ISIDORE GUERIN, TÍO DE TERESITA |
A sor Inés de Jesús Sábado, 8 de octubre de 1887
Hermanita querida:
Desde el miércoles estoy buscando la ocasión de hablar a nuestro tío; esta mañana se ha presentado. Nuestro tío ha estado muy afable. Yo tenía miedo que, al ser sábado, no estuviese de buen humor, pues ese día está muy ocupado; pero, al contrario, en cuanto le pedí estar con él dejó su lectura con aire solícito.
Me dijo que hacía algún tiempo ya que sospechaba que yo tenía algo que decirle. Después me echó un sermoncito muy CARIÑOSO, con el que ya contaba. Me dijo que estaba muy seguro de mi vocación, que no sería eso lo que le impidiese dejarme marchar. Creo que no hay más que un obstáculo: el mundo. Sería un verdadero escándalo público ver entrar a una niña en el Carmelo, yo sería la única en toda Francia, etc...
Sin embargo, si Dios lo quiere así, ya encontrará la forma de hacérnoslo saber. Mientras tanto, mi tío me ha dicho que, según las reglas de la prudencia humana, no debo pensar en entrar antes de los diecisiete o dieciocho años; y que aun esto sería demasiado pronto.
Me dijo, además, muchas otras cosas por el estilo, pero sería demasiado largo contártelas. Como puedes suponer, no le he hablado de fechas. Querida Paulinita, por el momento estoy muy contenta de que nuestro tío no encuentre más obstáculos que el mundo; creo que a Dios no le costará mucho mostrarle a nuestro tío, cuando él quiera, que no será el mundo lo que le impida tomarme para el Carmelo. ¿Sabes, hermanita querida?, nuestro tío me ha dicho muchas otras cosas muy amables, pero yo sólo te cuento los obstáculos que ha encontrado.
Por fortuna, para Dios esos obstáculos no existen.
Paulina querida, hoy no puedo decirte todas las cosas que llenan mi corazón, no puedo coordinar mis ideas. A pesar de todo, me siento llena de ánimo, y estoy completamente segura de que Dios no me abandonará. Ahora, como me decía nuestro tío, va a empezar mi tiempo de prueba. Pide por mí, pide por tu Teresita. Tú sabes cuánto te quiere, tú eres su confidente. Necesitaría mucho verte, pero es un sacrificio más que ofreceré a Jesús. ¡No quiero negarle nada! Aun cuando me sienta triste y sola en la tierra, aún me queda él. ¿Y no dijo santa Teresa. «sólo Dios basta»...?.
Perdóname, Paulina querida, por enviarte esta carta, o mejor este borrador, donde las ideas ni siquiera van hilvanadas. No sé si vas a poder leerla, tan mal escrita está; pero mi corazón tenía tantas cosas que decirte, que la pluma no podía seguirlo. Dile a mi querida madrina que pienso mucho en ella durante sus ejercicios, y pídele que no se olvide de su ahijada.
Hasta pronto, hermana querida. Una vez más, no te enfades conmigo por enviarte esta carta; pero no me siento con ánimos para volverla a empezar.
Tu pequeña Teresita
Te envío tu palillero.
Dile a mi querida Madre que su Teresita la quiere con todo su corazón. (Madre María de Gonzaga).
Fuente: Obras completas (cartas), santa Teresa de Lisieux
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