viernes, 13 de septiembre de 2019

FUE EL VIERNES SANTO, CARTA A LA MADRE INÉS DE JESÚS, CARTA 231

A la madre Inés de Jesús

30 de mayo de 1897 

J.M.J.T. 
 

No sufras, Madrecita querida, porque parezca que tu hijita te haya ocultado algo. Y digo parezca, porque tú sabes muy bien que si te ha ocultado una esquinita del sobre (1), jamás te ocultó una sola línea de la carta, pues ¿quién conoce mejor que tú esta cartita que tanto amas? A las demás se les puede perfectamente enseñar el sobre por todos los lados, pues no pueden ver más que eso, ¡¡¡pero a ti...!!!  


 Ahora ya sabes, Madrecita, que fue el Viernes Santo (2) cuando Jesús empezó a rasgar un poco el sobre de tu cartita. ¿¡No estás contenta de que él se disponga a leer esta carta que tú estás escribiendo desde hace 24 años!? Si supieses qué bien sabrá ella decirle tu amor por toda la eternidad (3)... 
 

 


NOTAS 

(1) Sor María del Sagrado Corazón anota: «Había ocultado a la madre Inés de Jesús, que ya no era priora en esa época, el vómito de sangre que había tenido». 


(2) El 3 de abril de 1896. 


(3) Mientras Teresa escribía el billete que acabamos de leer, la madre Inés trazaba estas líneas: «Mi pobre angelito querido: Seguro que te he hecho sufrir. Y sin embargo, te aseguro que considero una gracia de Dios para mí el saber lo que te ocurrió, pues, si me hubiese enterado de esos detalles después de tu muerte, creo que nunca me habría consolado. Tengo un temperamento tan extraño, que siempre habría pensado que, debido a mis luchas, tú te habías escondido de mí y, por tanto, habría creído ya para siempre que nuestra intimidad, tan dulce y tan ENTERA a mis ojos durante tu vida, no lo era tanto como yo suponía. ¿Qué quieres que haga?, yo no soy dueña de estas impresiones dolorosas, es éste el punto débil de mi carácter. Por eso, ¡cuántas gracias le doy a Dios por la recreación de esta noche! Sí, comprendo que me ama y que tiene compasión de mi pobre corazón. No me importa sufrir las luchas que sean durante tu vida, pero después todos los recuerdos que tenga de ti tienen que ser agradables y no tengo que enterarme de nada nuevo. No me parece mal que no me digan las cosas en el momento, pero ten compasión de mi debilidad maternal y, otra vez, pide que me lo digan todo. La verdad, angelito mío, es que tienes una extraña Madrecita... Fíjate, durante Completas su corazón se parecía a un auténtico abismo de amargura, y de un género del todo especial, de un género que yo nunca había experimentado todavía. ¡Qué lástima me da de Dios cuando las almas no tienen confianza en él! Este es mayor ultraje que se puede hacer a la ternura de un padre. En tu caso, ángel querido, tus razones eran TOTALMENTE DE TERNURA. Sí, no lo dudo. Y termino este billetito diciéndole una vez más a Jesús: ¡Gracias!, has tenido compasión de mi debilidad; no, no hubiese podido soportar una cosa así después de la muerte de mi angelito, me habría muerto de dolor... 
«Y sobre todo, no te atormentes, pues lo he adivinado todo» (LC 180, 30/5/1897). 


Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas.

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