Jesús + 16 de julio de 1896
Querida tía:
Hubiera querido ser la primera en dirigirme a usted; pero ya sólo me queda el dulce y grato deber de agradecerle la hermosa carta que he recibido. ¡Qué buena es usted, querida tía, al acordarse de su Teresita! Pero le aseguro que no está tratando con una ingrata...
Me pide, querida tía, que le dé noticias de mi salud como a una mamá, y lo voy a hacer así. Pero si le digo que estoy de maravilla, no me va a creer; por eso, cederé la palabra al célebre doctor de Cornière (1), al cual tuve el insigne honor de ser presentada ayer en el locutorio. Este ilustre personaje, después de haberme honrado con una mirada, declaró que: «¡Tenía buena cara...!» Esta declaración no me impidió pensar que pronto se me permitiría «ir al cielo con los angelitos» (2), no por causa de mi salud, sino por causa de otra declaración que hoy hizo en la capilla del Carmelo el señor abate Lechêne... Tras habernos presentado los ilustres orígenes de nuestra sagrada Orden, y habernos comparado con el profeta Elías luchando con los profetas de Baal, declaró «que iban a empezar de nuevo unos tiempos parecidos a los de la persecución de Baal». Nos parecía estar volando ya hacia el martirio...
¡Qué dicha, tiíta querida, si toda nuestra familia fuese al cielo el mismo día! Me parece verla sonreír..., tal vez piense que no nos está reservado este honor... Lo que sí es cierto es que, todos juntos o uno después de otro, un día dejaremos el desierto por la patria, y entonces nos alegraremos de todas esas cosas, cuyo premio será el cielo (3)... Tanto de haber tomado la poción el día de visita, como de haber ido a Maitines a pesar de nuestra cara triste, o de haber cazado conejos (4) o recogido la avena...
Con gran pesar de mi parte, me estoy dando cuenta de que esta noche no logro decir nada que tenga sentido. Seguro que se debe a que deseaba escribir muchas cosas a mi tiíta, a quien tanto quiero... Gracias a Dios, sor María de la Eucaristía va a suplir mi pobreza, y esto es lo único que me consuela en mi extrema indigencia... Seguimos juntas en el mismo oficio (5) y nos entendemos muy bien. Le aseguro que a ninguna de las dos nos ataca la melancolía. Tenemos que poner mucho cuidado en no decir palabras inútiles, porque, después de cada frase útil, se presenta siempre alguna frasecilla divertida que hay que dejar para la recreación.
Querida tía, salude, por favor, a todos los queridos habitantes de La Musse, en especial a mi querido tío, a quien le encargo que le dé un abrazo muy fuerte de mi parte.
Su hijita que la quiere,
Teresa del Niño Jesús rel. carm. ind.
1 El médico de la comunidad.
2 Cf PN 34: «Arrojar flores», poesía del 28 de junio.
3 Alusión a una canción humorística compuesta unos días antes por sor María de la Eucaristía (cf «Poésies supplémentaires», PS 4).
4 Esto se refiere a Francis, hábil cazador.
5 En la sacristía.
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas
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