lunes, 2 de julio de 2018

QUE MI GLORIA LOS ILUMINE (Conferencia sobre el cielo, del abate Arminjon)


4 de junio de 1887

Extracto de Fin del mundo presente y misterio de la vida futura. Conferencia sobre el cielo, del abate Arminjon. 

 ...Y Dios, agradecido, exclamará: ¡Ahora me toca a mí! A la entrega que los santos me hicieron de sí mimos ¿podré yo responder de otra manera que entregándome a mí mismo sin restricción alguna y sin medida? Si pongo entre las manos de quienes me han servido con fidelidad el cetro de la creación, si los rodeo con los torrentes de mi luz, sería ya mucho, sería ir mucho más allá de cuanto se hayan encumbrado sus sentimientos y sus esperanzas; pero no es ése el último esfuerzo de mi corazón: yo les debo mucho más que el paraíso, mucho más que todos los tesoros de mi sabiduría, les debo mi vida, mi sustancia eterna e infinita. 

Si yo hago entrar en mi casa a mis servidores y a mis amigos, si los consuelo, si les hago estremecerse con los encantos de mi ternura, si los estrecho en un abrazo de mi amor, es para saciar sobreabundantemente su sed y sus deseos, muy por encima incluso de lo que sería necesario para el descanso total de su corazón. 

Pero ni aun esto es suficiente para que mi corazón se sienta conforme y mi corazón plenamente satisfecho. Es necesario que yo sea el alma de su alma, que los penetre y los impregne de mi divinidad como el fuego hace con el hierro; que, mostrándome a su espíritu sin nubes y sin velos y sin la mediación de los sentidos, me una a ellos en un cara a cara eterno; que mi gloria los ilumine, que transpire e irradie por todos los poros de su ser, para que, «conociéndome como yo los conozco, se vuelvan también ellos dioses». 

 - Padre, exclamó Jesús: «te pido que donde estoy yo estén también conmigo los que yo he amado». Que se abismen y se pierdan en las profundidades del océano de mis claridades; que deseen, que posean, que gocen, que sigan poseyendo y deseando; que desaparezcan en el seno de tu eterna felicidad, y que de alguna manera sólo quede de su personalidad el conocimiento y el sentimiento de su dicha.



5 de junio

En el cielo la felicidad es estable. Los elegidos, confirmados en gloria, son inasequibles al temor. Los siglos se sucederán unos a otros sin que disminuya su felicidad y sin que se extienda por su frente una sola nube de tristeza. 


La certeza de poseer eternamente los bienes que tanto aman centuplica su dulzura. ¡Qué gran motivo de júbilo cuando, después que hayan transcurrido millares y millares de siglos, contemplando en la lejanía del pasado el día en que hicieron su ascensión triunfante, digan: Nada de todo esto ha pasado, hoy reino, hoy estoy en posesión de mi dicha, y la poseeré mientras Dios sea Dios, es decir, Siempre, siempre...!


4-5 de junio de 1887. Copia
Estas copias, hechas en un cuaderno escolar de tapas negras, provienen de las pp. 290s y 315s de la edición de 1882 (7ª conferencia: «De la eterna Bienaventuranza y la visión sobrenatural de Dios»). Reproducidas en Mss II, pp. 32s.
 
4 de junio de 1887. Extracto de Fin del mundo presente y misterio de la vida futura. Conferencia sobre el cielo, del abate Arminjon.  

 
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, escritos varios.

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