miércoles, 29 de enero de 2020

GENEROSIDAD DE TERESITA

(Estas frases están recogidas de las conversaciones que tuvo con sus hermanas, en ellas se aprecia la generosidad sin límites de Teresita)




Dale muchísimas gracias a mi querida Mariíta por su precioso ramo de rosas; dile que se lo ofrezco a Jesús de su parte y que a cambio le pido que adorne su alma con tantas virtudes como capullos de rosas hay en él...

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¿Quieres darme el crucifijo para besarlo después del acto de contrición y ganar la indulgencia plenaria en favor de las almas del purgatorio? 

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Si quieres dar un recuerdo mío al Sr. de Cornière (su médico) hazle una estampa con estas palabras: «Todo lo que hicisteis al más pequeño de los míos, a mí me lo hicisteis». 

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... No arrojar nunca flores marchitas..., sólo florecitas lozanas «recién abiertas».

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Echo a mis pajaritos, a derecha y a izquierda, los granos buenos que Dios pone en mi manita. Y luego, ¡que sea lo que Dios quiera! No vuelvo a ocuparme más de ello. Unas veces, es como si no hubiera echado nada; otras, ayuda. Pero Dios me dice: «Da, da siempre, sin preocuparte del resultado».  

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Si hubiese sido rica, me habría sido imposible ver a un pobre sin darle enseguida parte de mis bienes. De la misma manera, en la medida que gano algún tesoro espiritual, sabiendo que en ese mismo instante hay almas que están en peligro de perderse y de caer en el infierno, les doy todo lo que tengo, y todavía no he encontrado un solo momento para decirme: Ahora voy a trabajar por mí.


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Nada me para entre las manos. Todo lo que tengo y todo lo que gano es para la Iglesia y para las almas. Aun cuando llegue a vivir 80 años, seguiré siendo así de pobre.  


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 ¡Si supieras lo bondadoso que va a ser Dios conmigo! Pero si es un poquito menos bondadoso, a mí me seguirá pareciendo bondadoso... Si voy al purgatorio, me sentiré muy contenta, haré como los tres hebreos en el horno: me pasearé por entre las llamas cantando el cántico del amor. ¡Qué feliz me sentiría si, yendo al purgatorio, pudiese librar a otras almas y sufrir en su lugar, pues entonces haría el bien, libertaría a los cautivos!  

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Había arrojado flores al San José de la huerta (al fondo del paseo de los castaños), diciendo con tono infantil y gracioso: «¡Toma!». 
 - ¿Por qué arrojas flores a san José? ¿Para obtener alguna gracia? 
- ¡No...! Es por complacerle... Yo no quiero dar para recibir. 


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Celina, oremos por los sacerdotes, ¡sí, oremos por ellos! Consagrémosles nuestras vidas. Jesús me hace sentir a diario que espera esto de nosotras dos.
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Al verla tan enferma, había hecho todo lo posible para conseguir que nuestra Madre la dispensase de rezar los oficios de difuntos. 
 Por favor, no me impidas rezar mis «pequeños» oficios de difuntos. Es lo único que puedo ya hacer por las hermanas que están en el purgatorio, y eso no me cansa lo más mínimo.


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 Hace algún tiempo, sentía mucho tomar remedios caros; pero al presente no me preocupa lo más mínimo, al contrario. Es así desde que leí en la vida de santa Gertrudis que ella se alegraba en su interior, diciéndose que todo redundaría en provecho de los que nos hacen el bien. Y se apoyaba en estas palabras de Nuestro Señor: "¡Todo lo que hicisteis con uno de mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis!". 
Estoy convencida de la inutilidad de los remedios que tomo para curarme; pero me las he arreglado con Dios para que haga que se aprovechen de ellos los pobres misioneros enfermos que no tienen ni tiempo ni medios para curarse. Le pido que los cure a ellos, en vez de a mí, por medio de los medicamentos y del reposo que a mí me obligan a tomar. 



 Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux

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