Carmelo de Lisieux, 27 de enero de 1897 Jesús +
Señor Director:
Me siento feliz de unirme a mi hermana sor Genoveva para darle las gracias por la preciosa gracia que consiguió para nuestro Carmelo (1).
No sé cómo expresarle mi gratitud; por eso, quiero, a los pies de Nuestro Señor, mostrarle con mis pobres oraciones cómo me ha conmovido su bondad para con nosotras...
A mi alegría se ha mezclado un sentimiento de tristeza al saber que su salud se había quebrantado. Por eso, pido a Jesús con todo el corazón que prolongue el mayor tiempo posible su vida, tan preciosa para la Iglesia. Yo sé que nuestro divino Maestro debe de tener prisa por coronarle en el cielo; pero espero que lo deje todavía en el destierro para que, trabajando por su gloria como lo ha hecho desde su juventud, el peso inmenso de sus méritos supla al de otras almas que se presentarán ante Dios con las manos vacías.
Yo me atrevo a esperar, queridísimo Hermano, ser una de esas almas afortunadas que participarán de sus méritos. Creo que mi carrera aquí abajo no va a ser larga... Cuando comparezca ante mi amado Esposo, no tendré para ofrecerle más que mis deseos; pero si usted me ha precedido ya en la patria, espero que venga a mi encuentro y que presente en mi favor el mérito de sus obras, tan fecundas... Ya ve que sus carmelitas nunca pueden escribirle sin pedirle algún favor y sin apelar su generosidad...
Si el Señor viene a buscarme a mí primero, le prometo orar por sus intenciones y por todas las personas que usted ama. De todas formas, yo no espero a estar en el cielo para hacer esta oración: desde ahora me siento ya feliz de poder probarle así mi profunda gratitud.
En el Sagrado Corazón de Jesús, me sentiré siempre dichosa, señor Director, de llamarme
Su humilde y agradecida carmelita,
Sor Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz rel. carm. ind.
1 La bendición del Santo Padre para el Carmelo, con ocasión de las bodas de oro de la más anciana de las carmelitas, sor San Estanislao.
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