miércoles, 18 de septiembre de 2019

OH BLANCA PALOMA, CARTA 232

 A la madre Inés de Jesús

30 de mayo de 1897 
 

(2º billete) J.M.J.T.  


Deposité mi primer billetito en manos de sor Genoveva (1) a la vez que ella me daba el tuyo. Ahora lamento haber echado mi misiva al «correo», pues voy a tener que pagar portes dobles para decirte que comprendo tu pena. Yo deseaba seguramente más que tú no ocultarte nada, pero me pareció que era mejor esperar (2). Si he obrado mal, perdóname, y créeme que nunca dejé de tener confianza en ti. ¡Te quiero demasiado para eso...! 

Me alegro mucho de que lo hayas adivinado tú sola. No recuerdo haber ocultado ninguna otra cosa del sobre a mi Madrecita, y le suplico que después de mi muerte no crea lo que puedan decirle. 

Sí, Madrecita, la carta es tuya, y te pido por favor que sigas escribiéndola hasta el día en que Jesús rasgue totalmente el sobrecito que tantos pesares te ha causado desde que fue formado (3). 
 


NOTAS:
1 El billete 231 que sor Genoveva le había pasado en su calidad de enfermera. 
 

2 Teresa se refiere a que la primera vez que había tenido un vómito de sangre se lo ocultó a su hermana (Madre Inés de Jesús), y ella se enteró por las Hermanas de comunidad.

3 Nuevo desentendimiento: mientras Teresa escribe su «2º billete», la madre Inés está escribiendo a su vez el suyo:

"Aún sigo temiendo, angelito mío, haberte apenado con mi desafortunado billetito. El tuyo, por el contrario, ¡es tan tierno! Pídele a Jesús que me haga como tú. 
Pronto te escaparás lejos de la tierra, y mi corazón en el fondo se estremece con una alegría sobrenatural; mientras mis ojos derraman lágrimas, interiormente me siento transportada por un sentimiento indecible de felicidad. ¡Oh, blanca paloma, ya ha llegado la hora de que el Dueño del palomar te vuelva a poner en el sitio que te corresponde! Ya es hora de que los angelitos no se vean privados por más tiempo de tu compañía. Ya es hora de que Dios reciba nueva gloria con tu entrada en la patria celestial. Después de eso, yo quiero sufrir en la tierra todo lo que Dios quiera, quiero gemir yo también como una tórtola lastimera desterrada en los valles de esta tierra, quiero para mí las lágrimas. Sí, soy MUY FELIZ, por fin mi angelito va a volver a su país, va a prepararle un sitio a su Madrecita, y la hará santa, y le enseñará desde allá arriba a dominar sus tensiones tan desoladoras, y le proporcionará toda clase de bienes, al vivir ella ya para siempre en tan gran abundancia..."

 

«Jesús mío, ¡te amo! También yo iré pronto a verte; mientras tanto, te envío TODO LO QUE AMO» (LC 181, 30/5/1897). 


 
 Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas.










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