domingo, 3 de junio de 2018

MI CIELO EN LA TIERRA


Es tu imagen inefable astro
que guía mis pasos.
Tu dulce rostro, Jesús,
bien lo sabes,
es en la tierra mi cielo.
Mi amor descubre el encanto
de tu rostro embellecido de llanto.
Y a través de mis lágrimas yo sonrío contemplando tus dolores.

 
Quiero, para consolarte (1) 
vivir ignorada (2)
y sola aquí en la tierra.
Tu hermosura,
que tan bien sabes velar,
me descubre todo su
inmenso misterio,
y a ti quisiera volar.

 
Tu faz es mi sola patria,
ella es mi reino de amor,
es mi riente pradera
y mi sol de cada día.
Ella es el lirio del valle,
cuyo aroma misterioso (3)
a mi alma desterrada
en su destierro consuela,
dándole a gustar la paz de los cielos.

  Es mi descanso y dulzura y mi lira melodiosa... Es tu rostro,
¡oh mi dulce Salvador!, el ramillete
divino de mirra, que guardar
quiero prendido sobre mi pecho. (4)


 Es tu faz mi única y sola riqueza,
ninguna otra cosa pido.
En ella, escondida siempre,
a ti me pareceré. (5)

Deja en mí, Jesús, la huella
de tus dulcísimos rasgos,
y muy pronto seré santa,
y hacia ti los corazones atraeré.

 
 A fin de poder juntar
abundante mies dorada,
con tu fuego quémame.
No tardes, Amado mío,
en darme tu eterno beso.
¡Con tus labios bésame!



NOTAS - MI CIELO EN LA TIERRA


Fecha: 12 de agosto de 1895. - Compuesta para: sor María de la Trinidad (entonces María Inés de la Santa Faz), para sus veintiún años.

Al día siguiente de la Transfiguración, en ese clima de resplandor del Tabor, Teresa siente que todo su ser se dilata, seducido por el Rostro divino. Y al igual que en la santa montaña, sus versos evocan los «dolores» de la pasión, pero para embellecerlos enseguida y bañarlos de dulzura. En pleno corazón del verano de 1895, este poema es como un anticipo del Cara a cara del que hablara algunas semanas antes en el Acto de ofrenda.

(1) La representación de la Santa Faz según el modelo de Tours.

(2)  «querer ser ignorada y tenida en nada», (escrito unas semanas después de P 12), según María de la Trinidad, esa era la constante aspiración de Teresa: «Muchas veces, en la recreación o en otras partes, cuando yo le decía: ¿En qué piensas?, dime algo: -¿Que qué pienso?, respondía con un profundo suspiro, Que quisiera ser ignorada y tenida en nada...»
 
(3) Ese aroma designa la patria con la que sueña Teresa.

(4) la reproducción de la Santa Faz (según el modelo de Tours) que pronto Teresa «llevará sobre su pecho» permanentemente.

(5) Sobre el deseo y la necesidad de parecerse a Jesús, sobre todo en su humildad y en su anonadamiento.
 

Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux


 



 

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