lunes, 28 de octubre de 2019

ENFERMEDAD DE LOS ESCRÚPULOS, EN EL COLEGIO (1883 - 1886) , MANUSCRITO A

Veo que me he alejado mucho del tema, así que me apresuro a volver a él.
 

El año que siguió a mi primera comunión transcurrió, casi todo él, sin pruebas interiores para mi alma. Pero durante el retiro para la segunda comunión me vi asaltada por la terrible enfermedad de los escrúpulos... Hay que pasar por ese martirio para saber lo que es. ¡Imposible decir lo que sufrí durante un año y medio...! Todos mis pensamientos y mis acciones, aun los más sencillos, se me convertían en motivo de turbación. La única forma de recobrar la paz era contárselo a María (1), lo cual me costaba mucho, pues me creía obligada a decirle hasta los pensamientos extravagantes que tenía acerca de ella misma. En cuanto soltaba mi carga, disfrutaba por un momento de paz; pero esa paz pasaba como un relámpago, y enseguida volvía a comenzar mi martirio.  

MARÍA, HERMANA DE SANTA TERESITA

¡Cuánta paciencia tuvo que tener mi querida María para escucharme sin dar nunca muestras de cansancio...! 

Apenas volvía de la Abadía, ya se ponía a rizarme el pelo para el día siguiente (pues, para dar gusto a papá, la reinecita llevaba todos los días el pelo rizado, con gran admiración de sus compañeras, y especialmente de las profesoras, que no veían a niñas tan bien atendidas por sus padres). Durante la sesión, yo no dejaba de llorar, contando todos mis escrúpulos. 

Al terminar el año, Celina terminó sus estudios y regresó a casa. Y la pobre Teresa, que tuvo que volver sola al colegio, no tardó en caer enferma. El único atractivo que la retenía en el internado era vivir con su inseparable Celina; sin ella, «su hijita» ya no podía seguir allí... 




NOTAS:

(1)  Cuenta María: Los escrúpulos «se redoblaban, sobre todo, la víspera de sus confesiones. Venía a contarme todos sus supuestos pecados. Yo trataba de curarla diciéndole que tomaba sobre mí sus pecados, que ni siquiera eran imperfecciones, y no le permitía acusarse más que de dos o tres que yo misma le indicaba. (...) Pronto volvió a inundar su alma la paz» Ese martirio duró por lo menos año y medio. 

Fuente: Historia de un alma, autobiografía de santa Teresa de Lisieux

1 comentario: