Aquí estamos, Dios mío, postradas ante ti. Venimos a implorar la gracia de trabajar por tu gloria.
Las blasfemias de los pecadores resuenan dolorosamente en nuestros oídos. Y para consolarte y reparar las injurias que te hacen sufrir las almas redimidas por ti, ¡oh adorable Trinidad!, queremos formar un concierto con todos los pequeños sacrificios que vamos a hacer por tu amor.
Durante quince días, te ofreceremos el canto de los pajarillos <1> del cielo, que no cesan de alabarte y de reprochar a los hombres su ingratitud.
Te ofrecemos también, Dios mío, la melodía de los instrumentos musicales, y esperamos que nuestra alma merezca ser una lira armoniosa que tú hagas vibrar para consolarte de la indiferencia de tantas almas que no piensan en ti.
Queremos también, durante ocho días, atesorar diamantes y piedras preciosas que reparen el ansia de los pobres mortales por correr tras las riquezas pasajeras sin pensar en las eternas. ¡Dios mío!, concédenos la gracia de ser nosotras más diligentes en la búsqueda de los sacrificios, que las almas que no te aman en correr tras los bienes de la tierra <2>.
Por último, durante ocho días, tus hijas recogerán el perfume de las flores, deseando reparar así las indelicadezas que te hacen sufrir las almas sacerdotales y religiosas <3>. ¡Oh, bienaventurada Trinidad!, concédenos la gracia de ser fieles y la de poseerte cuando termine el destierro de esta vida... Amén.
NOTAS:
Doc.: CE II, 180vº/181rº. - Fecha: febrero de 1894. - Compuesta para: sí misma y sor Marta de Jesús. - Publ.: HA 53, p. 255s.
Para situar esta oración de reparación, es importante encuadrarla en la gran corriente reparadora que se desarrolló en el siglo XIX, todavía bajo la fuerte impresión de las violencias antirreligiosas de la Revolución francesa. Y lo primero que tenemos que decir es que este texto, aparte su dedicatoria a la Santísima Trinidad, no tiene nada en común con las fórmulas que corrían entre manos en aquella época. En 1885, Teresa adolescente se afilió a la Archicofradía Reparadora de Saint-Dizier (1847) y a la Cofradía de la Santa Faz de Tours (1876). Es conocido el importante papel que jugaron M. Dupont, «el santo hombre de Tours», y sor María de San Pedro en la difusión y el desarrollo del movimiento reparador. Las apariciones de la Salette (19 de septiembre de 1846) vendrían a fortalecer todavía más ese movimiento. Teresa conoció sin duda el Association de prières contre la blasphème, les imprecations et la profanation des jours de dimenche et de fête. Estas corrientes de piedad, muchas veces explotadas sin discreción con un trasfondo apocalíptico, propiciaron la multiplicación de «víctimas de la justicia de Dios» (Ms A 84rº). Cf Or 6.
<1> En dos semanas, el «Número total de melodías cantadas por los pájaros» (es decir, los sacrificios de Teresa y de Marta anotados en una hoja) es de 208; esa misma cuenta para los «instrumentos musicales», las «piedras preciosas» y «el perfume de las flores».
<2> Probable alusión al trabajo en domingo, profanación deplorada por la Virgen de la Salette.
<3> Cf Cta 261, donde las «indelicadezas» son la manera de actuar de los «amigos» de Jesús; las «almas sacerdotales y religiosas» son una de las grandes preocupaciones en la oración de Teresa; cf Ms A 69vº.
Fuente: Obras Completas, santa Teresa de Lisieux, oraciones.
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