jueves, 13 de septiembre de 2018

¿QUIÉN COMPRENDE LAS LÁGRIMAS DE JESÚS?, CARTA 108

 A Celina   J.M.J.T. 
El Carmelo, 18 de julio de 1890 
Jesús... + 


Celina querida: 
¡Si supieras lo mucho que tu carta ha hablado a mi alma...! ¡La alegría inundaba mi corazón como un océano inmenso...! Celina, todo lo que te tengo que decir tú ya lo sabes, porque tú eres yo misma... Te mando una hoja (1) que ha hablado mucho mucho a mi alma; me parece que la tuya se va a abismar también en ella... 


Celina, hace ya tanto tiempo..., y ya entonces el alma del profeta Isaías se abismaba como la nuestra en las BELLEZAS ESCONDIDAS de Jesús... Celina, cuando leo estas cosas, me pregunto: ¿qué es el tiempo...? El tiempo no es más que un espejismo, un sueño... ¡Dios nos ve ya en la gloria y SE GOZA de nuestra bienaventuranza eterna...! ¡Cuánto bien hace a mi alma este pensamiento! Comprendo entonces por qué Dios no regatea con nosotros... Sabe que nosotras le entendemos, y nos trata como a sus amigos, como a sus esposas más queridas... 


Celina, ya que Jesús ha estado «solo pisando el vino» que nos da a beber, no nos neguemos nosotras a llevar los vestidos teñidos de sangre..., pisemos para Jesús un vino nuevo que apague su sed, que le devuelva amor por amor. No nos guardemos ni una sola gota del vino que podamos ofrecerle..., y entonces él, mirando a su alrededor, verá que nosotras venimos a ayudarle... 

Su rostro estaba como escondido... Celina, hoy también lo sigue estando, pues ¿quién comprende las lágrimas de Jesús...?  



Celina querida, hagamos de nuestro corazón un pequeño sagrario donde Jesús pueda refugiarse. Así, él se verá consolado y olvidará lo que nosotras no podemos olvidar: «la ingratitud de las almas que lo abandonan en un sagrario desierto...» (2). 

«Ábreme, hermana mía, esposa mía, que tengo la cabeza cubierta de rocío y mis rizos del relente de la noche» (Cantar de los Cantares). Eso es lo que Jesús nos dice al alma cuando se encuentra abandonado y olvidado. ¡El olvido, Celina! Creo que eso es lo que más pena le produce...



¡Papá...! No puedo, Celina, decirte todo lo que pienso, sería demasiado largo, y además ¿cómo decir ciertas cosas que el mismo pensamiento apenas puede traducir, profundidades que se encuentran en los abismos más íntimos del alma...? 

Jesús nos ha enviado la cruz más escogida que, en su amor inmenso, ha podido inventar... ¿Cómo quejarnos, cuando él mismo fue considerado como un hombre herido por Dios y humillado...? 

El hechizo divino (3) hechiza mi alma y la consuela de una forma maravillosa en todos los momentos del día. ¡Qué sonrisas, las lágrimas de Jesús...! 

Da a todos un abrazo de mi parte, y diles todo lo que se te ocurra... Me acuerdo mucho de mi Leonia querida, de mi querida salesa (4). 
Dile a María del Santísimo Sacramento (5) que Jesús le pide mucho amor, que espera de ella la reparación de las frialdades que recibe, ¡su corazón ha de ser una hoguera donde Jesús pueda calentarse...! ¡Tiene que olvidarse por completo de sí misma, para no pensar más que en él...! 

Celina, oremos por los sacerdotes, ¡sí, oremos por ellos! Consagrémosles nuestras vidas. Jesús me hace sentir a diario que espera esto de nosotras dos.




C.T. (6)


Del profeta Isaías (cap. 53) (7)  
¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? El Cristo creció ante el Señor como un retoño, como raíz en tierra árida. No había en él belleza ni esplendor; lo vimos sin aspecto atrayente. Despreciado, rechazado por los hombres, como un hombre de dolores acostumbrado a sufrimientos... Su rostro estaba como escondido... Parecía despreciable y no lo reconocimos. Él soportó nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores. Nosotros lo tuvimos por leproso, herido de Dios y humillado... Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. El castigo que nos iba a traer la paz cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. 

Capítulo 53 (8)  
¿Quién es ese que viene de Edóm y de Bosrá, con vestidos teñidos de rojo...? ¿Quién es ese que resplandece por la hermosura de sus vestidos y que camina con una fuerza todopoderosa...? Soy yo, y mi palabra es palabra de justicia, y vengo para defender y para salvar. ¿Por qué están rojos tus vestidos, y tu ropa como la de los que pisan el vino en el lagar? Yo solo pisé el vino, ningún pueblo me ayudó. Miré a mi alrededor, y no había nadie que me ayudase; busqué, y no hallé quien me socorriera... 

Esos que están vestidos con blancas vestiduras ¿quiénes son y de dónde han venido? Esos son los que vienen de la gran tribulación, los que han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del cordero. Por eso están ante el trono de Dios sirviéndole día y noche...(9)


Mi amado es un ramillete de mirra, descansará sobre mi corazón... Mi amado brilla por la blancura y el resplandor de su rostro, los cabellos de su cabeza se parecen a la púrpura real. Mi amado es adorable, su rostro inspira amor, y su faz inclinada me urge a darle amor por amor (10).


 Quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado, cesó todo, y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado. 
Fragmento de un cántico de Nuestro Padre san Juan de la Cruz (11) . 


NOTAS

1 Los textos extraídos de la Sagrada Escritura que le copia al final de la carta. 
 

2 Celina acababa de escribirle: «El otro día fuimos por casualidad a una pobre iglesita. Creí que las lágrimas iban a traicionar mis sentimientos, y me costó Dios y ayuda contenerlas. Fíjate: un sagrario sin su velo, auténtico agujero negro, quizás un nido de arañas, un copón tan pobre que me pareció de cobre, ¿y qué lo recubría?, un trapo sucio que ya ni conservaba la forma de velo de un copón... En ese copón, una sola hostia. Claro, que no se necesitan más en esa parroquia: ¡ni una sola comunión durante el año, excepto por Pascua! Y luego, en estas parroquias rurales, unos sacerdotes incultos que tienen cerrada la iglesia durante todo el día; además, son viejos y sin recursos. ¡Teresa, me quedé hundida ante ese espectáculo, se me hizo jirones el alma!» 
(LC 129, 17/7/1890). 

3 Poesía compuesta por Celina. 

4 Leonia deseaba volver a la Visitación, de donde había salido en enero de 1888 tras seis meses de vida religiosa. 

5 María Guérin. Cf Cta 109. En realidad, ese nombre de carmelita dejará lugar, como es sabido, al de «María de la Eucaristía». 

6 Iniciales de Celina y Teresa. 

7 Citado según la 1ª lectura del Oficio de las Cinco Llagas de N. S. y la 1ª lectura del oficio de los Siete Dolores de la Virgen Santísima, que entonces se celebraban los dos en cuaresma. 

8 En realidad, Is 63,1-3.5, citado según la 3ª lectura del oficio de las Cinco Llagas. 

9 Teresa cita las tres primeras antífonas de Laudes del oficio de la Preciosísima Sangre. 

10 Cita de las antífonas 4 y 2 de Vísperas de los Siete Dolores y del primer responsorio de Maitines de esa misma fiesta. 

11 Noche Oscura, canción 8. Es la primera vez que Teresa se refiere explícitamente a san Juan de la Cruz; cf CG p.



Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas.




 

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