jueves, 6 de septiembre de 2018

UNA FAMILIA DE LIRIOS, CARTA 104


A sor Inés de Jesús  5-6 de mayo de 1890 
J.M.J.T.  

Gracias por tu carta (1). ¡Sí, gracias...! 
No me sorprende que no tengas consuelo, pues Jesús es tan poco consolado que es feliz al encontrar un alma en la que pueda descansar sin cumplidos...  

FAMILIA DE SANTA TERESITA


¡Qué orgullosa me siento de ser tu hermana! Y también tu hijita, ya que fuiste tú quien me enseñó a amar a Jesús y a buscarlo sólo a él. 
y a menospreciar a todas las criaturas...  

De Celina no sé más que tú, e incluso menos, pues no sabía que lo está pasando mal (2); Celina nos habló de nuestro pobre papaíto y nos dijo también que rezáramos mucho por Leonia, pues lo está pasando mal a causa de su enfermedad (3); creo que a mi tío le parece peligroso pues lo tiene hinchado todo alrededor. 

Celina nos ha hablado de nuestro pobre papaíto, e indica que fue el sábado, día de la Invención de la Santa Cruz, cuando también nosotras encontramos nuestra cruz. 
Leonia estaba allí. Espera obtener la curación en la Santa Faz (4) o en Lourdes. Bajará a la piscina. ¡Pobre Leonia! Fue muy buena: quería privarse de venir al locutorio por complacer a Celina. .. Como tocaron a Vísperas, me marché. No sé cuándo llegarán a Tours, pero creo que la semana que viene estarán en Lourdes. Hay que escribir el lunes o el martes antes del mediodía para que la carta llegue el sábado. 

¡Ah, qué destierro es la tierra...! No debemos buscar en ella apoyo alguno fuera de Jesús, pues sólo él es inmutable. ¡Qué dicha pensar que él no puede cambiar...! ¡Qué alegría para nuestro corazón pensar que nuestra familia ama tan tiernamente a Jesús! Ese pensamiento me produce siempre gran consuelo: ¿no es nuestra familia una familia virginal, una familia de lirios...? Pídele a Jesús que el más pequeño, que el último de todos, no sea el último en amarlo con toda su capacidad de amor... 



NOTAS 
 
(1) He aquí el texto completo de ese billete: «Mi querido granito de arena, ¡no digas que yo soy tu antorcha! ¡Si supieses qué tinieblas! Pide mucho por mí, no me encuentro turbada, sino ¡sin un solo rayo de luz! Es como un cielo sin tormentas, sin relámpagos, pero cubierto de nubes... ¡Ni una estrella! ¿Y sabes lo que es un cielo sin estrellas?
  
«En el pie de la Cruz del P. Faber he leído que Nuestro Señor, la noche de la Pasión, fue tan maltratado por sus enemigos, que, sobre todo, las bofetadas que recibió fueron tan violentas, que luego le costaba trabajo abrir sus bellos ojos de lo dolorosa que le resultaba la luz del día... Granito de arena, en este amargo detalle encuentro yo un poco de consuelo: si nada brillante puede dar en los ojos lastimados de Jesús sin hacerlo sufrir, podrá muy bien pasearse por entre mis tinieblas sin demasiado sufrimiento... Querido granito de arena, tú estás muy cerca de mí; recordémonos las dos que en la tierra no puede haber más que sufrimiento para los que aman y buscan ardientemente el dulce Rostro de Jesús sufriente... ¡No seamos tan cobardes que queramos gozar llevando un amor tan grande en el corazón...! 

«Pero, Dios mío, ¡qué dulce será la Patria después de este destierro de luchas y de lágrimas! ¡Qué felicidad nos aguarda! ¡Qué esperanza la nuestra! ¡Contemplar la gran Visión de la eternidad iluminada, no por las antorchas de este mundo, sino por el Cordero divino! 

«Dame noticias de Celina. Nuestra Madre me dice que está sufriendo mucho. Y el itinerario del viaje. ¿Qué día llegan a Lourdes? ¿Y a la Santa Faz? ¿No es mañana?» (De sor Inés, LC 127, 5/5/1890). 

(2) Celina presenta algunos problemas cardíacos. 

(3) Sin duda el eccema que Leonia padece desde la infancia.

(4) En el Oratorio de la Santa Faz, en Tours.  

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux



 

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