sábado, 15 de septiembre de 2018

YO NO CONOZCO OTRO CAMINO QUE EL AMOR PARA LLEGAR A LA PERFECCIÓN, carta de santa Teresita a su prima para animarla en su vocación, CARTA 109

 A María Guérin   27-29 de julio de 1890 
J.M.J.T. 
El Carmelo, julio de 1890        Jesús + 


Querida Mariíta: 
Da gracias a Dios por todos los dones que te ha concedido y no seas tan ingrata que no los reconozcas. Me haces el efecto de una joven aldeana a quien un rey poderoso viniera a pedir en matrimonio y que no se atreviera a aceptar bajo el pretexto de que ella no es lo suficientemente rica ni educada en las costumbres de la corte, sin reparar en que su prometido real conoce su pobreza y su debilidad mucho mejor que ella misma... María, si tú no eres nada, no debes olvidar que Jesús lo es todo; y por tanto, tu pequeña nada tiene que perderse en su infinito todo y no pensar más que en ese todo, el único digno de ser amado(1)... Tampoco tienes que desear ver el fruto de tus esfuerzos: Jesús quiere guardar para sí solo esas pequeñas nadas que lo consuelan...  

MARÍA GUERIN, PRIMA DE SANTA TERESITA

Te equivocas, amiga mía, si crees que tu Teresita recorre siempre ilusionada el camino de la virtud. Ella es débil, muy débil, y experimenta a diario esa triste realidad. Pero, María, Jesús se complace en enseñarle, como a san Pablo (2), la ciencia de gloriarse en sus enfermedades. Es ésta una gracia muy grande, y pido a Jesús que te la enseñe, porque sólo ahí se encuentra la paz y el descanso del corazón. Cuando una se ve tan miserable, no quiere ya preocuparse de sí misma y sólo mira a su único Amado...  


Mi querida Mariíta, yo no conozco otro camino que «el amor» para llegar a la perfección... ¡Amar! ¡Qué bien hecho está para eso nuestro corazón...! A veces busco otra palabra para expresar el amor, pero en esta tierra de exilio las palabras son incapaces de emitir todas las vibraciones del alma, y tenemos que limitarnos a esa única palabra: «¡Amar!»... 

¿Pero a quién podrá prodigarlo nuestro pobre corazón, hambriento de amor...? ¿Quién será lo suficientemente grande para eso...? ¿Podrá un ser humano comprenderlo..., y, sobre todo, saber corresponderle...? María, no hay más que un ser capaz de comprender toda la profundidad de esa palabra: ¡amar...! No hay nadie, fuera de Jesús, que pueda darnos infinitamente más de lo que nosotros le damos a él... 

¡María del Santísimo Sacramento...! Tu nombre te está diciendo tu misión... Consolar a Jesús, hacer que las almas le amen... Jesús está enfermo (3), y hay que tener en cuenta que la enfermedad del amor sólo se cura con amor (4)... María, entrega todo tu corazón a Jesús. 
Él tiene sed de él, está hambriento de él. Tu corazón, he ahí lo que él ambiciona, hasta el punto de que, por poseerlo, consiente en alojarse en un cuartucho sucio y oscuro (5)... ¿Cómo no amar a un amigo que se reduce a tan extrema indigencia? ¿Cómo atreverse a seguir alegando la propia pobreza, cuando Jesús se hace semejante a su prometida...? Era rico y se hizo pobre para unir su pobreza a la pobreza de María del Santísimo Sacramento... ¡Qué gran misterio de amor...!  



Todos mis recuerdos a mi querida colonia. 

Mi corazón está siempre con María del Santísimo Sacramento. El sagrario es la casa del amor en la que nuestras dos almas están encerradas... 

Tu hermanita, que te pide que no la olvides en tus oraciones, 

Sor Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz



NOTAS


1 «Todo ... nada»: dialéctica de san Juan de la Cruz en la Subida del Monte Carmelo. 

2 Sor Genoveva añadió la enmienda: «de amor». 

3 Cf SAN JUAN DE LA CRUZ, CE 11,11. 

4 Véase Cta 108, n. 2.  


Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas


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