento.
<1> En los escritos de Teresa no encontramos, hablando con propiedad, un método de oración. Estas líneas son preciosas en extremo, pues precisan la actitud que se ha de guardar fuera de la oración: unión a Dios durante el día, caridad fraterna, renuncia habitual.
<2> Esta es la única vez que utiliza esta palabra. Considerar a Jesús como el único «Reparador» del hombre es algo que entronca con la más antigua tradición patrística y monástica.
<3> Palabra muy rara en Teresa (Ms A 33rº y 48rº), aunque esa realidad la vivió de continuo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario