lunes, 17 de septiembre de 2018

ITINERARIO DE SANTA TERESITA PARA LLEGAR A LA MONTAÑA DEL AMOR, CARTA 110

 A sor Inés de Jesús  30-31 de agosto de 1890  J.M.J.T. 

Jesús + 

Mamaíta querida, ¡gracias, sí, gracias...! ¡Si supieras todo lo que tu carta le dice a mi alma...! 

Pero la pequeña solitaria tiene que decirte el itinerario de su viaje. Helo aquí: 


Antes de partir, su Prometido pareció preguntarle a qué país quería viajar y qué ruta deseaba seguir, etc. etc. 
Su pequeña prometida le contestó que ella no tenía más que un deseo: dirigirse a la cima de la montaña del amor (1).

Para llegar allá se le ofrecían muchos caminos, y había tantos perfectos entre ellos, que se sentía incapaz de elegir. 
Entonces dijo a su guía divino: «Tú ya sabes adónde quiero llegar, tú sabes por quién deseo escalar la montaña y por quién quiero llegar a la meta, tú sabes a quién amo y quién es el único a quien quiero contentar. Sólo por él emprendo este viaje; guíame, pues, por los senderos que a él más le gusta recorrer. Con tal que él esté contento, yo me sentiré en el colmo de la felicidad». 

Entonces Jesús me tomó de la mano y me hizo entrar en un subterráneo donde no hace ni frío ni calor, donde no luce el sol y al que no visitan ni el viento ni la lluvia. Un subterráneo donde no veo nada más que una claridad semivelada, la claridad que difunden a su alrededor los ojos bajos de la Faz de mi Prometido... 

Mi Prometido no me dice nada, ni yo le digo tampoco nada a él; tan sólo que le amo más que a mí misma. Y en el fondo de mi corazón siento que es verdad, ¡pues soy más de él que mía...! 

No veo que avancemos hacia la cumbre de la montaña, pues nuestro viaje se hace bajo tierra; pero, con todo, me parece que nos acercamos a ella sin saber cómo. La ruta que sigo no tiene ningún consuelo para mí, y sin embargo me trae todos los consuelos, porque es Jesús quien la ha elegido y yo quiero consolarlo sólo a él, ¡sólo a él...! 
¡Ay, qué verdad tan grande es que, si yo le ofrezco las uvas de mi corazón, lo hago entre la B y la A (2), porque ni yo misma entiendo nada! 

¿Tengo que escribir al Sr. Lepelletier (3) y al Sr. Révérony que voy a hacer la profesión...? 

Sobre todo no te olvides de ir a la bodega a tomar tu sorbito de vino (4); y al beberlo, piensa en tu hijita que, a buen seguro, tampoco está bebiendo los vinos azucarados de Engaddi... Pide que ella sepa dárselo a su Esposo, salvando almas, y se sentirá consolada... 


 
NOTAS 

1 Cf SAN JUAN DE LA CRUZ, Subida del Monte Carmelo.

2 Alusión hermética para nosotros. 

3 Confesor de Teresa de 1886 a 1888. 

4 Vino quinado prescrito a sor Inés.  


Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas


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