Desde el primer instante de mi vida
me tomaste en tus brazos,
y desde aquel momento, amada Madre mía,
me das tu protección aquí en la tierra.
Para guardar intacta mi inocencia,
me escondiste en un blando y dulce nido,
custodiaste mi infancia a la sombra bendita
custodiaste mi infancia a la sombra bendita
de un retirado claustro.
Y más tarde, al llegar mi juventud
Y más tarde, al llegar mi juventud
a sus primeros días, escuché la llamada de Jesús. Me mostraste el Carmelo con ternura inefable. «Ven a inmolarte por tu Salvador -me decías entonces con dulzura-.
Cerca de mí te sentirás dichosa,
ven a inmolarte con tu Salvador».
Cerca de ti, oh tierna Madre mía,
Cerca de ti, oh tierna Madre mía,
he encontrado la paz del corazón;
en esta tierra nada más deseo,
sólo Jesús es toda mi ventura.
Si alguna vez me asaltan la tristeza o el miedo,
en mi debilidad tú me sostienes y siempre,
Madre mía, me bendices.
Otórgame la gracia de mantenerme
Otórgame la gracia de mantenerme
fiel a mi divino Esposo, Jesús.
Para que un día su dulce voz
yo escuche, cuando a volar me invite
y a sentarme entre sus elegidos.
Entonces ya no habrá ni más destierro
ni más sufrimiento. Ya en el cielo,
yo volveré a cantarte mi amor y gratitud,
amable y dulce Reina del Carmelo.
Notas:
Compuesta para: sor Marta de Jesús, con motivo de sus veintinueve años.
Unos versos sencillos, cuyo interés es más histórico que poético. Destacan la delicadeza de Teresa para con su novicia (huérfana desde los ocho años) y nos ofrecen mas información acerca de la personalidad de ésta última que acerca de la vida mariana de la autora. Notemos, no obstante que ya aquí María aparece como «más Madre que Reina"
Fuente: Poesías, obras completas de santa Teresa de Lisieux
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