viernes, 16 de noviembre de 2018

A TEÓFANO VÉNARD


TEÓFANO VÉNARD


Sacerdote de las Misiones Extranjeras,  
martirizado en Tonkín a los 31 años de edad.


Mártir angelical, ¡oh Teófano santo!, 
los elegidos cantan tus loores,
 y en los coros angélicos 
el encumbrado serafín 
se siente honrado de servirte. 

No pudiendo mezclar en el destierro 
mi voz con la sublime 
santa voz de los cielos, 
quiero, al menos, tomar mi lira 
en tierra extraña para cantar 
con ella tus virtudes.


Fue tu breve destierro 
como un canto muy dulce 
que supo conmover los corazones.


Tu alma de poeta <1> hacía, 
a cada instante, brotar flores, 
flores para Jesús. 
Y al elevarte a la celeste esfera, 
hasta tu último canto 
fue un canto juvenil de primavera. 
Al morir, murmuraste: 
«¡Yo, que soy un efémero, 
me voy al cielo azul, 
voy el primero <2>!» 


¡Afortunado mártir, 
al borde del suplicio tú gustaste 
la dicha de sufrir! 
Sufrir por Dios te pareció delicia. 
Tú supiste vivir y supiste morir 
alegre y sonriente. 
Cuando el verdugo quiso 
abreviar tu tormento, 
replicaste enseguida: 
«¡Cuanto más largos sean 
mi dolor y mi martirio,  
mayor valor tendrán, 
estaré más contento <3>!»


Oh lirio virginal!, en la plena 
y hermosa primavera de tu vivir 
escuchó el Rey del cielo tu deseo. 
Tú eres «la rosa abierta 
que para su recreo cortó Dios» <4>.  
Ya no estás desterrado, 
los bienaventurados admiran tu esplendor. 
Eres rosa de amor, la inmaculada 
Virgen de tu aroma respira la frescura.


Apréstame tus armas, 
¡oh soldado de Cristo! <5>,  
yo quiero aquí en la tierra, 
por salvar a los pobres pecadores, 
sufrir y combatir 
a la sombra de tu palma. 
Dame tu protección, sostén mi brazo, 
por ellos luchar quiero 
en incesante guerra y tomar al asalto 
el reino de mi Dios. 
El Señor a la tierra no vino a traer paz, 
sino fuego y espada.


Yo amo esa playa infiel, 
la que fue blanco de tu amor ardiente: 
hacia ella volaría gozosamente yo, 
si un día mi Jesús me lo pidiese. 
Mas yo sé que a sus ojos 
se borran las distancias 
y el universo entero es sólo un punto. 
Mi flaco amor y mis pequeños sufrimientos, bendecidos por El, hacen amar a Dios 
más allá de los mares.

¡Ah, si yo fuese flor de primavera 
que cortar pronto mi Señor quisiera! 
¡Oh, mi mártir glorioso, te conjuro, 
baja del cielo a mí en mi postrer momento!  
Que de tu amor las llamas virginales
me abrasen en la vida, 
y un día pueda ser yo 
de las almas que forman tu cortejo... 






NOTAS 

Fecha: 2 de febrero de 1897. - Composición espontánea. - Publicación: HA 98, diez versos corregidos. - Melodía: Les adieux du martyr.


«Mi alma se parece a la suya», dirá Teresa a sus hermanas (Ultimas Conversaciones, Burgos, Monte Carmelo, 1973, p. 355), y, como recuerdo de despedida (Cta 245), les hará entrega de una antología de las cartas de este «santito», misionero mártir en Tonkín, cuya biografía le había recomendado el P. Roulland. A partir del 21 de noviembre de 1896, había ido copiando en su «libreta de apuntes» tres páginas de extractos de esas cartas (cf «Otros Escritos»).


Para cantar a su santo amigo, Teresa vuelve a encontrar los acentos que poco antes le inspirara su «santa predilecta», santa Cecilia. Cantos y flores, pero también sufrimiento y martirio y el apostolado enérgico y vigoroso, «la espada y el fuego», he ahí los temas que la inspiran.


El 19 de marzo, al enviar el poema al P.Roulland (cf Cta 221), llama su atención sobre la penúltima estrofa, desvelando así su proyecto misionero: irse para la reciente fundación de Hanoi, si su salud no se lo impide. Esperanza poco razonable, pero el deseo misionero no cesa de crecer en su corazón y, en estas mismas semanas, se consolida su confianza de «volver a la tierra» para trabajar en ella sin respiro «hasta el fin del mundo» (CA 17.7).


En la enfermería, la imagen de Teófano Vénard ya no la abandonará y le servirá de mucha ayuda en la prueba (CA 10.8.1; 10.8.3; 19.8.5; 20.8.13; 6.9).



<1> Al igual que Teresa, Teófano también escribía poesías.


<2> Cita de una carta del 20./1/1861; cf Cta 245+.


<3> Respuesta auténtica de Teófano al verdugo, un cínico jorobado, que preguntó al joven «cuánto le daría por ejecutarlo hábilmente y con rapidez». Y la cabeza no rodó por el suelo hasta el quinto golpe de sable.


<4> Otra cita de Teófano.


<5> El vocabulario guerrero anuncia ya Mis armas, su próxima poesía.


Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, poesías.



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