lunes, 28 de mayo de 2018

DIOS ESCUCHA NUESTROS DESEOS



Muchas veces, en verano, durante la hora de silencio antes de Maitines, sentada en la terraza, me decía a mí misma: ¡Si estuviera aquí Celina junto a mí! ¡Pero no, esa será una dicha demasiado grande para la tierra! 

... Y me parecía un sueño irrealizable. Sin embargo, no deseaba esa dicha por un sentimiento natural; era por su alma, para que caminase por nuestro mismo camino... Y cuando la vi entrar aquí, y no sólo entrar sino que me la confiaban enteramente a mí para que yo la instruyese en todas las cosas; cuando vi que Dios hacía eso, rebasando así mis deseos, comprendí la inmensidad del amor que él me tiene...  



CELINA EL DÍA DE SU PROFESIÓN

 ... Pues bien, Madrecita, si un deseo apenas esbozado fue escuchado de esa manera, es imposible que no sean completamente escuchados todos esos mis grandes deseos de los que hablo a Dios con tanta frecuencia.  




Fuente:
Obras completas, santa Teresa de Lisieux, últimas conversaciones.

 

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