A Celina
J.M.J.T.
Sólo Jesús + Lunes, 23 de julio de 1888
Querida hermana:
Tu Teresa ha comprendido toda tu alma; incluso ha leído mucho más de lo que le has escrito. He comprendido la tristeza del domingo, yo misma la he vivido toda entera... A medida que iba leyendo, me parecía que nos animaba la misma alma; entre nuestras almas hay algo tan sensible, que nos asemeja tanto... Siempre hemos estado juntas; nuestras alegrías, nuestras penas, todo ha sido común.
Y siento que esto continúa en el Carmelo... Nunca, nunca jamás nos separaremos. ¿Sabes?, sólo el lirio amarillo (1) habría podido alejarnos un poco. Te lo digo porque estoy segura de que tu lote será siempre un Lirio blanco, puesto que tú le has escogido y él te escogió a ti primero... ¿Comprendes el lenguaje de los lirios...?
Alguna vez me he preguntado por qué Jesús me había escogido a mí la primera. Ahora lo comprendo: mira, tu alma es un lirio siempreviva (2). Jesús puede hacer con él lo que quiera. Importa poco que esté en un lugar o en otro. Siempre será siempreviva. La tempestad no puede hacer caer el amarillo de los estambres en su blanco cáliz perfumado: Jesús lo ha hecho así.
Él es libre, y nadie puede pedirle cuentas de por qué concede sus gracias a un alma en vez de a otra (3).
CELINA Y TERESITA |
La vida, a menudo, resulta pesada. ¡Cuánta amargura, pero cuánta dulzura también! Sí, la vida cuesta, es duro comenzar un día de trabajo; tanto el débil capullo como el hermoso lirio lo han comprobado... ¡Y si al menos se sintiese a Jesús...! ¡Por él, todo se haría a gusto! Pero no, él parece estar a mil leguas, estamos solas con nosotras mismas. ¡Y qué enojosa resulta la compañía cuando no está Jesús!
¿Pero qué hace, entonces, este dulce amigo? ¿No ve nuestra angustia y el peso que nos oprime? ¿Dónde está? ¿Por qué no viene a consolarnos, puesto que no tenemos otro amigo?
Pero no..., él no está lejos. Está muy cerca y nos mira y nos mendiga esta tristeza, esta agonía... La necesita para las almas, para nuestra alma: ¡quiere darnos tan hermosa recompensa, es tan grande lo que él anhela para nosotras!
Pero ¿cómo podrá él decir un día: «Ahora me toca a mí» (5) si aún no ha llegado nuestro turno, si todavía no le hemos dado nada? A él le cuesta mucho abrevarnos de tristezas, pero sabe que ésa es la única forma de prepararnos a «conocerle como él se conoce y a convertirnos nosotras mismas en dioses».
¡Oh, qué destino! ¡Qué grande es nuestra alma...! Elevémonos por encima de lo que es pasajero, mantengámonos a distancia de la tierra. Allá arriba el aire es puro. Jesús se esconde, pero se le adivina... Derramando lágrimas, enjugamos las suyas, y la Santísima Virgen sonríe. ¡Pobre Madre! ¡Ha sufrido tanto por causa nuestra! Justo es que nosotros la consolemos un poco llorando y sufriendo con ella...
Esta mañana leí un pasaje del Evangelio donde se dice: «No he venido a traer paz, sino espada». No nos queda, pues, más que luchar. Cuando no tenemos fuerzas para ello, Jesús combate por nosotras... Pongamos juntas el hacha a la raíz del árbol...(6). ¡Pobre borrador de Teresa! ¡Qué carta, qué confusión! Si hubiese podido decir todo lo que pienso, Celina tendría lectura para rato...
Jesús es muy bueno al habernos concedido encontrar una madre como la que tenemos (7). ¡Qué tesoro! Si la hubieses visto, hermanita, traerme tu carta esta mañana a las seis (8)...! Me emocionó...
Jesús te pide TODO, TODO, TODO, como se lo puede pedir a los más grandes santos.
Tu pobre hermanita,
Teresa del Niño Jesús
NOTAS Cta 57
1 «El lirio amarillo en nuestro lenguaje íntimo significaba el matrimonio», anota sor Genoveva (Celina).
2 «Siempreviva» flor simbólica que sor Inés de Jesús aplicaba a Celina.
3 Cf Ms A 2rº/3rº.
4 La propia Teresa.
5 Cita de Arminjon, Fin du monde présent..., p. 290. Respuesta a Celina, que acaba de citar: «Ahora me toca a mí» (LC 86), frase que había encontrado en un cuaderno escolar en el que Teresa había copiado varios pensamientos de Arminjon en 1887. La lectura de ese libro ejerció un influjo considerable en Teresa adolescente (cf Ms A 47rº/vº; Cta 94, 107, 157, 169, todas ellas dirigidas a Celina). La cita de san Pablo [en 2vº] está también en Arminjon.
6 Cf Im I, 11, 4.
7 La madre María de Gonzaga.
8 Al terminar la oración de la mañana.
Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux, cartas
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