miércoles, 23 de mayo de 2018

VIVIR DE AMOR (Poesía)




En la última noche, la noche del amor, hablando claramente y sin parábolas, Jesús decía así:

«Si alguno quiere amarme, que guarde mi palabra,  que la guarde fielmente.
Mi Padre le amará, y vendremos a él, moraremos en él, será para nosotros una morada viva, será nuestro palacio. Pero también queremos que more él en nosotros, lleno de paz, que more en nuestro amor.»
 


¡Vivir de amor quiere decir
guardarte a ti, Verbo increado,
Palabra de mi Dios! Lo sabes, Jesús mío, yo te amo, me abrasa con su fuego tu Espíritu de Amor. 
Amándote yo a ti, atraigo al Padre,
mi débil corazón se entrega
a él sin reserva. 
¡Oh augusta Trinidad,
eres la prisionera,
la santa prisionera  de mi amor!

 ♥

 Vivir de amor vivir es de tu vida, glorioso Rey, delicia de los cielos.
Por mí vives oculto en una hostia,
por ti también, Jesús, vivir quiero escondida. Soledad necesitan los amantes, que hablen sus corazones noche y día. Me hace feliz tan sólo tu mirada, ¡vivo de amor! 

 ♥
 
 Vivir de amor no es en la cima del Tabor su tienda plantar el peregrino de la vida. Es subir al Calvario a zaga de las huellas de Jesús, y valorar la cruz como un tesoro...
En el cielo, mi vida será el gozo,
y el dolor será ido para siempre.
Mas aquí desterrada, quiero, en el sufrimiento, ¡vivir de amor!
 

 
 Vivir de amor es darse sin medida,
sin reclamar salario aquí en la tierra. ¡Ah, yo me doy sin cuento, bien segura de que en amor el cálculo no entre!
Lo he dado todo al corazón divino,
que rebosa ternura. Nada me queda ya... Corro ligera.
Ya mi única riqueza es,
y será por siempre ¡vivir de amor!
 

 
 Vivir de amor es disipar el miedo, aventar el recuerdo de pasadas caídas. De aquellos mis pecados no veo ya la huella, junto al fuego divino se han quemado... ¡Oh dulcísima hoguera, sacratísima llama, en tu centro yo fijo mi mansión. Y allí, Jesús, yo canto confiada y alegre: ¡vivo de amor!
  

 
 Vivir de amor guardar es, en sí misma, en un vaso mortal, un inmenso tesoro. Mi flaqueza es extrema, Amado mío, disto mucho de ser un ángel de los cielos. Mas si es verdad que caigo a cada paso, lo es también que tú vienes en mi ayuda y me levantas y tu gracia me das. ¡Vivo de amor!


Vivir de amor es navegar sin tregua
en las almas sembrado paz y gozo.
¡Oh mi Piloto amado!, la caridad me urge, Pues te veo en las almas,
mis hermanos. La caridad me guía,
ella es mi estrella, bogo siempre a su luz. en mi vela yo llevo grabada mi divisa: ¡Vivir de amor!
 

 
Vivir de amor es mientras Jesús
duerme permanecer en calma
en medio de la mar aborrascada.
No temas, ¡oh Señor!, que te despierte, espero en paz la orilla de los cielos... Pronto la fe desgarrará su velo
y habrá sido mi espera sólo un día.
La caridad me empuja, ella hinche
mi vela, ¡vivo de amor!


 
 Vivir de amor, Maestro amado mío,
es pedir que derrames tu luz y tu calor del sacerdote en el alma santa,
en su alma elegida.
¡Pueda ser él más puro que un serafín del cielo! Y protege también a tu Iglesia inmortal, no cierres tus oídos, Jesús,
a mi clamor. Hija suya soy yo, por mi Madre me inmolo, ¡vivo de amor!


 
Vivir de amor es enjugar tu rostro,
es a los pecadores alcanzar el perdón.  ¡Oh Dios de amor!, que vuelvan a tu gracia, que bendigan tu nombre eternamente. Hasta el alma me llega la blasfemia, para borrarla yo canto
cada día: ¡Oh nombre de mi Dios,
te adoro y amo, vivo de amor!
 

 
Vivir de amor es imitar, Jesús,
la hazaña de María cuando bañó
de lágrimas y perfumes preciosos tus fatigados y divinos pies y los besó arrobada, enjugándolos luego con
sus largos cabellos... Y alzándose del suelo, rompió el frasco y
tu cabeza María perfumó.
 ¡Oh Jesús, el perfume que yo doy a tu rostro es y será mi amor!
 

 
 «¡Vivir de amor, oh qué locura extraña  -me dice el mundo-, cese ya tu canto! ¡No pierdas tus perfumes, no derroches tu vida, aprende a utilizarlos con ganancia!» ¡Jesús, amarte es pérdida fecunda! Tuyos son mis perfumes para siempre. Al salir de este mundo cantar quiero: ¡muero de amor!

 
 ¡Morir de amor, dulcísimo martirio, 
y es el martirio que sufrir quisiera! Acordad, querubines, vuestras liras, siento que mi destierro va a acabar... Llama de amor, consúmeme sin tregua. ¡Oh vida de un momento,
muy pesada tu carga se me hace!
¡Oh divino Jesús!, haz realidad
mi sueño: ¡morir de amor!


 
 Morir de amor, es ésta mi esperanza, cuando vea romperse mis cadenas.
Mi Dios será mi recompensa grande, otros bienes no quiero poseer.
Quiero ser abrasada por su amor, quiero verle y unirme a él para siempre.  Este será mi cielo y mi destino: ¡¡¡Vivir de amor...!!! 


 


NOTAS:

Fecha: 26 de febrero de 1895. Composición espontánea.

«Vivir de amor - morir de amor» (cf un billete de la madre María de Gonzaga a Teresa de 1890, LC 144): ése es el núcleo de esta gran meditación, hecha en un momento en que Teresa adquiere la certeza de que morirá pronto y en que comienza su autobiografía, un punto de vista privilegiado sobre el presente, el pasado y el futuro. El hecho de que escriba espontáneamente un poema así es significativo.

Vivir de amor brotó de un solo tirón durante los largos ratos de oración ante el Santísimo Sacramento, expuesto los tres días de las Cuarenta Horas (domingo, lunes y martes que preceden al miércoles de ceniza) para reparar los excesos del carnaval antes de entrar en la Cuaresma.  

Las monjas se turnan cada hora de dos en dos ante la custodia. Sólo está iluminado el altar de la capilla, mientras el coro de las carmelitas permanece en penumbra. Prácticamente no pueden leer. Y en este clima de ferviente intimidad es donde el canto Vivir de amor fluye del alma de Teresa: un río de paz, inmenso, tranquilo, que cada estrofa va engrosando como un afluente sin perturbar su curso.

Fuente:
Obras completas, santa Teresa de Lisieux, poesías
 

 

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