viernes, 20 de septiembre de 2019

LA ÚNICA ALEGRÍA EN LA TIERRA ES CUMPLIR SU VOLUNTAD, CARTA 255

A los señores Guérin

J.M.J.T. 

Jesús 16 de julio de 1897 

Mis queridos tíos: 
 

Me siento enormemente feliz de poder demostrarles que su Teresita no ha abandonado todavía el destierro, pues sé que esto les llenará de alegría. Sin embargo, creo, queridos familiares, que su alegría será todavía mucho mayor cuando, en vez de leer unas pocas líneas trazadas con mano temblorosa, sientan mi alma cerca de la suya.  


Sí, estoy segura de que Dios me permitirá derramar a manos llenas sus gracias sobre ustedes y sobre mi hermanita Juana y su Francis. Escogeré para ellos el querubín más hermoso del cielo y pediré a Jesús que se lo regale a Juana para que llegue a ser «un gran pontífice y un gran santo" (1). Si no soy escuchada, mi querida hermanita tendrá realmente que renunciar al deseo de ser madre aquí en la tierra, pero podrá alegrarse pensando que en el cielo «el Señor le dará el gozo de ver que es madre de muchos hijos" (2), como lo prometió el Espíritu Santo al cantar por boca del rey profeta esas palabras que acabo de escribir. Esos hijos serán las almas que su sacrificio, aceptado con entereza, hará nacer a la vida de la gracia; pero confío que le podré alcanzar mi querubín, es decir, un alma que sea su copia fiel, pues un querubín no va a querer desterrarse ni siquiera para recibir las dulces caricias de una madre... 

Me doy cuenta de que no voy a tener espacio en esta carta para decir todo lo que quisiera. 
Quería, queridos tíos, contarles detalladamente mi comunión de esta mañana, que ustedes hicieron que fuese tan emocionante, o, mejor dicho, tan triunfante, con sus ramos de flores. Dejo que mi querida hermanita sor M. de la Eucaristía les cuente los detalles, y sólo quiero decirles que ella cantó antes de la comunión una coplilla que yo había compuesto para esta mañana (4). Cuando Jesús estuvo en mi corazón, volvió a cantar esta estrofa de «Vivir de amor": 
¡Morir de amor, dulcísimo martirio! No acierto a decirles lo digna y hermosa que era su voz. 


Me había prometido no llorar por complacerme, y mis esperanzas se vieron rebasadas. Jesús debió escuchar y comprender perfectamente lo que espero de él, y eso era justamente lo yo que quería... 

Ya sé que mis hermanas les han hablado de mi alegría. Es verdad que soy como un pinzón, excepto cuando tengo fiebre; por suerte, la fiebre sólo viene a visitarme al anochecer, a la hora en que los pinzones duermen, con la cabeza escondida bajo el ala. 
No estaría tan alegre como estoy si Dios no me enseñase que la única alegría posible en la tierra es cumplir su voluntad. Un día creo estar a las puertas del cielo, al ver el aire consternado del Sr. de Cornière, y al día siguiente se va muy contento, diciendo: Estás en vías de curación... 
Lo que pienso yo (pobre niñito de leche) es que no me curaré, pero que podría ir tirando así todavía mucho tiempo. 

Hasta Dios, queridos tíos, sólo en el cielo podré expresarles todo mi cariño; mientras vaya tirando, mi lápiz será incapaz de hacerlo. 

Su hijita, 

T. del Niño Jesús r.c.i. 





NOTAS 


(1) Su prima Juana deseaba tener un hijo , y en un sueño escuchó que sería un «un gran pontífice y un gran santo", por eso Teresa usa estas palabras en su carta.

(2) Juana tenía dificultad para tener hijos, por eso Teresita le pide que ofrezca ese sufrimiento, de hecho Juana y Francis nunca tuvieron hijos.
 

(4) «Tú que conoces mi infinita nada» (PS 8); UC p. 398.  

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas.




 

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