viernes, 2 de noviembre de 2018

LA PAJARERA DEL NIÑO JESÚS


Para los desterrados de la tierra 
Dios creó los graciosos pajarillos. 
Ellos van gorjeando su plegaria 
por bosques, valles, montes y laderas.

Los traviesos y alegres rapazuelos, 
tras de escoger algunos preferidos, 
los cazan y aprisionan 
en lindas jaulas de doradas rejas.

¡Oh Jesús, hermanito!, 
tú abandonaste el cielo por nosotros, 
pero sabes muy bien que es el Carmelo 
Niño divino, tu bella pajarera.

Amamos nuestra jaula, 
sin ser ella dorada. 
Nunca de su prisión escaparemos 
ni a la llanura azul ni al bosque oscuro.

Jesús, los bosques de este mundo 
no pueden contentarnos. 
En la profunda soledad 
queremos cantar para ti solo.


Es tu blanca manita la que orienta 
y atrae nuestro vuelo.
¡Qué bellos son, 
oh Niño, tus encantos! 
En tu sonrisa quedan, 
cautivos de su luz, los pajarillos.

Aquí el alma sencilla, 
pura y cándida halla el motivo 
exacto de su amor. 
Aquí la blanca y tímida paloma 
no teme ya el ataque 
del buitre carnicero.

En alas de una cálida plegaria 
el corazón se eleva como alondra ligera, 
como alondra que sube 
cantando y sube altísima.

Se escucha aquí el gorjeo del reyezuelo 
y del pinzón alegre. 
Niño Jesús, tus pajarillos cantan, 
en su jaula, tu santo y dulce nombre.

Vive siempre cantando el pajarillo, 
su pan no le preocupa, 
ni siembra ni recoge, 
y un granito de mijo le contenta.

Y como al pajarillo, 
en nuestra pajarera todo, 
Divino Niño, nos viene de tu mano. 
Sólo una cosa es necesaria, una, 
y esta cosa es amarte.

Por eso, con los puros 
espíritus del cielo 
contamos noche y día 
tus glorias y alabanzas. 
Y sabemos con cuánto 
amor los ángeles.
nos miran a nosotras, 
tus pobres pajarillos del Carmelo.

Para enjugar las lágrimas 
que te hacen derramar los pecadores, 
tus pajarillos cantarán tus gracias, 
y el dulce canto de tus avecillas 
te atraerá corazones.

Un día, lejos de la triste tierra, 
al escuchar tu voz y tu llamada, 
desde tu pajarera tus pajarillos 
volarán al cielo.

Y allí, con las falanges de pequeños 
y alegres querubines, eternamente, 
Niño, cantaremos tus glorias.



NOTAS 

Fecha: Navidad de 1896. - Compuesta espontáneamente para la comunidad en la noche de Navidad. Publicación: HA 98, cuatro versos corregidos. - Melodía: Au Rossignol.


Una hermosa imagen es el punto de partida de esta «Navidad de los pájaros» que estira un poco demasiado la comparación entre la pajarera y el Carmelo. Pero para la recreación de un fiesta como Navidad, bien puede permitirse algún exceso... Cada pájaro canta aquí en su propio registro: la paloma, la alondra, el reyezuelo, el pinzón. Al igual que los pájaros del Evangelio, «que no siembran ni siegan», la carmelita lo recibe «todo de la mano» de Jesús; de ahí su alegría y su abandono y su consagración a «la única cosa necesaria, amar». Al final, todos los pájaros, ya libres, «volarán al cielo», en donde continuarán su canto de alabanza.

Diez años antes, una pajarera adornaba la «pobre buhardilla» de Teresa (Ms A 42vº); en el Carmelo, los pájaros seguirán poblando sus sueños (Ms A 79rº); en el verano de 1896, con el Ms B, el valor simbólico del pájaro adquiere una nueva dimensión: será la señal por excelencia de la unidad dinámica, y aun cuando «no esté en su poder el volar», como el pájaro es canto tanto como vuelo, ni siquiera en el mismo corazón de la tormenta -las pruebas del cuerpo y del alma- Teresa renunciará a cantar (estr. 10; cf 34,15 y Ms B 5vº). 

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, poesías


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